Por Rocco Mangieri|La banalización del mal y la palabra sin referente (Opinión)

Con actos de habla constatativos el hablante se refiere a algo en el mundo objetivo, en el sentido de querer reflejar un estado de cosas. La negación de tales emisiones significa que éste cuestiona la pretensión de verdad que el otro plantea…

Jürgen Habermas,

Teoría de la acción comunicativa, 2002

1. LA PALABRA SIN ANCLA

Ellos deben saber, casi todos me imagino, los ciudadanos que se consideran representantes legítimos de la sociedad civil, de la producción económica o financiera, de la academia venezolana ilustrada o de otras instancias existentes en las clasificaciones sociales que deambulan entre los pliegues del lenguaje; ellos deben saber sin duda que la palabra vale en su contexto y en sus referencias.

No es lo mismo (y no tiene por qué serlo) hablar entre amigos en un café o en la sala de una casa, o en un garaje obscuro que hablar en una mesa de paz, en una convocatoria nacional. Sencillamente por los temas que están “sobre la mesa”. En estos momentos de mesas de paz los temas que nos esperan para ser “hablados” o “discurseados” requieren de las palabras adecuadas.

Sencillamente, hay hechos demasiado contundentes sobre la mesa para andarse por las ramas del lenguaje sin referente concreto. En realidad es una cuestión muy antigua, una táctica implícita, casi un savoir-faire muy bárbaro por cierto de las clases dominantes, la oligarquía, los truhanes y mafiosos, la delincuencia aristocrática de cuello blanco, a veces incluso de ilustres académicos.

2. PALABRAS, ACTORES Y COMEDIAS

Por cierto, también es una modalidad de los actores de comedia cuando ante una pregunta bien definida y orientada hacia un punto (casi como una flecha hacia un dardo), comienzan a hablar de otras cosas, con palabras dirigidas hacia “otros blancos” del discurso. La gran diferencia entre los personajes de la comedia (Moliére, Shakespeare, Darío Fo) o los discursos surrealistas de las obras de Samuel Beckett , y los actores representantes de la derecha y de la oposición presentes en la mesas de paz (salvo algunas muy pocas excepciones) es que resultan banales y faltos de originalidad en ese hablar sin referente.

Es lo mismo que sucedía, salvando las distancias contextuales, en el famoso proceso de Nuremberg: cuando le preguntaban a los nazis las razones del exterminio repetían frases hechas y con palabras fuera de lugar, como si el tiempo no hubiese pasado y como si su responsabilidad estuviese fuera del holocausto.

Hasta este momento, luego de varias mesas de paz y a excepción de los delegados del Gobierno, no se ha tratado de construir los discursos sobre las palabras adecuadas y consistentes.

Los invitados de la oposición no adeptos al proyecto bolivariano hacen silencio al respecto o cuando mucho repiten todos las mismas palabras: progreso-futuro-protesta-estudiantes-libertad-mediación-pacificación…

3. PALABRAS CLAVES DEL RELATO

Ninguno, que yo sepa, ha pronunciado las palabras claves: terrorismo, asesinato, golpe de Estado, paramilitares infiltrados, ecocidio, neonazismo…Como si hubiese un acuerdo silencioso y casi planificado (y que de hecho no lo es pues se trata de un código implícito de clase social, de habitus de grupos oligárquicos) en evadir los referentes que, allí vibrantes sobre la mesa, claman por ser convocados.

En cuestiones de política lo que vale es la palabra justa, la más certera y si no es posible emitirla en el momento adecuado pues existen otras posibilidades, pero lo que no funciona discursivamente es el bloqueo de los referentes, el desvío de aquella realidad que hecha lenguaje clama por ser nombrada, convocada, resuelta.

Los gentiles, elegantes o informales invitados no-gubernamentales y no-bolivarianos insisten por ejemplo en insertar la palabras protesta legítima, malestar ciudadano, crisis económica, los estudiantes son el futuro y el progreso.

Estas palabras evaden el circulo rojo de la diana y construyen un discurso evasivo, ambiguo, que se aparta intencionalmente del problema concreto: mientras de lo que se trata a todas luces de un intento de golpe de Estado programado por varios actores internos y externos adversos a la política del Gobierno Bolivariano, el efecto de sus enunciaciones a través de los medios y en las mesas de paz es el bloquear esta lectura (a través de varias modalidades lingüísticas como la omisión, la elipsis, la intercalación de otros referentes difusos, el énfasis deliberado sobre un foco ajeno al centro del discurso y otras).

La acción comunicativa de la oposición es más instrumental y estratégica orientada al éxito de su guión. La acción comunicativa del gobierno y las fuerzas bolivarianas están más orientadas al entendimiento. De hecho, como se dice en filosofía, la violencia es instrumental pero en este momento la oposición la reconvierte simbólicamente en un valor, una “forma de ética”.

4. EL CONSENSO ENTRE EL BLOQUEO Y LA EVASIÓN DEL DISCURSO

En cuanto a esta modalidad de evasión y de bloqueo no hay profundas diferencias significativas entre la palabra de los medios de derecha y la palabra de sus representantes en las mesas de paz. Estas últimas cumplen cuando menos una necesaria función comunicativa para el Gobierno, pues ponen en evidencia y como documento (mediático, histórico, como ética) una voluntad necesaria y por demás ya legitimada para activar un escenario de consenso.

Las prácticas de consenso social son comunes en la historia del mundo y en este caso es algo necesario.

Pero recordando a un conocido sociólogo alemán, Jürgen Habermas, uno de los defensores de la teoría del consenso que promueve la acción comunicativa orientada al consenso entre gobierno y sociedad, la eficacia del logro de este consenso requiere como condición fundamental una negociación previa a nivel del entendimiento; es decir, la mejor y mas certera delimitación sobre aquello de lo cual vamos a hablar y sobre lo cual vamos a discutir y comunicarnos.

Aquí se explica entonces porqué en las mesas de paz aparece un alcalde opositor que comienza diciendo: “…nosotros apoyamos la protesta y las peticiones de los estudiantes…hay que oír a los estudiantes… que la iglesia sea la pacificadora… etc.”.

Este personaje seguramente debe saber que la palabra protesta es en este momento algo ambiguo y difuso comparada con palabras tales como terrorismo, secuestro de comunidades, cobro de peaje o insurgencia neofascista.

Palabras que evaden el foco del discurso y que, al ser los estereotipos de un guión, impiden implícitamente la construcción de los consensos y de la base del discurso político fundado en la acción: el entendimiento. (Continuaré).

*Miembro de la Fuerza Bolivariana Universitaria Socialista Laboratorio de Semiótica y Socioantropología (ULA)
roccomangieri642@hotmail.com