Anunció la directora artística, Yuri Cavalieri|La danza contemporánea en Venezuela se viste de temperamento

Dice Yuri Cavalieri, directora artística del Taller de Danza de Caracas (TDC), que cuando se le mira desde afuera, uno de los aspectos que destaca de la danza contemporánea en Venezuela es la soltura, la audacia, el riesgo con el que se mueven los bailarines. Existe, a pesar de las diferentes escuelas, un sentimiento común, asegura.

«Creo que lo que nos define a nosotros es el sentimiento, el temperamento, el ímpetu, esa cosa del latinoamericano y del venezolano», describe la maestra.

Comenta que fuera del país gusta mucho esta manera de bailar. «Les gusta mucho el riesgo, lo venezolano, la manera arriesgada, la interpretación audaz», destaca en entrevista con la Agencia Venezolana de Noticias, a propósito de celebrarse este miércoles el Día Internacional de la Danza.

La maestra hace el análisis desde su experiencia en el Taller de Danza de Caracas, una de las escuelas con mayor tradición de la ciudad, con 40 años de formación y varias generaciones de bailarines que en Venezuela o en el resto del mundo guardan el ímpetu, la fuerza y el sentimiento que les enseñó el maestro José «El Negro» Ledezma, creador de la técnica del Taller.

Ledezma o «El Negro», como le llaman sus estudiantes y amigos de la danza, creó una técnica que ha enseñado a generaciones de bailarines a mover y dominar su cuerpo. Es un método físico, que toma aspectos del espacio y líneas del coreógrafo norteamericano Merce Cunningham, con la diferencia de que el venezolano le aportó movimientos más desbocados y sinuosos.

Yuri Cavalieri, discípula de Ledezma, explica que el maestro tomó de Cunningham aspectos básicos que luego fue transformando en una técnica propia. «Tomó la base técnica, escénica, pero le colocó el temperamento de nosotros. Movimientos más fogosos, más sinuosos, más contrastantes también».

Cunningham planteó una técnica espacial, muy limpia, lineal, muy pura, que Ledezma aprende en sus viajes a Nueva York y que luego trae a Venezuela, sin embargo como él mismo lo dice en una entrevista que concedió al Ministerio del Poder Popular para la Cultura, en la serie Voz de los Creadores, «Merce era un coreógrafo excelente, pero los sentimientos no entraban, ahí no había pasión, no había sino diseño, me parecía muy frío».

En efecto, la técnica Cunningham, como la describe Jacques Baril, citado en la tesis La danza en la UCV: Una visión retrospectiva (1961-2006), de Andreina Quintero, «no se trata ni de héroes, ni de emociones, ni de estados de ánimo, sino más bien de individuos».

«Son muy matemáticos», añade Cavalieri, «si el trabajo del torso es a la derecha, entonces es un poquitico no más a la derecha; si es a la izquierda, un poquito no más a la izquierda. Le faltaba como el fervor latino y es lo que hace El Negro».

«Él comienza a experimentar, dice: ‘me gustó esa manera, pero qué más le puedo poner. El torso puede ser más allá, más desbocado’. Le puso el temperamento latino, realmente fue eso», explica la maestra Yuri.

EL LEGADO DE GRISHKA

Antes de Cunningham, Ledezma comienza estudios de danza con el mexicano Grishka Holguín, considerado pionero de la danza moderna en Venezuela.

La periodista Marcy Alejandra Rangel, quien escribió un perfil sobre Ledezma titulado El valor de la decisión correcta, cuenta que con Holguín, Ledezma conoció algo más que el clasisismo del ballet.

«En la silla que se ve desde la puerta de la que es su residencia desde hace más de cuarenta años, el determinante coreógrafo puede describir a la perfección lo mismo que ha repetido a cada uno de sus alumnos. Que el ballet es una disciplina muy afectada, con un solo frente y que cuando Holguin lo invitó a ver una clase de danza contemporánea en el Teatro de la Comedia (hoy Teatro La Campiña) dijo: «Esto sí es un hombre bailando»», narra la periodista.

Además de Holguín, Ledezma hizo estudios con Sonia Sanoja y también de ballet con la maestra Lidija Franklin. Sobre esto, dice que en ese momento «era pecado que un bailarín de danza tomara clases de ballet, pero, si el ballet era el enemigo, entonces yo tenía que conocer al enemigo».

Le gustaba la señora Franklin porque enseñaba sin la afectación que él le critica al ballet. «La señora Franklin daba el ABC de la técnica académica, sin estilo, sin afectación, sin manerismo de ninguna especie», recuerda.

Luego, Ledezma da el salto y hace el viaje a los Estados Unidos, Nueva York, allí empezó a «conocer la técnica de Merce Cunningham porque, en esa época, una de las más famosas era la de Martha Graham, pero a mí la técnica de Graham nunca me gustó porque era demasiado dramática para mi personalidad, y lo de Merce era como un diseño espacial muy abstracto, muy limpio. Me atrajo eso».

Además, Ledezma descubre con Merce que existe una tabla técnica, es decir, que existe una manera de enseñar a bailar y es lo primero que él estudia con Cunningham, comenta Cavalieri.

«Lo que lo motiva a estudiar es que encuentra un principio y un fin dentro del trabajo técnico», reseña.

Con Merce también aprendió que en la danza, a diferencia del ballet, el espacio puede ubicarse en cualquiera de los frentes del teatro.

Ledezma trae todos sus conocimientos a Venezuela y crea un grupo en la Universidad Central de Venezuela. Allí plantea hacer una compañía, no consigue el apoyo y decide crear el Taller de Danza de Caracas.

Peggy Delgado, estudiante destacada, bailarina y ahora maestra de las generaciones más jóvenes del Taller, agrega que la técnica de Ledezma también ha ganado y crecido con los aportes de Yuri Cavalieri.

Al pregúntarsele cuáles son los aportes de maestra, piensa un rato y luego sin vacilar hace énfasis en el desenfado, el humor, la naturalidad y la feminidad de Cavalieri.

Como sus maestros, Delgado también viajó fuera a seguir aprendiendo. Estudió en México la técnica de Marta Graham y el Release. Ambas, importantes para su formación, fundamentada en la técnica de Ledezma.

Luego de años de estudio y trabajo diario, Peggy logró un vocabulario propio, una manera de moverse que, como lo hicieron sus maestros, ahora transmite a los alumnos en sus clases.

Remarca la importancia de la repetición de los movimientos, el estudio día a día hasta lograr encontrar las sensaciones necesarias para interpretar una coreografía o simplemente bailar.

Incorpora también a sus clases la caraqueñidad. Al estar el Taller en la capital venezolana, el dinamismo, la movilidad de la ciudad se hace parte de la escuela.

T/ AVN