Edith desarrolló metástasis|“La enfermedad te hace cambiar y te hace vivir”

Edith dictaba clases en la noche en un instituto de educación superior. En el día trabajaba en una compañía, en la cual ha permanecido por 23 años.

Salía muy temprano de su casa y regresaba a la medianoche. Trabajaba y trabajaba.

“No tenía tiempo para vivir”, contó al Correo del Orinoco.

Un mes del año 2008 estaba atareada porque en la institución educativa donde laboraba se organizaba la promoción de los estudiantes. Su hijo estaba entre los graduandos.

Fue a una tienda para alquilar un vestido, pero no se lo probó porque estaba apurada. Lo apartó y cuando días después lo fue a recoger, le dijo a la vendedora que ese no era el traje que había elegido porque era más ajustado. Aún así se lo llevó.

Su hijo la ayudó a colocarse el corsé y se fue a la fiesta.

Cuando regresó a la casa no se lo pudo quitar. Cuando logró quitárselo, se dio cuenta de que el seno derecho estaba muy caliente.

Llamó a la doctora que la había atendido durante toda su vida para decirle que tenía una protuberancia en el pezón.

Al ir a la consulta, llevó la mamografía que se había practicado hacía apenas dos meses. La doctora la refirió a un especialista que le hizo varias evaluaciones.

El cáncer había llegado a la etapa 4, con metástasis. Fue necesario practicarle una mastectomía, con reconstrucción del seno: “Hasta el estadio 3 puede recuperarse hasta en un 80% de los casos. Pero en el estadio 4 desarrolla metástasis”.

Recibió quimioterapia: “Siempre he sido muy positiva. El desconocer te ayuda muchísimo. Ahora sería cobarde porque son procesos muy duros. Dios ha sido misericordioso conmigo porque no vomité, no perdí peso, no tuve diarrea”.

Edith tiene un hijo de 28 años, y gemelos de 17 años. Señaló que lo esencial para la recuperación son la familia y el entorno. Además, siempre ha tenido “una fe grande en Dios”.

Relató que nunca ha dejado de trabajar: “Siempre de pie y llena de vida. Estar en el estadio 4 con metástasis no quiere decir que voy a morir. Hago lo que hace una persona normal. Siempre que se piensa en el cáncer se piensa en una persona desgastada y triste. Eso es mentira. Sigo trabajando. Aprendí a vivir con la enfermedad, eso es esencial”.

Antes trabajaba muchísimo, ahora tiene tiempo para todo: “En fracciones de segundos todo puede cambiar, por eso aprendí a vivir el hoy y el ahora. La enfermedad te hace cambiar y te hace vivir”.

Reconoce que el cáncer está fuera del entorno de cualquier persona: “De solo nombrarlo te paraliza”.

Relató que algunos parientes han muerto “sin tener nada y yo sigo aquí”.

Señaló que la muerte “es parte de la vida, aunque nadie quiere morir. Nadie sabe qué va a pasar, solo Dios. Y nadie se va a morir antes de tiempo”.

T/ J.Q.P.