La historia recuerda el 1° de febrero de 1936 como el día en fueron arrojados al mar los grillos del castillo de Puero Cabello, fieros fierros que mordían los tobillos de los hombres que se rebelaban contra Gómez. Mientras el agua se tragaba aquellas herramientas de tortura, brilló la voz cantarina de Andrés Eloy Blanco: «Hemos echado al mar los grillos de los pies. Ahora vayamos a las escuelas a quitarle a nuestro pueblo los grillos de la cabeza, porque la ignorancia es el camino de la tiranía. Hemos echado al mar los grillos. Y maldito el hombre que intente fabricarlos de nuevo y poner una argolla en la carne de un hijo de Venezuela».
Esta declaración recogía de modo cabal el sentido de su poesía, que era verbo y músculo, palabra y acción. Él había vivido el suplicio de esos grillos porque quiso llevar a los hechos lo que en sus versos clamaba: libertad, respeto, justicia. Se enfrentó a Gómez y, como muchos otros asumió las consecuencias sin doblegarse. Nunca dejó de ser para su gente bardo y tribuno: con la lírica le ofrecía versos para enamorarse o vivir el despecho:
No sé si me olvidarás
ni si es amor este miedo;
yo solo sé que te vas
yo solo sé que me quedo.
Y con la misma lírica denunciaba la opresión y la miseria que hacían insufrible la vida para el pueblo:
¿Quién le va a secar el llanto
si pasó la comisión
y le dejó el corazón
como capilla sin santo?
Estos versos del Palabreo de la recluta “dan cuenta de un mundo no regido por la ley, sino por el zarpazo, por la feroz vocación de poseer el poder y el control. Andrés Eloy, al igual que Gallegos denuncia y detesta a los Jefes Civiles del gomecismo que sometían a los Mujiquita a su autoritas. Hubo una honda sensibilidad en la poética de este hombre que padeció desde su primera niñez el ostracismo en Margarita, cuando su padre fue confinado por Cipriano en aquella isla”.
LAS EMOCIONES DEL PUEBLO
En un país donde el paludismo y el analfabetismo eran una prolongación de la tiranía política, Andrés Eloy Blanco logró apropiarse de las palabras de la gente y devolvérselas transformadas en poesía de denuncia, de amor y de esperanza. Hoy, a 60 años de su muerte en Cuernavaca, México, el filósofo y escritor cumanés Nelson Guzmán lo describe como “un poeta que trabajó y esculpió las grandes emociones de su pueblo, fue un creador de un lenguaje pleno y de grandes imágenes. Vivió en un mundo convulsionado y de opresión, los derechos humanos eran violados a cada instante en aquella Venezuela premoderna avinagrada por la dictadura militar gomecista”.
En medio de las guerras intestinas que desgarraron a la Venezuela de finales del siglo XIX, y oprimido por el régimen gomecistas “las emociones del pueblo” estaban marcadas por la experiencia del atropello y el despojo. Y AEB supo traducir en esa realidad en materia poética, si restarle crudeza:
“Tenía veinte caballos
la revolución le llevó diez
para perseguirla,
el Gobierno se llevó los otros diez;
y cuando no tuvo nada
se lo llevaron a él”.
JUAN BIMBA: HOMBRE HISTÓRICO
A ese hombre convertido en pieza de botín AEB lo bautizó con nombre de sonoridad popular: Juan Bimba, que como explica Guzmán, “fue su personaje central; era el campesino que vivía para el trabajo y del trabajo. Este hombre sabía de las vicisitudes, había sido despreciado en la historia patria nacional”.
Ese desprecio era doblemente cruel, porque en los hechos el campesino y su familia eran arrancados de la tierra como un tubérculo más. Y en el discurso del poder se le excluía de la historia. La historia, añade el filósofo, se reservaba para los héores. De esto da cuenta Guzmán cuando asevera que aun cuando “los dolores siempre recayeron en el pueblo, en su debilidad, en su impotencia, como lo sostiene Andrés Eloy”, ese dolor era ignorado, “no entraba en el relato de la cultura, que se centraba en la exaltación del heroísmo, como lo dijo Juan Liscano. Y ese sentir sumió a la cultura nacional en la penumbra, en las guerras civiles. Se defendía un sentir metafísico”.
AEB va a contracorriente de esa acitud: “Ese Juan Bimba que retrata Andrés Eloy es el hombre histórico, concreto”, señala Guzmán, quein hoy, a las 10:00 am, dictará una conferencia sobre este tema en el Teatro Luis Mariano Rivera de Cumaná.
UNA PEDAGOGÍA DEMOCRÁTICA
Guzmán cita las propias palabras de AEB para explicar que Juan Bimba no es un solo la representación del hombre infortunado, sino la encarnación del pueblo: “Es el hombre del pueblo de Venezuela/ Se llama Pedro Ruiz, Juan Álvarez, / Natividad Rojas,/ pero se llama Juan Bimba”.
Con estos versos se arma Guzmán para declarar que para AEB Juan Bimba no era un personaje de historias conmovedoras, sino la verdadera razón de la lucha contra la tiranía, primero de Gómez y más tarde de Pérez Jiménez.
En este punto, hace una aclaración que considera “de suma importancia”. Recuerda que Acción Democrática (AD) usó a Juan Bimba como su emblema y como un elemento de campaña electoral. “Pero el Juan Bimba de Andrés Eloy estaba muy lejos de ese uso demagógico. La fe de Andrés Eloy fue la redención, por sus venas corría dignidad, reclamaba justicia social, ese era su discurso y esa era su práctica”.
“Como poeta y político pensaba en una pedagogía democrática que abriera campo al ofendido, al humillado. Este hombre se empecinó en el cambio de las instituciones del país. Padeció la cárcel, todo lo arriesgó apostando por la equidad”, señaló. Y enfatizó que nunca traicionó esa postura. El murió en el exilio en 1955, pero si hubiera vivido los años 60, yo estoy seguro de que se hubiera ido al MIR, con esa juventud que rompió con Acción Democrática para luchar con las armas contra la traición de Rómulo Betancourt y su régimen antipoular”.
PALABREO DE LA RECLUTA
¿Quién le va a secar el llanto,
si pasó la Comisión
y le dejó el corazón
como capilla sin santo?
Si vino el reclutamiento,
se fue Juan y quedó Juana.
Si queda llanto en sabana
por todo acompañamiento;
si una comisión de viento
prendió el olor de mastranto,
si reclutaron el canto,
si no hay ni nube en el cielo
que le preste su pañuelo
¿quién le va a secar el llanto?
¿Qué va a haber potro en potrero
ni pareja en el velorio,
ni garza en el dormitorio
ni vaca en el lamedero?
¿Cómo va a haber becerrero
trenzando leche y canción,
si van casa y galerón
camino de San Fernando,
cómo no va a estar llorando,
si pasó la Comisión?
Mire, se llevó la vaca,
mire, se llevó el te quiero,
se llevó el ay que me muero
de media noche en la hamaca,
se llevó la guacharaca,
la manta de guarnición,
la promesa de varón
en el hijo prometido.
Mire, se llevó el latido
y me dejó el corazón.
Y allí está, sin más testigos
que esperar mañana y tarde
su menos de Dios lo guarde,
su más de ¡Hasta cuánto, amigo!
Becerrera del castigo,
trenzando cana y quebranto,
y ha sufrido tanto y tanto
y enterró tanto recuerdo
que tiene el costado izquierdo
como capilla sin santo