En su cuenta en Twitter, Mariadela Villanueva se presenta a sí misma como “analista y comunicadora. Socialista y chavista. Firme creyente en poder popular”. Hay dos detalles que no añade en el perfil: es socióloga y es chavista en el este de Caracas, lo que le ha dado una escuela y un aguante únicos.
Ha soportado insultos, chistes, susurros; que le digan que no le van a vender un producto por ser chavista, que le nieguen la atención en una tienda porque se atreva a defender al Gobierno, al comandante Hugo Chávez o al presidente Nicolás Maduro. “Aquí no entran los chavistas”, le espetaron hace poco. Pero Villanueva, analista de las sociedades, articulista de medios como Aporrea y (aunque no lo reconozca) artista, lo asume con una sonrisa.
Recibe al Correo del Orinoco en su casa, en el este de Caracas (cabe aclarar que no es “el este del este”). El suyo es un apartamento de clase media en el que el amor cuelga de las paredes, porque en ellas están algunos de los cuadros de su mamá, Mary Brandt, y en las gavetas de hermosos muebles de otra época están guardados los dibujos con los que Brandt retrataba -y en algunos casos, criticaba- la sociedad en la que le tocó vivir.
“Yo creo que sí estamos en un punto crucial” para el país, señala Villanueva. “Por un lado creo que tenemos un Gobierno mucho más fuerte de lo que el mismo Gobierno ve; yo siento que la autoestima del Gobierno está más baja que la fuerza que realmente tiene, porque si fuera un gobierno mucho más débil ya lo hubieran tumbado, porque lo están tumbando por todos lados. Pero es un Gobierno que se siente en la necesidad de estarse defendiendo”, sentencia.
Por otro lado, evalúa, hay decisiones que no se toman. “Hay medidas económicas que aparentemente saben que las tienen que tomar y no las toman por el costo social, por la proximidad de otras elecciones. Pero, ¿el costo social con quién?”, se pregunta. “Yo pienso que a veces deberíamos ser un poco más drásticos para ganarnos a nosotros mismos y tratar de ver qué hacemos con la molestia que tiene el propio pueblo chavista”.
CRÍTICAS
-¿A qué atribuye esa molestia en el pueblo chavista?
-Yo no puedo hablar por todos los chavistas. Pero es la molestia cotidiana del fastidio de la cola, de la comida, de que si se consigue o no se consigue, la complicación cotidiana que fastidia mucho a la gente. Es ese sentido del abandono y de la falta de atención, y yo creo que eso molesta. Y molesta la delincuencia; eso asusta mucho, porque a la gente que tiene hijos adolescentes y que están en la calle se les convierte en una tortura china la salida del muchacho.
Villanueva sostiene que es perentorio hacer “un esfuerzo muy grande por dar información” a tiempo, porque hay una evidente “falta de información oficial”. Considera que no ha habido suficiente sobre casos como los asesinatos de Robert Serra y María Herrera y los hechos violentos registrados en el edificio Manfredi. “La gente busca la información en la oposición”, sea falsa o verdadera, dictamina.
Si no hay certezas, advierte, se genera inseguridad “y la inseguridad siempre crea reacciones adversas”. Esa falta de certezas la atribuye a no informar de manera oportuna. “El exceso de propaganda cansa y la no información crea inseguridad y dudas. Es una mala combinación; es realmente una mala combinación.
-¿Por qué cree que se optó por más propaganda y menos información?
-Sería una deducción arbitraria mía, pero yo creo que cometemos un error fundamental: no darle a Maduro la fuerza que tiene. Yo creo que lo del hijo del Chávez y el hermano de Chávez y el primo de Chávez se lo debiéramos quitar; él es Nicolás Maduro como él es, y él tiene a su cargo una República y tiene que asumirla con la fuerza que él tenga; que la tiene, además.
-¿A la oposición como la ve?
-Yo vivo rodeada de la oposición; tengo una familia toda opositora, mis amistades de antes son todas opositoras y ellas siguen igualito de opositoras como eran el primer día: exactamente con los mismos prejuicios, no ven nada positivo. Hay una oposición que sigue igualita, impertérrita.
-¿Siente que hay más intolerancia por parte de la oposición, de ese antichavismo?
-Yo pienso que sí están intolerantes, pero también es verdad que tienen la vida más incómoda.
-¿Todos las tenemos?
-Ese es otro problema, porque la vida incómoda la tenemos un poco todos.
Villanueva piensa que este año “nos hemos acostumbrado” a lo que llama “esa incomodidad cotidiana y ese maltratado que me da mucho dolor”, y eso tiene que ver “con la desesperanza, con la idea de que efectivamente no se va a componer, de que tengo que salir corriendo a comprar los pañales”.
Estabilidad y humildad
-¿Ve al país estable? ¿Inestable?
-Es curioso, pero yo creo que está más estable de lo que nos parece. Yo creo que está más fuerte y más estable de lo que parece.
-¿Pero hay una idea de que no está estable?
–Hay una idea de que no está estable y una idea que nos la han vendido a nosotros mismos, una idea equivocada también con Nicolás Maduro, el hijo de Chávez. Muy bien, Chávez nos dejó, yo amo a Chávez, pero ya está: tenemos a Nicolás Maduro y hay que darle la fuerza que tiene.
-¿Entonces no habría anomia?
-Hay un despelote, pero un despelote más mediático. Yo pienso que de alguna manera funcionamos, pues, y pienso que este triunfo de Evo Morales nos va a hacer bastante bien, también.
-¿Por qué cree que va ayudar a Venezuela?
-Porque yo creo que la salida violenta o la posibilidad del apoyo a la salida violenta se va a reducir. El hecho de que Evo haya triunfado es un ejemplo para el resto de América Latina; sube el ánimo. Evo es otro fenómeno que hay que estudiar a detalle, porque no es Evo solo el que gana, no es solo el indio que gana; es la mezcla maravillosa que se ha dado entre Evo y Álvaro García Linera, que es una mezcla entre la sabiduría tradicional y el marxismo.
-¿Cambió el contexto latinoamericano pro-revolución con la muerte de Chávez?
-Sí, yo creo que sí, que se atrasó. Chávez era como la llama que mantenía el fuego, y yo creo que esa llama hacía falta. Esa fuerza, ese despertar de Chávez no lo puede sustituir nadie; sí hubo un bajón, pero yo creo que esa es una de las cosas buenas que puede traernos ese triunfo de Evo.
-¿El reimpulso otra vez?
-Sí, yo creo que sí puede ayudar a un reimpulso para América Latina.
A su juicio, en Venezuela hay que aprender de Morales. “A nosotros nos hace falta una cosa: algo de humildad”.
-¿Por qué?
-Cuando yo era chiquita había unos chistes que eran una burla a los mexicanos: todo es grandotote, y así estamos nosotros. A nosotros se nos está yendo la mano con lo que somos, que si somos una gran potencia. Chávez abrió una puerta, Chávez abrió una posibilidad. Tenemos que ubicarnos.
-¿Ese ubicarnos qué implica?
-Primero yo creo que tenemos que conocernos, porque tenemos una idea idealizada de muchas cosas. Somos quizá el país más enajenado de América Latina: El más americanizado, el más yanquizado el más penetrado, el más de mujeres Barbie. En ninguna parte de América Latina se ponen las mujeres tantas tetas como en Venezuela, y ahora son rabos que además ves a 100 kilómetros que son puestos.
ENCONTRAR LA CULTURA
-¿Somos muy proyanquis? ¿Lo ve todavía así?
-Lamentablemente sí.
-¿Por qué eso no cambió con el periodo de Chávez?
-Oye, porque Chávez no podía con todo. Chávez hizo bastante por resaltar los valores venezolanos. El pasado 12 de octubre estaba viendo la ceremonia que hicimos con los indígenas: muy bien, pero les pusimos unos guayucos, insólito; si los hermanos indígenas andan en guayucos, pues que salgan así, o si no que se pongan unos bluyín, pero no esa especie de faldillín de tutú que les estamos poniendo. Seguimos separando lo que es folclórico, los indígenas siguen siendo una cosa rara que no puede ser; seguimos parcelando.
-¿No hemos encontrado nuestra cultura en este momento?
-No, nos hemos encontrado ni nos hemos identificado unos con otros.
Para Villanueva tampoco se han logrado relaciones plenamente horizontales. “Seguimos teniendo ministros, viceministros, jefes de no se qué cosa y pa’bajo y pa’bajo y todo el mundo es jefe de algo, porque además es una vergüenza social no ser jefe; ahora las secretarias no son secretarias sino que son asistentes, y los motorizados no son motorizados sino que son gerentes. Es una cosa complicadísima: puros nombres, pero un ejercicio horrible de la jerarquía y de la autoridad”.
-¿Cómo cambiar ese ejercicio de autoridad y de la jerarquía?
-Creo que debemos empezar por la humildad y debemos empezar por reconocer los problemas culturales que tenemos, que no se resuelvan con más espectáculos. Está muy bien que hagamos festivales de todo, y ferias de libros y premios de esto y premios de lo otro, pero todo es un espectáculo que no percola hacia abajo.
VIVIR BIEN
-¿Qué quiere el pueblo venezolano, entendiendo la diversidad que somos: chavistas, opositores, gente en el medio?
-Yo creo que todo el mundo quiere vivir bien. Mientras no cambie la cultura todo el mundo quiere tener real, comprarse una camioneta y tener una casa; esa es la verdad.
La socióloga señala que es obvio que Venezuela tiene que industrializarse, pero también debe definir en qué se va a industrializar.
-¿Cómo llegamos a esa definición?
-Hay dos tendencias que tenemos dentro del gobierno, que yo no llamo ni siquiera reformistas y revolucionarias. Una, que sigue creyendo que el modelo es más industrias; la otra es menos progresista en el sentido del progreso profesional. Porque el sentido convencional de progreso ha destruido el planeta, ha destruido al ser humano y ha destruido la calidad humana,
-¿Cómo encontramos nuestro camino?
-Yo creo que no lo vamos a lograr sino juntos en América Latina. América Latina tiene una riqueza que viene del convivir indígena. Yo no estoy diciendo que vamos a volver al paraíso terrenal, pero sí creo que tenemos que volver a una relación armónica entre los seres humanos, con la Tierra, con la naturaleza y los seres vivos.
“EL PAÍS ESTÁ COLOMBIANIZADO”
Con el asesinato del diputado pesuvista Robert Serra y de su asistente, María Herrera, se ha vuelto a hablar casi a diario del paramilitarismo, que es por una parte la posible presencia de paramilitares de Colombia y, por otra, el uso -en manos de delincuentes venezolanos- de prácticas paramilitares.
Mariadela Villanueva señala que en zonas como Petare “hay paramilitares y la sociedad se siente a veces protegida por ellos porque los ayudan, porque tienen más medios para emergencias; eso es grave, pero eso también lo hemos dejado correr”.
-¿Eso implica que nuestra política se está colombianizando, tomando como ejemplo la Colombia violenta de los años 70-80?
-Sí, yo pienso que el país se está colombianizando y eso me horroriza.
-¿Qué implica esa colombianización?
-Ese incremento de la violencia, de la inseguridad, de la normalidad ante el tráfico de drogas, ante la muerte; esas cosas horrendas con niños de 12, 13 y 14 años armados. Es un ambiente horrible para vivir y es muy difícil de controlar.
-¿Cómo hacemos para que eso no se naturalice? ¿Para que no lleguemos al punto al que llegó Colombia hace 30 años?
-Nosotros tenemos solo la parte delictiva de esa colombianización; no tenemos la parte política que tiene la violencia colombiana. Pero lo más grave es que la parte delictiva es mucho más nociva y es mucho más fácil que permee por todos lados.
TWITTER, EL DESAHOGO
-¿Cómo evalúa el fenómeno de Twitter en nuestro país, como vía de intercambio?
-Es un desahogo.
-¿Por qué es un desahogo?
-Los venezolanos por alguna razón somos pacíficos; la gente te puede insultar o decirte no sé qué, pero a puños no nos entramos. Entonces gesticulamos por Twitter, la gente se mienta la madre por Twitter, se dice horrores por Twitter, echan para afuera unos odios que realmente alarman.
-Lo ve entonces como una vía de desahogo, para evitar el enfrentamiento físico.
-Yo creo que es un desahogo de las ansias personales de cada uno, desde la rabia hasta las conjeturas.
-¿Sirve como guía? ¿De información ante la falta de información?
-No, sirve para saber lo que está pasando; ahora, para saber ciertamente lo que está pasando no. No creo que el Twitter sea la gran salida en ninguna parte.
A LA IZQUIERDA «ME LLEVÓ EL SENTIDO DE LA JUSTICIA QUE SIEMPRE TUVE”
“Yo nací en Lima porque mis padres eran diplomáticos, pero no viví sino un año, año y medio, y después viví en Italia y en Suiza”, cuenta Mariadela Villanueva. Su papá, Manuel Villanueva, era diplomático; su mamá, Mary Brandt, artista, hija de Federico Brandt.
La intelectualidad de izquierda de la Venezuela de los años 50 y 60 no le era ajena a Mariadela Villanueva. “Yo me crié con los Otero; ese fue otro privilegio. Conocí a Alejo Carpentier, Pablo Neruda. Mi mamá y mi papá eran muy amigos de los Otero y eran muy amigos de Inocente Palacios”. Poder escuchar “era un privilegio increíble, es un privilegio que uno no aprecia sino después”.
Villanueva ingresó a la Universidad Central de Venezuela (UCV) en 1961, para estudiar sociología. Un día, relata, “fui a tener al entierro de Livia Gouverneur”, luchadora comunista. Su foto salió en todos los periódicos. “En vista de que la niñita andaba en el entierro de Gouverneur me mandaron un año casa de un tío que vivía en Europa, en Bélgica”.
Pero se devolvió, no solo a Venezuela sino a la UCV. El profesor Eduardo Vásquez decidió que debía estudiar filosofía, y en filosofía la inscribió. “Pasé a la izquierda directamente sin pasar por go, un poco por espíritu de aventura, un poco por sentido de la justicia. Me llevó el sentido de la justicia que siempre tuve y una familia que nunca presionó para la derecha, que eran librepensadores, intelectuales libres pensadores”, subraya. Nunca militó formalmente en un partido, pero siempre estuvo cerca del Partido Comunista de Venezuela.
No terminó filosofía porque se casó y se hizo mamá. Finalmente “sociología fue la que terminé: entre allanamientos y allanamientos y partos y partos terminé sociología”.
-¿Es muy difícil ser chavista en este entorno?
-Es difícil; es muy solitario.
Mamá de una hija y de un hijo, ha hecho gala de su capacidad artística con su nieto más pequeño, de siete años de edad, quien vive fuera del país: “Le escribo cuentos, le mando cosas y le hago juegos”.