Toda la obra del filósofo alemán Carlos Marx, en general y sobre todo sus principales textos, no sirve sino para “complicarnos la vida, para enredarnos, para sacarnos de la ingenuidad, para sacarnos de la ignorancia en cuanto a la imposibilidad de entender el mundo en que vivimos”, señala el historiador venezolano, Vladimir Acosta, a propósito del título del libro ¿Para qué sirve El Capital?, publicado por Editorial Trinchera y Escuela de Cuadros.
“Para eso sirve, para complicarnos la vida”, enfatizó ante el público que asistió el pasado miércoles a la presentación del libro –del cual es coautor– en la Biblioteca Pública Simón Rodríguez de Caracas. El profesor advirtió que cuando no se está al tanto de las cosas, cuando no se profundiza en los hechos, “uno simplemente actúa sin reflexionar”.
“Sin tener una teoría revolucionaria, que lo ayuda, uno vive en la ingenuidad y hasta en la felicidad. No entiende nada del mundo, está resignado a que el mundo sea así y entonces ni siquiera entiende por qué hay ricos y pobres, por qué los pobres son cada vez más pobres y más grandes en cantidad, por qué una minoría se apropia de todo el producto de una sociedad y la mayoría tiene que vivir en la pobreza o en la miseria, no entienden absolutamente nada de eso, no se lo plantean”, expuso Acosta.
En ese contexto de ingenuidad y pasividad, señaló, a las personas “les cae la religión o van a buscarla y la religión les va a resolver todo porque les va a decir: sí, es que el mundo siempre ha sido así, siempre ha habido ricos y pobres, siempre ha habido injusticia y el mundo de alguna manera fue concebido así por Dios ¿por qué lo concibió Dios así? Bueno, para probar a los pobres, porque si los pobres se resignan a ese mundo, bien”.
Pero si la gente no se resigna, las cosas toman otro cariz, señaló el historiador y filosofo: “Es distinto a si se comportan mal y empiezan a fomentar revoluciones” pues “probablemente van a ser castigados y van a terminar en el infierno”. En cambio, “insistió, si (los pobres) son dóciles, si entienden que su misión en este planeta, en ese valle de lágrimas, es sufrir como sufrió Jesús en la cruz, en el más allá, los pobres van a ser felices”.
¿CÓMO LEER EL CAPITAL?
El libro ¿Para qué sirve El Capital? pone en evidencia que si en algo concuerdan muchos intelectuales y pensadores de nuestro tiempo es que es imposible obtener victorias revolucionarias, esto es, impulsar transformaciones concretas de la realidad, sin hacerse de una teoría revolucionaria, de un método de estudio.
“Como va viniendo, vamos viendo”, no es una manera del ser revolucionario pero ¿cómo aproximarse a las principales obras de pensadores como Karl Marx? ¿Cómo adentrarse, por ejemplo, en El Capital?
El intelectual y escritor cubano, Rubén Zardoya, no niega que acercarse al principal texto de Marx “es una tarea temeraria”, pues es un libro “denso, es difícil pero –aclaró- totalmente legible y alcanzable”.
“Uno va poco a poco tratando de descifrar. Uno no se puede rendir. El mismo Marx decía que el que quiera dominar la ciencia tiene que estar parado para ascender por senderos escabrosos hasta sus cumbres luminosas y los senderos son escabrosos. Todo es así, pregúntale a un deportista de alto rendimiento si él logra eso fácilmente. No, ese hombre entrena 6 u 8 horas diarias, así usted tiene que estudiar”, reflexionó.
Para Zardoya, incluso “Marx tenía plena conciencia de que lo más difícil es pasar del capítulo uno, el capítulo más complejo, donde el poderío de su pensamiento dialéctico se expresa de la manera más acabada y realmente cuesta trabajo. Si usted logra vencer ese primer capítulo yo pienso que lo demás va a caminar”.
LEER COMO RAYUELA
La respuesta a cómo leer El Capital se asemeja a la forma de abordar Rayuela, la novela del escritor argentino Julio Cortázar, en la que este propuso a las lectoras y los lectores jugar a leerla según el orden que quisiera cada quien.
“Hay una discusión entre los autores acerca de cómo comenzar a leer El Capital. Hay algunos que recomiendan ser leído por el primer capítulo, otros que hablan de comenzar por el capítulo XXIV que tiene un carácter más histórico, más cercano. Se ha hablado también de empezar por los capítulos donde se habla de la explotación del trabajador asalariado en las jornadas laboral, la forma de obtención de lo que se llama plusvalía absoluta que son de más fácil lectura”, apuntó Zardoya.
Resaltó que, precisamente, “en el libro este que escribimos (¿Para qué sirve El Capital?), una de las temáticas principales es cómo se debe estudiar El capital, el orden en que debe ser leído”.
Acosta tampoco tuvo reparo en afirmar que “El Capital es un libro bien difícil, esa es la verdad”. Y de manera jocosa agregó que “si ustedes logran pasar el Tomo I, cuando agarren el Tomo II, ahí se van a suicidar porque si es verdad que es apretado”.
“Yo realmente lo he leído y estudiado. Uno lo hace por interés profundo. Pero no es fácil leerlo, definitivamente no es fácil. Como tampoco es fácil leer a István Mészaros, Más allá de El Capital”, acotó.
“Recuerdo alguna vez que Chávez propuso sacar un millón de ejemplares de Mészáros. Afortunadamente desobedecer a Chávez fue bueno, sacar un millón de Más allá de El Capital era una locura. Para leer a Meszáros hay que conocer economía. No son libros, digamos, de masas”.
De vuelta a El Capital, indicó que “existen manuales que son resúmenes del libro que de alguna manera son una introducción. Le pueden dar entonces a quien lo lee una visión de todo lo allí expuesto y después se puede profundizar teniendo más claridad y puede poner el orden que uno quiera. Son manuales que pueden servir como una primera orientación”.
No obstante, “lo importante no es sólo El Capital. Usted puede ser perfectamente marxista sin haberlo leído porque el pensamiento de Marx está en toda su obra, que está toda dedicada a lo mismo: a formar conciencia revolucionaria, a formar compromiso, a describir el capital, el capitalismo, a mostrar y a promover las luchas obreras, el socialismo y el comunismo”.
¿QUIÉN DEBE LEER EL CAPITAL?
Si hay libros que “no son, digamos, de masas”, entonces ¿Quiénes deben leer El capital?
Para Zardoya “debe leer El Capital todo el que se proponga de alguna manera participar en el proceso de transformación de la realidad capitalista. Decía Marx en sus célebres Tesis sobre Feuerbach que lo que los filósofos han hecho hasta ahora es tratar de interpretar el mundo y de lo que se trata es de transformarlo”.
Pero, subrayó: “Recuerdo a mi Comandante Chávez repetir esas palabras y decir que para transformarlo lo primero que tienes que hacer es conocer el mundo que quieres transformar y ese es un mundo esencialmente capitalista”. “Es el modo de producción dominante que subordina aplasta, prostituye, al resto de los modos de producción, trátese del incipiente modo de producción socialista, las formas de producción comunal, las formas de la pequeña producción mercantil, en fin la diversidad de formas de producción que puedan subsistir”.
Y en el El Capital “justamente encontramos la radiografía más acabada de ese mundo”, subrayó. “Un mundo que ha sido convertido en un inmenso arsenal de mercancía, un mundo de dominación del capital, un mundo donde hay un fetichismo de la mercancía, un mundo de la enajenación de todas las relaciones sociales, ninguna obra como ésta para adentrarse a eso”.
¿CRISIS DEL CAPITALISMO?
Un mundo donde según informes de la Organización de Naciones Unidas (ONU) aumentan las desigualdades sociales, donde hay guerras, invasiones frente a los ojos de todos, donde potencias como Estados Unidos hablan públicamente de su intervención en otras naciones financiando a grupos terroristas para derrocar gobiernos ¿puede hablarse de una crisis del sistema?
Para Vladimir Acosta “el capitalismo es un sistema que pasa por periodos cíclicos en los cuales hay crisis. Es un sistema que siempre ha superado las crisis y de allí sale más organizado y poderoso; más moderno, más activo y más ahorrador de manos de obra, de fuerza de trabajo, es decir, con más carácter de explotación”.
“Es normal que el capitalismo viva en medio de la crisis”, afirmó y trajo a colación un artículo de Santiago Alba, un intelectual español, en el que éste preguntó ¿Qué es una crisis capitalista?
En ese artículo, rememoró Acosta, se dice que el hecho de que “exista una cifra de pobreza cada vez más grande, que exista no sé cuántos muertos al día producto de la miseria, que exista no sé cuántos miles de millones de personas que no tienen acceso al agua, que se esté destruyendo el ambiente, que la pobreza crezca ¿es eso una crisis capitalista? No”.
“Eso no es una crisis capitalista, si uno examina los medios, si uno examina a los políticos todo eso es absolutamente normal, lo consideran absolutamente normal”, remató Acosta.
A manera de comparación, el profesor precisó que “la crisis es crisis cuando afecta justamente los sistemas socialistas”. Y añadió que “puedo contar algo que verdaderamente puede ser un chiste. Yo tengo una formación marxista desde que era un chamo, desde que era adolescente. Uno vivía de examinar el capitalismo de crisis en crisis”.
Según aseveró, los soviéticos llegaron a un nivel de desarrollo tal que podía analizarse como parte de la crisis general del capitalismo de entonces. A pesar de ello, la tal crisis se alargaba en innumerables momentos. “Entraban en la segunda etapa de la crisis general del capitalismo, la tercera, la cuarta, el aspecto ‘A’ de la octava crisis del capitalismo pero el capitalismo seguía duro”, ironizó.
El punto está, concluyó, que “resulta que a la Unión Soviética le vino una crisis y se acabó”.
Para Acosta ninguna de las cosas que pueden ser crisis para un sistema socialista lo es para el capitalista, pues el primero “tiene que partir de que es un sistema humano, que es un sistema que beneficia a la humanidad, que es un sistema basado en valores distintos que es la cosa más difícil de construir”.
“El capitalismo hoy habla sin la más mínima vergüenza, sin el más mínimo miedo”, denotó. Hace 100 años se premiaba una empresa porque estaba dando más trabajo. “Que si eran como (Guillermo) Zuloaga: ‘puede que especulemos pero damos fuentes de empleo’, pero ahora “especulamos y no creamos fuentes de empleos sino que las destruimos y eso es parte del capitalismo normal y es celebrado por él”.
Para que exista una verdadera crisis capitalista, arguye, “se requiere que haya como contrapartida, hablando en términos marxistas clásicos, las condiciones objetivas de un proceso revolucionario”.
¿Y la izquierda?
Actualmente, lamentó Acosta, “en la mayor parte de los países no hay una izquierda realmente. Lo que está surgiendo ahí es gente particularmente joven, explotado, como en los EE.UU. el Occupy Wall Street, están luchando, están descubriendo que el capitalismo es el enemigo, pero no tienen organización, no tienen suficiente consciencia, no saben para dónde van y no se atreven, porque tampoco saben bien qué plantear”.
Criticó que estos “viven obsesionados por las redes sociales” que si bien sirven “para convocar marchas, si no hay organización de verdad, partidos organizados con apoyo, eso no va para ninguna parte”.
El profesor resaltó que “uno de los grandes logros del presidente Chávez justamente fue haberle fijado a este proceso –que tiene tantas debilidades–, por lo menos como meta, el socialismo”, aunque juzgó que algunos creen “que el socialismo ya estaba a la vuelta de la esquina, que el socialismo era justamente la abundancia de esos años en que había de todo”.
“Y entonces, claro, cualquiera se vuelve socialista cuando va a todas partes, tiene buen salario, bastante dinero y hay de todo. Pero cuando el salario se te vuelve agua por la inflación y no consigues nada por la especulación entonces hay que preguntarte si sigues siendo socialista”, expresó.
Realmente, concluyó Acosta, “el capitalismo tiene todas las ventajas, además, como no tiene ética, no tiene ninguna ética, puedes matar, puedes robar. Un socialista tiene que tener ética y la ética es un límite. Hay cosas que le parecen que no son morales, que no son válidas, que no las puede hacer. Uno no puede robar a una viejita, el capitalista la roba y para adelante. Y hace dinero con eso. Y después compra un periódico en el cual va a decir que él es un humanista, un filántropo”.
«EL FANTASMA DE MARX VIVITO Y COLEANDO»
¿De qué forma leer El Capital? ¿Qué capítulos tienen más vigencia hoy día? ¿Entra la dialéctica en el legado definitivo de Karl Marx? ¿Cuál es el estatuto científico de El Capital?, estas fueron algunas de las interrogantes que se discutieron en el Segundo Encuentro Internacional de Cuadros efectuado en el 2013 y que aparecen desarrolladas en un libro cuyo título, ¿Para qué sirve El Capital?, aviva la cuestión de la importancia de la teoría marxista en nuestro tiempo histórico.
Para Amílcar Figueroa, editor de Trinchera e integrante del equipo de trabajo que hizo posible el libro, este esfuerzo que junto al de “mucha gente que batalla por la teoría no está cayendo en terreno desértico, cada día más hay grupos de camaradas en todo el país que está aproximándose al debate teórico” por lo que en todo el país “empiezan a despuntar grupos con un nivel de teoría bastante desarrollado”.
“La experiencia dice que la gente sí está buscando herramientas”, asegura, y agrega que “justamente en momentos en que se presentan mayores dificultades es que se ve con más claridad la necesidad de entender la realidad que vamos a transformar y para entender esa realidad es necesario tener una base teórica y ahí aparece, entonces, el fantasma de Marx vivito y coleando”.