Por Manuel López|Poder financiero (Opinión)

Sin mucho ruido, pero con muchos dólares, China dio un paso más en la conformación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (AIIB, por sus siglas en inglés).

Aunque en Occidente la semana pasada se celebraba la Semana Santa, más de 45 países solicitaron al gigante asiático participar en la iniciativa que estará orientada al financiamiento de grandes proyectos de infraestructura e industriales.

Si bien Estados Unidos rechazó pertenecer esta iniciativa, muchas naciones alineadas con las grandes directrices políticas de Washington presentaron sus propuestas para ser miembros fundadores de la institución.

Se sabe que contará con un capital inicial de al menos 50.000 millones de dólares suscritos y 100.000 millones comprometidos, pero aún faltan por concretar numerosos detalles sobre su funcionamiento.

China venía invirtiendo parte de sus enormes excedentes en bonos del Tesoro de Estados Unidos, mientras otra porción de sus excedentes se han destinado a capitalizar los grandes bancos que se han consolidado con el tiempo.

Ahora con una sólida posición financiera en el mundo, y abundantes excedentes de reservas en dólares dieron un paso para consolidar un banco multinacional, aprovechando el descontento entre otros grandes países emergentes, que han criticado su escasa representación en los organismos multilaterales que mantienen la proporción de poder resultante de la II Guerra Mundial.

El Banco Asiático de Inversión será una institución financiera multilateral que no estará dominada por Estados Unidos o alguno de sus aliados. Está por verse quién llevará el pulso en esta pugna por el poder financiero internacional.

A pesar de que el dólar sigue siendo la moneda dominante en el comercio y las transacciones en el mundo, las economías emergentes se vienen abriendo espacios cada vez más influyentes en el ámbito económico mundial.

T/ Manuel López
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