Por Ramón Alirio Contreras G|“Los hijos del Sol” (Opinión)

El 3 de febrero de 1795 nació en Cumaná Antonio José de Sucre, el hermano predilecto del Libertador Simón Bolívar, el soldado más leal y valiente que lo acompañara en el ejército patriota. El mismo Bolívar se tomó la molestia, en 1825, de escribir una hermosa biografía del Gran Mariscal de Ayacucho, en la que al final señala que el general Sucre es “el Padre de los hijos del Sol”, al referirse a las tropas que lucharon en la batalla decisiva de la libertad del continente suramericano.

Sucre sentó los precedentes de la diplomacia bolivariana, cuando en 1820 se encarga de preparar el Tratado de Regularización de la Guerra, con el cual se terminaba la Guerra a Muerte y el trato cruel a los prisioneros tomados en el campo de batalla. El cumanés fue un soldado que brilló siempre en todas sus empresas, que fue leal a Bolívar de manera extraordinaria, todo cuánto hizo lo ofrendó al Libertador, cuando él mismo tenía todas las virtudes para reclamar para sí los logros alcanzados.

Su disciplina, su organización, su capacidad de valorar cada detalle, lo hicieron desde muy temprana edad uno de los héroes más grande de la historia patria.

En 1992 el comandante Hugo Chávez escoge justamente el día de su cunpleaños para dar inicio a la rebelión que se desarrolló en forma durante la madrugada del 4 de febrero. Pero fu realmente el 3 de febrero en la noche cuando se tomaron las acciones de los militares patriotas que se rebelaron contra el nefasto gobierno neoliberal de Carlos Andrés Pérez, que violó sistemáticamente los derechos humanos y cometió unos de los peores genocidios de la historia latinoamericana. Genocidio que, por cierto, fue avalado por el hoy Presidente de la Asamblea Nacional y potencial aspirante a la Presidencia de la República, en caso de una acción revocatoria contra el presidente Nicolás Maduro, tal como lo tiene en la agenda la derecha venezolana.

Sucre debe ser entonces, junto a Bolívar y Chávez, nuestros principales ejemplos para vencer las dificultades que hoy sorteamos. Para ello es necesario emular sus acciones, recoger nuestro espíritu como “hijos del Sol”, afrontar en cada detalle, con el más alto nivel ético y con mayor lealtad a la causa de la Patria, para poder vencer. Es necesario entonces tomar acciones, ir a la guerra con las armas y el batallon orientado, porque ninguna guerra se gana desde una posición defensiva. Y ya bastante ofensa hemos soportado estos tiempos.

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