Colectivo La araña feminista|Mujeres: ¿histéricas? ¡No! ¡históricas! (Opinión)

Dice el escritor uruguayo Eduardo Galeano “…Un hombre de las viñas habló, en agonía, al oído de Marcela. Antes de morir, le reveló su secreto: -La uva -le susurró- está hecha de vino. Marcela Pérez-Silva me lo contó, y yo pensé: Si la uva está hecha de vino, quizá nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos”.

La historia son palabras que narran nuestro transitar por el mundo. Nuestras maneras de habitarlo, construirlo y transformarlo.

La historia como ciencia social o humana en su sentido más amplio se ocupa de estudiar las manifestaciones materiales e inmateriales (ideas, valores) de las personas, de las sociedades. Este estudio se basa en el análisis de objetos fácticos (discursos, acciones, escritos, obras, etc.) que son identificados como fuentes.

La historiografía, en cambio, es el registro escrito de lo que se conoce sobre las vidas y sociedades humanas del pasado y la forma en que las historiadoras y los historiadores han intentado estudiarlas.

Así la historia nos permite entender quiénes somos, de dónde venimos, a la vez que es una gran herramienta para comprender nuestro presente y construir nuestro futuro. Sin embargo, como gran parte de los discursos científicos, ha sido utilizada para legitimar la opresión ejercida por los grupos de poder sobre las grandes mayorías.

En su libro Mujeres en tiempos de cambio, Iraida Vargas hace un análisis sobre los diversos mecanismos de desigualdad que la sociedad venezolana ha impuesto a las mujeres, entre ellos la invisibilización en el discurso historiográfico.

La invisibilización, entendida como el no tener identidad, no ser nombrada o estar ausente ha sido el mecanismo empleado por el discurso histórico hegemónico para excluir a las mujeres de los grandes relatos.

Esto significa borrarlas o intentar borrar de la memoria colectiva sus aportes, sus acciones, sus prácticas en los diversos procesos que han configurado nuestra historia como Nación.

La historiografía tradicional ha servido para reproducir la ideología patriarcal al reconocer no solo como legítima sino como necesaria la organización jerárquica de los géneros dentro de las estructuras sociales en las que los hombres han mantenido históricamente el poder y las mujeres hemos estado subordinadas a él.

Aunque ha puesto en la palestra a alguna de nuestras heroínas, como Manuela, Luisa Cáceres de Arismendi o Juana la Avanzadora, se ha ocupado de manera sistemática y con una clara intencionalidad de ocultar las voces de los colectivos de mujeres negras, mujeres indígenas, mujeres pobres.

La lucha por la equidad e igualdad de mujeres y hombres implica romper con las formas en que se han construido y reproducido los procesos de diferenciación de los papeles sociales sobre la base de las diferencias biológicas entre los sexos. Estas diferenciaciones se expresan en todas las esferas de la vida, cultural, política, económica y permiten entender el género como una categoría articuladora de la realidad.

El proceso histórico que ha configurado a Venezuela como Nación ha estado atravesado por años de prácticas represivas, violaciones, abusos, injusticias, trampas frente a las cuales las grandes mayorías oprimidas, entre ellas las mujeres, han desarrollado procesos organizados y colectivos de resistencia.

Esta acumulación de experiencias logró su cristalización en el proceso bolivariano impulsado por el comandante Hugo Chávez.

Es importante que las mujeres tomemos conciencia de nuestro rol como agentes promotoras de las transformaciones sociales, de nuestro rol en los procesos históricos, no solo desde la mirada de las grandes heroínas sino de los colectivos de mujeres, sobre todo de los sectores populares, que operaron y operan como grandes motores en las transformaciones históricas.

T/ Guillermina Soria
soriaguillermina@gmail.com