95 aniversario de su natalicio|Oswaldo Guayasamín: “Mi obra mayor es la preocupación por el hombre”

Latinoamérica recordó este domingo el 95 aniversario del natalicio del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, artista que trascendió fronteras con una vasta obra, en la que siempre dejó clara su firme postura a favor de la unidad regional y por la defensa de los derechos humanos.

Antiimperialista confeso e incondicional con la lucha sandinista y la Revolución Cubana, Guayasamín aseguraba que su obra mayor es la preocupación por el hombre, y así lo dejó plasmado en trazos y colores que hoy quedan para nuestra interpretación.

Un ejemplo del tratamiento de estos ejes fueron, entre otras muchas, su exposición “El camino del llanto”, sobre América Latina, y la colección “La Edad de la Ira” (1964 – 1984), en la que denuncia las crueldades de la Guerra Civil Española, la discriminación racial, las atrocidades de los nazis, y el abuso contra mujeres y niños.

Como parte de su sentir humanista el artista también dedicó su esfuerzo a La Capilla del Hombre, en Quito, un monumento al hombre americano, al de los pueblos oprimidos, y en cuyo interior se encuentra La Llama Eterna por los Derechos Humanos y la Paz.

En el complejo arquitectónico se encuentra parte de sus obras más representativas como “Gritos de Mujeres”, “El Retraso”, “Los Mutilados” y “Los Ríos de Sangre”, las que denuncia la violencia del hombre contra el hombre.

Con su pincel también inmortalizó a numerosas personalidades, entre ellos el inolvidable cantautor Carlos Puebla y el Comandante Fidel Castro, quién, aseguró el artista, era la primera persona de los cientos de retratos que había hecho que no pudo captar de una sola vez.

El líder de la Revolución Cubana posó en cuatro ocasiones para Guayasamín, encuentros que consolidaron una gran amistad y dejaron para la posteridad cuatro obras, entre ellas el retrato que pasó a la historia por ser el primero, donde además del rostro, incluyó sus manos.

Oswaldo Guayasamín fue nombrado póstumamente Pintor de Iberoamérica en la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica de 1999, un reconocimiento a toda su trayectoria artística, misma que comenzó desde muy temprana edad.

A pesar de que su padre no apoyaba su aptitud de pintor, el también escultor y dibujante se empeñó de todas maneras en el camino del arte, y ya desde los siete años andaba dando pinceladas para dibujar a los maestros de la escuela, anuncios para la tienda de su madre, y crear cuadros y retratos sobre trozos de algún material.

Su prestigio comenzó a crecer tras su primera exposición individual en 1942, en la que presentó obras de denuncia social. Posteriormente se acentuó con su serie Haycañán (Camino del llanto), convirtiéndose en una de las primeras figuras del arte pictórico nacional.

Durante su vida fue acreedor de múltiples premios nacionales y distinciones, entre ellas la condecoración de la Orden de las Letras y Artes en Francia y la Legión de Honor del mismo país; el doctorado honoris causa de la Universidad Central de Ecuador y de las universidades de Mérida y Santo Domingo.

Guayasamín, uno de los últimos cruzados del imaginismo, como lo definió Pablo Neruda, murió en 1999 de un paro cardíaco en la ciudad de Baltimore, Estados Unidos.

Texto/La Voz del Sandinismo
Foto/Archivo