Por José Antonio Egido|Estabilidad en Latinoamérica (Opinión)

Qué fundamental es defender la paz y la estabilidad cuando se observa que el imperialismo extiende por doquier el fuego destructor de la guerra. Atados por pactos consanguíneos de servicio mutuo el Pentágono estadounidense se implica en una nueva locura belicista de la Casa Saud en Yemen mientras recrudece el principal frente terrorista del mundo en Siria.

He afirmado y repito que uno de los méritos importantes del comandante Hugo Chávez es haber construido las condiciones para una época de estabilidad en Latinoamérica a pesar de la agresividad redoblada del imperialismo.

Esa prodigiosa estructura unionista e integracionista formada por PetroCaribe, ALBA, Unasur y Celac y un nuevo espíritu en viejas estructuras como la OEA sirven para arrinconar a Washington y su incondicional Canadá y para debilitar sus lazos con las neocolonias que le quedan como, de momento, México, Colombia, Panamá y Perú.

También corta las alas golpistas y agresoras que ya se hubiesen lanzado con furia asesina contra Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, El Salvador, Argentina y Uruguay como en el pasado se lanzaron ferozmente contra México, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Cuba, Chile, Brasil, Granada, República Dominicana.

La existencia de esta estructura solidaria regional hubiese salvado la vida de grandes próceres latinoamericanos y caribeños del siglo XX como Sandino, Caamaño Deñó, Salvador Allende, general Prats, Miguel Henríquez, Che Guevara, monseñor Oscar Arnulfo Romero, Carlos Fonseca Amador, Fabricio Ojeda, Turcios Lima, Marighella y muchos otros, caídos todos ellos por las arremetidas de los imperialistas y de sus lacayos locales.

Frente al belicismo desenfrenado del Complejo Militar-Industrial que tiene como representantes a Barack Obama, John Kerry, McCain y otros políticos, las palabras paz, estabilidad, soberanía y derecho internacional cobran dimensión sublime y fundamental y capacidad movilizadora.

Esos criminales son capaces de ensangrentar Ucrania, Siria, Yemen, Irak, Libia, Afganistán y otros escenarios pero en nuestra región no lo son. Avanzan promisorias las negociaciones de paz de Colombia que harían merecedores de un verdadero Premio Nobel al presidente Juan Manuel Santos y al comandante Timoshenko.

Se une en su autodefensa todo el pueblo venezolano menos un puñadito de vendepatrias. La Unasur exige salida de bases militares gringas. El pueblo argentino reitera su soberanía sobre Malvinas. Todos los pueblos latinoamericanos cierran filas con Venezuela. Y el presidente Evo le anuncia una cumbre de las Américas no grata al inquilino de la Casa Blanca si no pide perdón a Venezuela.

Son verdaderos milagros de un continente que unido reescribirá la Historia y reconstruirá un mundo devastado por la avaricia y la locura de la oligarquía imperialista que tiene en EEUU su principal bastión y cuartel general. ¡Viva la paz y abajo la guerra!

jaegido@gmail.com