Los caminos escogidos por la Revolución Bolivariana y la oposición son muy precisos si hacemos un balance de la actuación de cada sector. El triunfo de Chávez en 1998 selló una manera de actuar y gobernar ajustados a los preceptos de la Constitución Bolivariana. Igual decisión ha tomado el Presidente Nicolás Maduro, a pesar de toda la carga de agresividad opositora en su contra desde la misma noche cuando el CNE anuncia su victoria.
No hay dudas que se han hecho todos los esfuerzos para evitar salir de la legalidad, a pesar de haber ocurrido hechos violatorios del marco legal vigente que han repercutido y afectado negativamente a nuestra población.
El transcurrir de los días nos dice que efectivamente el camino de la Revolución Bolivariana no está sembrado de flores. No está demás decir que en ningún momento se pensó que ello era así. No es concha de ajo ni pelar mandarinas.
Seguimos en presencia de un monstruo de mil cabezas. Tan mañoso, tramposo y vicioso que no le ha importado vender su alma al diablo imperialista para lograr el objetivo de retornar al gobierno. Esto significa volver con las andanzas explotadoras, del saqueo y la dominación más vil y vergonzosa. De la entrega sin condición alguna. Todo por un puñado de dólares, como el nombre de aquella película de vaqueros.
De manera que esta oposición retrógrada, “obsoleta y periclitada”, al decir de R. Betancourt, pareciera no cesar en sus andanzas golpistas. Los encuentran y los agarran con las manos en la masa y se presentan como si nada. Todo indica que no solamente perdieron el rumbo de la vía democrática y de la relación con el pueblo, sino que han llegado al extremo del abuso de la mentira y la burla a la Constitución.
Todo indica que el común denominador de la actual oposición es la marcada desesperación por volver al gobierno valiéndose de todos los atajos, caminos oscuros y la ayuda del mismo diablo. Quien actúa como su padre y señor en cada uno de sus pasos.
Ese camino de la desesperación los ha llevado a cometer todo tipo de locuras y, sobre todo, asesinatos que ya se cuentan por centenas, producto de sus llamados a la violencia. No se cansan ni sienten vergüenza para visitar embajadas del exterior para arrodillarse e implorar financiamiento y viles pronunciamientos en contra de nuestro país.
Todo indica que seguimos en presencia de gente de sumo cuidado. Están demostrando que están realmente desesperados por el poder. Que vuelvan al redil constitucional parece difícil.