Declaraciones de Salas y Rocco coinciden en que los rebeldes habrían “asaltado el módulo”|Estudiantes aseguran que hubo presunta tortura

Pese al diáfano cielo de las 11:30 am de ese 4 de Febrero de 1992, la estudiante de Educación de la UC Roraima Sánchez vio por segundos una oscuridad tenebrosa tras recibir un enérgico golpe en la cabeza con la culata de un arma larga. Boca abajo estaba acostada en la calle, por lo que no logró observar la cara de su agresor.

En los albores de ese 4 de febrero de 1992, antes de encontrarse junto a otros más en el piso de una calzada del barrio Canaima, Sánchez le había encomendado un favor a una amiga: “Dile a mi familia que los quiero a todos, en especial a mi mamá”.

Sabía que al unirse al movimiento civil que apoyaría el levantamiento militar contra Carlos Andrés Pérez se exponía a la represión que presuntamente sufrió seis horas después de la confesión a su amiga. Mientras hurgaba su cráneo, revolviéndose con un dolor punzante, Sánchez pensó que moriría desangrada.

“¡Párate, carajo!”, le ordenó a Sánchez el hombre vestido de civil. El zapato del funcionario golpeteaba las costillas de la joven de 20 años de edad.

“¿Es que nos van a matar? Estamos desarmados. Nos entregamos, ¿qué quieren? Llévennos a donde nos tengan que llevar”, contestó iracunda Sánchez. Ya la sangre le había tapado parcialmente la visión.

En realidad, ella y sus compañeros se hallaban ahí, en el piso “por evitarle un problema a una señora”, en cuya casa se habían escondido media hora antes, al momento en que se había iniciado el tiroteo en el módulo. La señora los había ocultado en un cuarto, cuando un Disip casi tumba la puerta principal: “¡abra la puerta, doña!”.

“¡Aquí no hay nadie, hijo!, ¡busque en otra casa!”, replicó la mujer desde dentro. Mediante murmullos y señas, los muchachos convencieron a la dueña de la casa para que abriera la puerta.

“Si nos hubiésemos quedado escondidos en esa casa a lo mejor los policías habrían disparado hacia dentro”, pensó Sánchez cuando otro Disip la tomó por el brazo y la levantó del suelo. “Esta está sangrando mucho”, apreció el hombre.

Al lugar acudió una de las “jaulas” de la policía de Carabobo. Sánchez y 15 jóvenes más subieron apretujados al vehículo. “¡Muévanse, vamos, vamos!”, ordenaba una voz gutural que se lograba captar entre el torbellino de sonidos. Aún a Sánchez le quedaba en los oídos el pitico que le causó una granada que explotó cerca del rancho donde se había escondido.

MALAS NOTICIAS

Luego de pasar brevemente por el Hospital Central de Valencia –con un intento de fuga- Sánchez y los demás fueron encerrados en los calabozos de la comandancia de la policía de Carabobo. “Las ratas, cucarachas y el excremento humano regado por doquier daban al hacinamiento un desespero adicional”, enfatizó.

Allí Sánchez oyó de una compañera llamada Ivón Sequera lo que había ocurrido presuntamente con Columba Rivas: “Un funcionario de civil la asesinó de un tiro cuando detuvieron el autobús en el que viajaba”.

Gracias a las gestiones de varios fiscales y diputados, el 5 de febrero Sánchez salió con otros de sus compañeros de la comandancia de la policía. El resto de sus camaradas iría al Cuartel San Carlos. No presenció los asesinatos del Canaima. Desde entonces no ha descansado en ayudar a esclarecer los crímenes ocurridos ese día. Actualmente es dirigente en Valencia del Partido Socialista Unido de Venezuela.

“CORRIENTE Y PATADAS”

Según Irán Parra, quien era alumno de la Escuela de Economía de la UC, los detenidos fueron “fuertemente torturados”. Relató que él estuvo en la ruta que se enfiló al sur de Valencia.

“Fuimos a la labor de agitación. No sabíamos que íbamos a una confrontación. Fue más bien una emboscada para tratar de paralizar la movilización que estábamos alentando. Pasamos frente al módulo y empezó el tiroteo por parte de la policía y de la Disip. El resto es como se ha dicho: algunos fuimos capturados y otros asesinados. No pude ver los ajusticiamientos porque al momento estaba refugiado en una vivienda del área”, aclaró.

Parra narró que los efectivos “obligaron a los detenidos a cargar” los cadáveres: “Luego nos metieron en una celda, tras ser fuertemente torturados con electricidad, cachetadas y planazos. Nos trasladaron a la comandancia de la policía en Navas Espínola, donde nos golpearon mucho. Luego de allí a varios nos mandaron al Cuartel San Carlos en Caracas”.

DECLARACIONES DE SALAS

Para este trabajo periodístico el Correo del Orinoco intentó, sin recibir respuesta satisfactoria, ubicar al exgobernador de Carabobo, Henrique Salas Römer; al exdisip Mario Rocco y al exjefe del CORE 2, Pedro Romero Farías; también, con el responsable regional de entonces de la Disip, Sebastián Estevez e incluso con el exministro de Defensa, Fernando Ochoa Antich. De los dos primeros colocamos a los lectores algunos datos recogidos en la investigación.

El 12 de enero del año 2000, Salas Römer compareció ante el Juzgado Segundo de Primera Instancia para el Régimen Procesal Transitorio del Circuito Penal de Carabobo. He aquí algunas de las preguntas y respuestas:

-¿Diga usted qué instrucciones giró y a quién se las giró para que la policía de Carabobo actuara en los hechos sucedidos en el módulo Canaima (…)?

-Según la información que tengo, fueron los policías quienes fueron asaltados sorpresiva y alevosamente, de manera que nadie pudo haberles dado instrucción, mucho menos yo que desconocía los acontecimientos hasta después que habían sido consumados.

-¿Qué instrucciones giró y a quién se las giró sobre la actuación que debían sostener los funcionarios de la policía del estado para con los civiles detenidos el 2 de febrero de 1992 (…) en el módulo Canaima?

-Ninguna. Todos estaban a la orden de la justicia militar y hasta donde tengo entendido, habiendo sido suspendidas las garantías constitucionales, la policía del estado reportaba a estos fines a la comandancia de la guarnición y no a la gobernación del estado. Debo precisar que a mi entender no había solo civiles detenidos, sino también algunos soldados. Sin embargo, no dispongo ni dispuse nunca de las listas de los detenidos en el módulo Canaima y mantenidos provisionalmente en las instalaciones de la policía del estado.

– ¿Diga usted el nombre y la jerarquía del funcionario o los funcionarios bajo su mando con quien mantenía comunicación que le permitiera tener conocimiento acerca del estado físico y mental de los civiles detenidos el 4 de febrero?

-Ninguna persona me reportaba sobre ese particular y ningún conocimiento tuve. Debo recordar de nuevo que los presos estaban a disposición de la justicia militar y las garantías constitucionales estaban suspendidas. Yo me limité a atender a los tres agentes policiales fallecidos, dar garantía y consuelo a sus familiares y visitar a cada uno de los que quedaron heridos (…) es interesante acotar que hubo 8 muertos y 12 heridos, según el parte médico. Y que la mitad de esas víctimas, un total de 10, pertenecían a la policía del estado Carabobo, lo que pone en evidencia que en el módulo Canaima fueron estos víctimas.

VERSIÓN DE ROCCO

El 13 de agosto de 1996 compareció Rocco ante el Juzgado Séptimo de Primera Instancia en lo Penal y de Salvaguarda del Patrimonio Público de Carabobo: “Ese día fuimos acuartelados todos los funcionarios de la Disip y salimos a la calle por orden del comisario Sebastián Estevez, quien para entonces era jefe de la brigada, en vehículos civiles y vestidos de civiles a la calle con la finalidad de recopilar información en Valencia” (SIC).

“A mí me tocó el sector de la zona norte, adyacente a la UC donde desde un punto de control observamos cómo salían y entraban de la misma estudiantes y militares armados. Como a eso de las 10:00 am escucho por la red de transmisión a mis compañeros Jesús Vargas y Ana Díaz (que) pedían apoyo, ya que sus vidas corrían peligro. Y lo pedían con desesperación, lo que me obligó a trasladarme allá.

-¿Diga usted si tenía conocimiento de cuál organismo era el que sacaba a las personas de las residencias adyacentes al módulo Canaima?

-La Guardia Nacional.

-¿Diga si usted tiene conocimiento de qué tipo de personas eran las que sacaban de las casas?

-La gran mayoría eran insurrectos.

-¿Qué tipo de arma portaba usted en ese procedimiento?

-Mi arma de reglamento.

-¿Diga si llegó a accionar su arma de reglamento?

-No, ya que lo que hacía era ayudar a llevar a los detenidos a la sede y volvía a ayudar a los funcionarios heridos.

-¿Diga usted si tiene conocimiento de que los funcionarios accionaron sus armas de reglamento?

-La gran mayoría.

-¿Usted llegó a presenciar la muerte de algunos de los insurrectos los cuales usted menciona en su exposición?

-No, al contrario sí vi cuando herían a funcionarios…

-¿Tiene conocimiento de quién dio muerte a los insurrectos?

-Desconozco. Me imagino que las fuerzas leales, eran muchos los militares que estaban allí, ya que había pocos funcionarios y en su mayoría salieron heridos.

ORDEN DE EXTRADICCIÓN

Cabe destacar que sobre Rocco se emitió una orden de captura ratificada el 15 de febrero de 2006 por un tribunal de control de Carabobo. El Tribunal Supremo de Justicia, en Sala de Casación Penal, declara procedente la solicitud de extradición de Rocco, quien para la época encontraba en España. El Tribunal consideró que presuntamente el efectivo de la Disip descrito por Wilfredo Bermúdez y César Pérez (junto a otros testigos) se trata de Rocco. Unas cuantas fotos afianzarían esa tesis.

T/ Luis Tovías Baciao