Por Ramón Alirio Contreras|Tu cuerpo tan mío (Opinión)

El sistema de la publicidad que viaja como aparato adoctrinante tiene su sustento en el mecanismo de los deseos del ser humano. Eso lo descubrió Eduard Bernays, sobrino del psicoanalista austríaco Sigmund Freud, especialista en la psicología de masas que consideraba a la civilización como una amenaza, bajo la cual latía un animal no consciente que debía ser controlado para que no se destara y gobernara al mundo desde su irracionalidad. Para ello, consideraba que al pueblo hay que tenerlo seducido con productos que satisfagan sus instintos y puedan ser controlables.

En ese contexto, la publicidad se hace dueña del cuerpo de los sujetos, creando patrones que utilizan el cuerpo femenino como objeto de deseo, tanto para hombres como para mujeres. Para los hombres movidos por el deseo de posesión y dominio del cuerpo de la mujer, para la mujer como modelo a seguir para constituirse en objeto de deseo.

Han pasado muchos años desde que Bernays introdujo con éxito sus ideas en Estados Unidos, pero sus conceptos e ideas aun rigen la industria del consumo, de la cual Venezuela es todavía una de las más representativas.

En eso del cuerpo como objeto de deseo, pocos países quizás nos hagan sombra, pues sabemos que acá vivimos bajo la influencia de una estética marcada por los concursos de belleza, en la que la mujer deseable es producto de un proceso de reconstrucción que la estandariza.

Lamentablemente, son muchas las mujeres que responden a ese patrón de conducta, que lejos de combatirlo lo alimentan, porque los medios de comunicación y la industria de la publicidad trabajan cotidianamente en el proceso de destrucción de la autoestima de la mujer, para que establezca como modelos los estándares de divas o misses, que sirven como sustitutos de los productos que promocionan, apelando a la pulsión sexual que nos mueve.

Esta pelea es dura, se trata de un despertar que nos desvincule de los aparatos de dominación de masas que el capitalismo emplea para el control social, para sustituirlo por un modelo de valores humanos y sociales que le quite al ser humano su concepto de mercancía y consumidor voraz.

@aliriocontreg