Por Alfredo Oliva|Promesa incumplida (Opinión)

En tiempo de catástrofes, hostilidades, crisis y guerra no hay nada más lapidario para los políticos y gobernantes que las promesas incumplidas.

En funciones de Gobierno, las promesas incumplidas siempre, ¡óigase bien! siempre inspiran desconfianza y terminan socavando la imagen y credibilidad de quien las hace.

El peor enemigo de la esperanza, del apoyo y la confianza es la promesa incumplida. El que promete en política -acción de gobernar- firma un contrato, un pacto social, la palabra empeñada, un pacto de caballeros.

Los pueblos necesitan que las promesas se cumplan, el liderazgo se forja en la conexión entre la palabra y la acción que corresponde, se debe garantizar además las condiciones de continuidad del compromiso cumplido (estructuras, financiamiento, marco jurídico, organización, calidad, justicia, participación, etc.).

No olvidemos que todo comunica y que los imaginarios de los pueblos se construyen desde lo cotidiano, desde las necesidades, las expectativas y las utopías.

En las sociedades en que los poderes fácticos oprimen, la impunidad debe ser derrotada, las promesas de justicia deben acelerarse y cumplirse hasta las últimas consecuencias.

El Gobierno revolucionario del presidente Nicolás Maduro y el pueblo de Venezuela están siendo sometidos a una inhumana y criminal guerra no convencional por los poderes fácticos, y apoyados por el imperialismo.

Dicha guerra no discrimina entre niñas, ancianos, mujeres, hombres, enfermos o personas con discapacidad, en sectores como: alimentos, medicinas, higiene, repuestos, etc.

En este contexto es urgente, decisivo, dar el salto ¡de una vez por todas! y pasar de la promesa a la acción.

T/ Alfredo Oliva
oliva2021@gmail.com