Los motivos del lobo | ¡Que se depriman ellos! (Opinión)

¡Qué se depriman ellos!, no nosotros. No es que los quiera ver así, pues no le deseo mal a nadie, pero la verdad es que ya los estoy viendo: desanimados, desalentados, desmoralizados.

Son los militantes de la oposición a quienes parece que les hubiera caído una seguidilla de males encima. Porque se van dando cuenta de que, no importa lo que hagan con tanta maldad y alevosía, nada consiguen salvo hacerse daño a sí mismos.

Y que cada vez están más lejos del pueblo que, al fin y al cabo, es el gran decisor.

Pasan los años y la Revolución no cede. Esto los tiene desesperados. Y de la desesperación a la depresión solo hay un paso. No saben qué hacer. Piensan en irse para no sé donde, en quedarse en su casa recogidos, en gritar, en callarse, en salir a la calle ¿para qué?, no tienen vida.

Por eso digo: que se depriman ellos, no nosotros. Ellos que no levantan la cabeza y creen que el mundo se está derrumbando. Y no nosotros, que llevamos orgullo en la mirada.

Porque este pueblo no se deprime. Sabemos enfrentar las dificultades con el mejor de los ánimos y un alma serena. Siempre lo hemos sabido y con las enseñanzas del comandante Hugo Chávez aun mucho más.

Pero uno los ve a ellos, los opositores, en estos tiempos, debatiéndose entre la depresión y la amargura. Como si las piedras que lanzan les estuvieran cayendo en su tejado.

Y por eso digo también …¡qué se amarguen ellos!, no nosotros. No es que los quiera ver así, de esa manera, como los estoy viendo: malencarados, enfadados, mortificados, molestos, con una amargura que pareciera haberse instalado en sus vísceras para siempre. No disfruto con ello, lo confieso. Pero ¿qué puedo hacer?

Es que no entienden nada ni quieren entenderlo. Desprecian a este pueblo luchador. No lo conocen. Pensaban que éramos ignorantes y maleables. Ya se están dando cuenta de que no es así. Todo lo contrario. ¡Somos guerreros! Pero además tenemos un humor a prueba de todo tipo de contratiempos, como se ha demostrado históricamente.

Y eso a ellos los amarga sobremanera. No pueden soportarlo.

Aunque si lo pensasen, tienen una salida posible para superar la amargura: venirse para el lado de la Revolución. ¡Aquí somos felices!

T/ Francisco de Asís