Rompiendo la norma, de Marielis Fuentes|¿Cómo se protegen las mujeres? (Opinión)

La atención ginecológica en nuestro país para las mujeres no es la misma de hace 15 años atrás. Hoy contamos con masivos centros de atención gratuita que prestan este servicio, gracias al proceso revolucionario feminista que en nuestro país cobró auge a partir del impulso del comandante Hugo Chávez. Las mujeres de condiciones sociales más vulnerables contamos con acceso a un servicio digno de carácter gratuito y obligatorio, lamentablemente otras hermanas en diferentes países latinoamericanos en donde no se lleva a cabo un proceso como el nuestro sino por el contrario predomina la hegemonía elitista de gobiernos de ultraderecha, no cuentan con esta misma conquista y se ven limitadas a la hora de necesitar la atención ginecológica por los altos costos que estas representan, lo que evidencia la mercantilización de la salud sexual de la mujer.

Los Centros de Atención y Formación Integral de la Mujer (Cafim), Centro de Diagnóstico Integral (CDI), los diferentes módulos ambulatorios, la Misión Barrio Adentro entre otras son parte del legado feminista del Comandante y que hijas e hijos de Chávez hoy tenemos el compromiso irrevocable de defender ante las intenciones de la derecha nacional e internacional, que no escatimarían en un escenario diferente al de hoy, en privatizar los servicios de salud a través de sus paquetazos neoliberales. Por ello la tarea de cara a la nueva Asamblea Nacional (AN) es fundamental: consolidar y hacer irreversible la Revolución feminista, como primer punto.

De igual manera es necesario desmontar la ginecología que mira en la paciente una mujer siempre heterosexual; es decir, existe la necesidad de pensar en una atención ginecológica desde el respeto a los derechos sexuales de todas, en este caso acentuamos el ojo en la atención para una sexualidad lesbiana.

Son muchas y muchos los que piensan que las mujeres de otra orientación sexual diferente a la heterosexual no tienen posibilidad de contagio de infecciones de transmisión sexual, desestiman el acto sexual más allá del tacto entre mujeres. Es fácil desmontar este error médico, ya que son varios los casos en donde ha existido el contagio entre mujer y mujer. Vale acotar que no debe asumirse a una sexualidad irresponsable o promiscua necesariamente, ya que confundir orientación sexual con promiscuidad es un argumento con base en prejuicios más que en ciencia.

La pregunta inicial tiene su razón en que no existe por ahora en nuestro país el acceso a métodos preventivos pensados para la mujer lesbiana, lo que genera que infecciones como el VPH se propaguen fácilmente entre nosotras. El desmontaje de prejuicios e invisibilización de las lesbianas en la atención de su salud sexual, la creación de métodos preventivos y el deslastre de una atención heterosexualizada por una inclusiva son unas de las propuestas que elevamos como sujetas políticas lésbicas para el cumplimiento de las metas del Plan 2030 de la ONU en materia de DDHH, en su quinto punto.

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Valencia