Aunque es llover sobre mojado, preciso es recordar que Estados Unidos se ha hecho de grandes botines a costa de millones de cadáveres y poblaciones destruidas, y con la mayor desfachatez, no solo ha impuesto a sangre y fuego su voluntad, sino que además ha manoseado a su antojo los llamados “tratados internacionales”.
En el pasado era fácil identificar a los piratas, tuertos, con garfios y sin ética posible, que llegaban asesinando, violando, incendiando poblaciones enteras. Ahora también es sencillo reconocerlos. Estados Unidos, sin dudas es el mayor pirata de estos últimos dos siglos.
Y si hay algunos rubros que EEUU ha importado eficientemente son la muerte, el capitalismo y su capacidad para chantajear a los gobiernos que en su mayoría han cedido a causa de los efectos de su injerencia, nada pacifica.
Pero en el lenguaje hipócrita de la prenombrada comunidad internacional y de la “gran prensa” hegemónica -ya no tan grande, sino venida a menos moralmente- sus acciones son calificadas como “guerra humanitaria”, “represalia”, “lucha contra el terrorismo”, “ataque preventivo”, “efectos colaterales”, no importa si las víctimas son niñas, niños, mujeres y ancianos, como ocurrió en la invasión de 2003 contra Irak.
En dicha oportunidad, luego de los bombardeos, destrucción, genocidio, ocupación y magnicidio, el criminal confeso de George W. Bush declaró al mundo la triste frase “misión cumplida”.
Estamos esperando oír la que Barack Obama pronunciará, luego del desastre que ha significado la intervención en Siria, territorio del Medio Oriente, donde EEUU ha activado su industria militar sin descanso durante estos últimos años.