Hoy se cumplen 225 años de su nacimiento|Anzoátegui fue uno de los pocos cuadros militares en los que el Libertador tuvo plena confianza

El 14 de noviembre de 1789 nace en Barcelona, capital del actual Estado Aznoátegui, José Antonio Anzoátegui, quien habría de desempeñarse de modo glorioso durante la Guerra de Independencia, en distintas responsabilidades militares y administrativas que se asignaron desde 1812 hasta el momento de su muerte, sobrevenida repentinamente el 15 de noviembre de 1819.

PAGÓ EL PRECIO

Anzoátegui, con grado de subteniente, fue reconocido en 1812 por los vecinos de su natal Barcelona como jefe militar. Por ostentar esa condición –luego de organizar y encabezar las operaciones de defensa de la plaza frente a las amenazas de los realistas– le correspondió entregar la ciudad y a los enviados de Monteverde, a raíz de la Capitulación de San Mateo del 25 de julio de ese mismo año. Y pagó cara su devoción republicana.

Tras la asunción de el gobernador realista Lorenzo Fernández de la Hoz, Anzoátegui fue apresado junto a Francisco Espejo. Ambos fueron trasladados a las bóvedas de La Guaira; no sin antes “haber sido torturados y expuestos al escarnio público en un cepo de la plaza caraqueña de Capuchinos”, según reseña Jóvito Franco Brizuela en una biografía publicada por la Academia Nacional de la Historia.

Con la entrada de Simón Bolívar a Caracas tras la Campaña Admirable, el barcelonés recuperó su libertad y se incorporó inmediatamente al Ejército Libertador. En 1812 contrajo matrimonio con Teresa Arguíndegui, con quien tuvo dos hijas, Calixtita –a quien Bolívar conoció – y Juana, quien con los años cultivaría para la posteridad la memoria del héroe-padre.

FRUGALIDAD

Uno de los rasgos de Anzoátegui, así como de los otros integrantes del elenco más próximo al Libertador fue su frugalidad en el modo de vida. Franco Brizuela lo describe como “siempre austero… incorruptible, con las virtudes de un Sócrates, inquebrantable en sus principios, no buscó jamás para él ni los suyos, beneficiarse con los haberes militares”.

Esa actitud marcó en él un clara diferencia con respecto de otros próceres que luego de Carabobo procedieron –como quien se precipita al reparto del botín a la manera de los soldados de Napoleón en la campaña de Italia– obviando a los estoicos protectores del pueblo y la gloria.

BRILLÓ EN BOYACÁ

José Antonio Anzoátegui participó como jefe de los cuerpos de retaguardia en la Batalla de Boyacá. Su intervención resultó fundamental para decidir la victoria del lado patriota. Justo en el momento en que la retaguardia del realista Barreiro se disponía a unirse con su vanguardia para retomar el control del pequeño Puente de Boyacá, donde se libraba el destino de la acción, el joven oficial actuó con tal celeridad que logró colocarse como un estaca en medio de las dos alas de las fuerzas realistas.

Todos los historiadores reconocen en Anzoátegui uno de los dos artífices de la victoria. El otro nombre pudiera reconocerse en Francisco de Paula Santander. jefe de la vanguardia independiente, y Juan José Rondón, cuya carga en un momento decisivo frente a los aguerridos destacamentos de los españoles, decidió la acción.

Merece la pena recordar acá las Memorias de Tomás Carlos Wrigth, quien sostiene que en Boyacá, a Anzoátegui “similar a Bolívar, siempre se le vió, desde el principio al fin del día, en lo más serio de la lucha, por lo que en justicia podría llamársele el Ney de aquella jornada”

EJÉRCITO DEL NORTE

En la página 2 de la edición del Correo del Orinoco del 30 de octubre de 1830 se inserta un artículo titulado “Nueva Granada” sobre el estado de las provincias de dicho territorio. Allí se lee “Las columnas del Ejército del Sur han marchado al mismo tiempo que las de operaciones del Norte. Se dice que el General Anzoátegui mandará aquellas tropas…que tomarán sobre Quito una actitud imponente, propia a favorecer la independencia de Lima y completar así la de toda la América del Sur” (Sic).

Cabe recordar que inmediatamente después de la victoria de Boyacá del 7 de agosto de 1819, y la toma de Bogotá dos días después, el Libertador dispuso el envío de fuerzas hacia las franjas norte y costera del antiguo Virreinato, así como reforzar planes en la lucha por la independencia de Ecuador. Anzoátegui estaba destinado, dos años antes del envío de Valdez y Sucre, a comandar las operaciones en el Sur.

HEROÍSMO INCONCLUSO

Muchos oficiales valerosos no superaron un horizonte limitado como propósito de la guerra y para ellos, ésta concluyó con la expulsión definitiva de los españoles del territorio nacional. En su vejez, José Antonio, el incomparable guerrero de nuestras llanuras, logró percatarse del hecho y dedicó en su Autobiografía páginas sublimes al proyecto de que le habló Bolívar en 1827, de encabezar una expedición a Cuba junto con Antonio José de Sucre.

De esta estirpe era Anzoátegui, como los héroes de Bárbula y San Mateo. De tal modo que por visicitudes de la contienda y la lógica de la historia, de entre los hombres con talento para planificar operaciones, ejecutarlas, mantener constancia y ejercer ascendencia sobre las tropas, apenas Sucre logró pudo sobrepasar con vida el lapso que va de Boyacá en 1819 hasta 1830 y se dispusieron generosamente a marchar al Sur, poniendo sus talentos al servicio del sueño bolivariano de independencia e integración. José Antonio Anzoátegui era de esa estatura.

PUPILOS DE BOLÍVAR

Los méritos superiores de oficiales como Anzoátegui y Sucre, dieron mucho ánimo al Libertador para expresar en diferentes tiempos, sus ideas acerca de que la Gesta Emancipadora debía darse a escala continental. Ello chocaba con la visión de las oligarquías tradicionales de propietarios de la tierra y los generales de fortuna que ascendieron socialmente con la victoria de Carabobo, pero quienes se restringieron a la patria nacional. Ideas de grandeza, como aquella tempranamente expresada por el Libertador en 1814 “La Patria es América” encontraron acogida en espíritus como el de Anzoátegui y el futuro Gran Mariscal Sucre.

¿PARALELISMO?

Cuando aun brillantes cuadros como Antonio José de Sucre no alcanzaban el generalato de división, ya Anzoátegui había logrado la codiciada presea. Si bien la trayectoria de uno y otro entre 1813 y 1819 fue diferente, ambos gozaron de la absoluta confianza del Libertador apenas éste conocerles. Así, desde 1818, Sucre comienza a desempeñar responsabilidades militares como Jefe del Estado Mayor del Ejército de Oriente a las órdenes de José Francisco Bermúdez.

Por entonces Bolívar comenzaba a observa su mesurada actuación en las disputas entre Mariño y Bermúdez. En ese tiempo Anzoátegui, con el grado de General de Brigada obtenido en 1817, estaba al frente del cuerpo más protegigo por Bolívar “la Guardia del Libertador”, base del ejército con que iría hasta el Potosí. Sin riesgo de desmesura puede sostenerse que Sucre fue el Anzoátegui que no logró ser; y Anzoátegui, un Sucre que desapareció de modo prematuro.

Recuérdese que en los días de la Campaña de Junín en 1824 el Libertador escribía a Sucre que se dirigiese hasta su campamento, pues necesitaba al menos alguien con quien elaborar planes, hacer los análisis de la campaña, alguien que tuviese pensamiento decía Bolívar, pues el resto de los generales eran buenos para dar ejecución a las órdenes, pero hasta allí.

De haber sobrevivido Anzoátegui, al lado de Sucre, quien sabe si Bolívar organizado la liberación de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas, como lo consideró luego de Ayacucho

EPÍSTOLAS DEL GUERRERO

En medio de las fatigosas campañas de 1818 y 1819, poco tiempo quedaba para que las ideas fluyesen sobre otro tema que no tuviese relacionado con el de la ofensiva y la defensiva frente a los realistas. Así, en la campaña de Apure, un año antes de emprender operaciones sobre la Nueva Granada, Anzoátegui responde comunicaciones del Libertador en estos términos: “Los batallones de La Guardia han quedado reducidos a solamente cuadros; con gran dificultad forman 200 hombres. A este estado lo han dejado reducido las muertes, enfermedades y deserciones. Yo tengo toda mi esperanza en la tropa que Ud trae”.

MIRAS CONTINENTALES

En sus ejecutorias Anzoátegui se parangona con los tempranamente desaparecidos Atanasio Girardot, Antonio Ricaurte, Ramón García de Sena y, por supuesto, con Antonio José de Sucre, asesinado en 1830. Estos fueron de los pocos oficiales que comprendieron y se entusiasmaron con las miras continentales del Libertador respecto a llevar la independencia hasta el sur; visión que el Padre de la Patria haría extensiva, a partir de 1825, a Cuba y Puerto Rico.

“HASTA EL POTOSÍ”

En su Narración [tomo 27 de las Memorias], Daniel Florencio O’Leary -edecán del Libertador desde 1819- da a conocer una carta poco difundida que Bolívar enviase al General Anzoátegui. Allí le estimula a la empresa de gloria continental de llevar la libertad a Ecuador y el Perú. Dicha epístola, escrita un día antes de la muerte del prócer barcelonés, no pudo llegar a las manos de este último con vida, como se entiende.

Allí el padre de la patria le transmite por escrito ideas que seguramente ambos conversaron cuatro días antes en su última entrevista: “Marcharemos a libertar a Quito, y quien sabe si el Cuzco(…) Si el argentino Potosí, sea el término de nuestras conquistas.

El escritor y periodista liberal Felipe Larrazábal, quien trabó amistad con muchos sobrevivientes de la Gesta Magna, dedicó a Anzoátegui un pequeño texto en forma de versos, bajo el nombre de Epígrafe donde se lee “Anzoátegui, discípulo de Bolívar,/su compañero en la desgracia, su auxiliar en la guerra, su amigo en todas partes y en/todas ocasiones, tan valiente /de entendimiento como de corazón conocía las cosas en su punto/y sabía lograrlas/se esforzó heroicamente en Boyacá,/ilustrando su nombre en la famosa acción”. Grande en valor y generosidad, respetuoso de las leyes, colmado de las virtudes que caracterizan al Amadís de Gaula al emplear sus armas en defensa de su tierra y su pueblo, José Antonio Anzoátegui conquistó en gallarda lid un pedestal dentro de suramericana.

“MENSAJERO DE LA MUERTE”

Salió Bolívar de Pamplona [el 14 de noviembre de 1819], pero no había adelantado… pero no había adelantado mucho en su camino cuando el 19 de noviembre le alcanzó un mensajero anunciándole la muerte del general Anzoátegui. Este triste acontecimiento le sorprendió grandemente, pues acababa de separarse de su valeroso teniente, dejándolo en el pleno goce de la salud, lleno de noble ambición y halagüeñas esperanzas. Anzoátegui era valiente y experto soldado, amaba a su patria(…)la gloria militar y el odio a sus contrarios fueron los móviles de su conducta. Pérdida inmensa fue ésta para el ejército. Tan prematuro como sensible y difícil de llenar era el vacío que dejaba. El día antes de recibir Bolívar la fatal la noticia le había escrito éste una larga carta en la que le refería: ‘(…) Cuide mucho de la Guardia, recuerde Ud que en ella tengo puesta toda mi confianza. Con ella, después que hayamos cumplido nuestros deberes con la patria marcharemos a libertar a Quito y quien sabe si el Cuzco. Reciba Ud también el beneficio de nuestras armas y quizá el argentino Potosí, sea el término de nuestras conquistas. Salió Bolívar de Pamplona [el 14 de noviembre de 1819],

Acaso al fiar al papel estas palabras proféticas, sólo se propuso Bolívar despertar las nobles aspiraciones de Anzoátegui; empero los acontecimientos posteriores dejaron cumplida la predicción, la misma que dos meses antes había hecho al ejército en su proclama [del 28 de agosto de 1824]: ‘¡Soldados! Vosotros no érais doscientos cuando empezásteis esta asombrosa campaña; ahora que sóis millares la América entera es teatro demasiado pequeño para vuestro valor. Sí, soldados(…) el opulento Perú será cubierto por las banderas venezolanas, granadinas y chilenas. Lima quizás abrigará en su seno a estos Libertadores que son el honor del Mundo Moderno’.- Bogotá, 24 de agosto de 1819/ BOLÍVAR (Daniel Florencio O’Leary, Memorias, tomo 27).

Texto/Néstor Rivero
Ilustraciones/Edgar Vargas y Cortesía CNH

El inmortal, José Antonio Anzoátegui uno de los gloriosos patriotas más grandes que haya parido nuestra patria y tierra Venezuela. Junto con el Mariscal Antonio José de Sucre, el invencible Atanasio Girardot y los inolvidables: Manuel Cedeño, Ambrosio Plaza, Antonio Ricaurte y otros más. que en este momento me evaden la memoria.

Junto a esto, desde hace siglos el envenenamiento ha sido una estrategia utilizada por el enemigo (imperio español, ingles y ahora el mas inmoral y cobarde el norteamericano) y, vaya que le ha dado resultado. ejemplos, estan a al vista. Nuestro Padre Libertador Simón Bolivar, José Antonio Anzoategui, y el último de nuestra gloriosa Gesta Bolivariana, el presidente eterno y supremo Hugo Rafael Chávez Frias.

En resumen, solo la unidad, la solidaridad, la conciencia histórica-politica y social, el combate, la batalla nos dará la victoria sobre el enemigo y sus miserables lacayos.

Viva Venezuela, viva nuestra patria……

  • lo de siempre envidia por sus exitos militares fue envenenado en pamplona norte santander colombia por los enemigos oligarcas militares y civiles del libertador la traicion para dejar poco a poco solitario a bolivar entendamos algo el los queria como hijos suyos y eran de su total confianza alguna semejanza con hoy dia

  • Pechocha dijo: Su comentario ha sido recibido.
    Que arrechos fueron estos proceres, que grandes. Al leer estas narraciones es imposible evitar hacer similitudes con el grande, el gigante que tuvimos la dicha y suerte de acompañar en estos tiempos, aunque esta vez en paz. Fueron batallas de ideas, para lograr la Patria Grande, al igual que Anzoátegui, nuestro heroe se nos fue prematuramente.