Pasado, presente y futuro | Arenga opositora (Opinión)

A lo largo de la historia, la arenga, el discurso o el mitin, han sido los vehículos por donde han viajado las ideas de los políticos, las cuales han estado siempre orientadas a captar la anuencia de sus seguidores.

Ahora bien, ¿cómo se capta ese respaldo a través de estos vehículos?, pues, de dos formas absolutamente básicas: a) diciendo la verdad o, b) mintiendo. Recordemos que la palabra, sea verdadera o falsa, es un poder.

En Venezuela la praxis política de los muchísimos “líderes” políticos ha estado signada por la opción “b”, la cual ha empantanado la conciencia del pueblo con falsas expectativas, falsas promesas, con recias campañas de desacreditación del adversario, entre otros.

Así fueron todos los “políticos” venezolanos de corte derechista y neoliberal -adecos y copeyanos- que lograron dominar a las masas a través de la fuerza de los medios, apoyados en un discurso demagógico que les permitía hacerse con el poder, y una vez conseguidos tales designios, adoptaban una postura genuflexa e inescrupulosa que los hacía poner de rodillas y al servicio del gran capital, al tiempo que se colocaban de espaldas al pueblo que había votado por ellos.

No obstante, hoy se puede observar de manera clara y precisa que esta oposición desquiciada, en su fulano documento golpista denominado “Acuerdo Nacional para la Transición” -que por cierto no logró captar la venía de sus aletargados seguidores- tiene como principal propósito reeditar tales modelos de mentira y lacayería.

Su filosofía comunicacional se basa en los preceptos de un antiguo proverbio chino: “…la repetición es la base del conocimiento, incluso si este es falso”.

Este lema lo manejan muy bien los “científicos” sociales que trabajan en sus laboratorios de guerra psicológica, los cuales tienen como tarea a tiempo 24/7 tratar de domesticar nuestras mentes, difundiendo maliciosas campañas de mentiras, chismes y rumores, a fin de ponernos en contra de nuestro antiimperialista Proyecto Bolivariano.

Pero a pesar de su desquiciada terquedad y de haber malgastado hasta ahora tanta cantidad de dinero en esa batalla propagandística contrarrevolucionaria, no han logrado sus viles objetivos.

Ante esta situación no nos queda otra opción, a nosotros los revolucionarios y revolucionarias, que luchar y vencer en este campo mediático.

Vayamos, pues, comunicadoras y comunicadores populares defensores de la Patria, desde cualquiera de nuestras trincheras, a desmontar toda esta burda y vergonzosa arenga opositora.

T/ Héctor Abache