Cuando la Policía Nacional Bolivariana (PNB) comenzó sus actividades en la parroquia Sucre, en diciembre de 2009, la violencia de género era el delito de mayor ocurrencia en esa comunidad del municipio Libertador de Caracas. Esto cambió radicalmente en cuestión de 11 meses.
“Ha descendido en 65,6%. Una cifra muy importante”, celebra el director de la PNB, comisionado Luis Fernández. “En Catia, el que le pega a una mujer está preso”.
La reducción ha sido posible, recalca, gracias a la prevención. “Hemos tratado este tema con los hombres. En muchos casos, el hombre cometía el delito sin estar muy enterado de que efectivamente es delito”, y que pueden “pagarlo” con la cárcel. “Creo que nunca se había sentado a los hombres, no se les había mostrado la ley ni las consecuencias de esto. Esto, a nosotros, nos ha dado un interesante resultado. El tema lo abordamos en las asambleas con Consejos Comunales”.
La Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia tifipica 19 tipos de violencia contra las venezolanas; entre otras, la simbólica, la mediática y la obstétrica.
La campaña de información de la PNB ha buscado concienciar a los novios, concubinos y esposos; y explicar a las mujeres dónde pueden acudir si son maltratadas por sus parejas.
“Antes, las mujeres no denunciaban. Ahora, la policía actúa”, enfatizó. Incluso, se creó la unidad de atención a la víctima.
Fernández aseguró que si la mujer solicita ayuda, y las funcionarias o funcionarios policiales se encuentran con la comisión de un delito, aprehenden al hombre. Recuerda que la ley permite sacar al sujeto de la casa, si está amenazando a su compañera.
Anteriormente, y por diversas razones, la comunidad guardaba silencio. “La gente sabía que la vecina gritaba cada tres noches, que el tipo le gritaba o la maltrataba psicológicamente, y se veía como algo común. Ahora, nosotros recibimos denuncias de las vecinas y los vecinos, quienes reportan que el marido le está gritando a la esposa, y nuestra comisión se presenta en el sitio”.
REACCIÓN MASCULINA
Las primeras acciones policiales fueron recibidas con sorpresa por los hombres. “Ellos preguntaban por qué los detenían por algo que hacían con frecuencia. Pero ya han ido entendiendo que lo que hacían es delito”, destacó el comisionado.
Otro factor sobre el cual ha incidido la PNB es la venta ilegal de bebidas alcohólicas, muy relacionada con el maltrato hacia las mujeres, las hijas y los hijos. “De cada 10 hombres que llegan borrachos a la casa, por lo menos 7 quieren agredir a su pareja y a la familia, de manera verbal o física”, calculó.
En más de 70% de los casos atendidos por la Policía Nacional, el agresor está ebrio.
Las mujeres perciben “un apoyo más contundente, se sienten atendidas desde dos puntos de vista: denuncio y me atienden; y son tratadas con especialistas”.
El apoyo que se presta es para que superen el temor que les genera la respuesta a la pregunta: “¿Qué voy a hacer con mi vida ahora que este tipo me pegó?”.
En algunas circunstancias el hombre regresa a la familia, pero en otras condiciones. Sin embargo, no es lo más común. “En la mayoría de los casos se termina la relación y el hombre se va, porque los hechos que generan la detención son graves e incluyen la violencia física”. Y las mujeres empiezan de nuevo.
MALTRATO FÍSICO Y VERBAL
Los hombres ejercen contra las mujeres violencia física y psicológica. La psicológica incluye ofensas, descalificaciones. La física, golpes, puñetazos, patadas.
“Hemos encontrado hombres que, literalmente, le caen a golpes a las mujeres”, lamenta el comisionado Luis Fernández.
En la parroquia Sucre de Catia, las mujeres agredidas generalmente tienen un bajo nivel educativo. “La que está formada, no lo permite, no lo acepta”, sentencia. Los hombres son de todos los sectores socioeconómicos. “Nosotros hemos tenido profesionales universitarios presos. La razón que dan para violentar la ley: el alcohol y la ira”.