Humberto Ortega Díaz, ministro de la Banca Pública y fotógrafo|“Lo primero que agarro es la cámara”

En la planta baja de la sede principal del Banco de Venezuela, coloridos paisajes despiertan las miradas aturdidas por la cotidianidad citadina. Una muestra fotográfica de paisajes venezolanos pende de las paredes, cuidadosamente iluminadas para resaltar su belleza.

“La exposición se hizo con la intención de motivar al personal hacia el valor de la naturaleza, las aves, las flores. La respuesta fue espectacular. La exposición la llamamos Miradas de Venezuela porque retrata instantes del país”, dijo, entusiasta, el capitán Humberto Ortega Díaz, como si se hubiese liberado por un momento de su exigente responsabilidad de ministro de Estado para la Banca Pública y presidente del principal banco del país.

En este montaje se muestra el trabajo de las empleadas y los empleados del Banco de Venezuela. Antes, el propio Ortega Díaz había montado una muestra de su trabajo. “Lo hice con la intención de motivar a la gente y para que tuvieran una idea de lo que se quería. Por todas las instituciones por las que he pasado promuevo concursos de fotografía, para estimular a los trabajadores”, explica.

Maestro en sacarle el mejor provecho al “instante preciso”, retrata la realidad tal cual es, nítida, instantánea, pero con luminosidad de un preciosismo que impresiona por la variedad de tonalidades, como lo refleja la foto que tituló Pinceladas, un atardecer crepuscular en Juan Griego, en la isla de Margarita.

LUZ, COLOR Y PASIÓN

-¿Cómo descubrió la fotografía?

-Al tomar una cámara y realizar mis primeras fotos, sentí una atracción por ella.

-¿Cuándo comenzó a tomar en serio la fotografía?

-Desde que era adolescente me dediqué con ahínco a la fotografía. Llevo 35 años tomando fotos. Viéndolo en retrospectiva, ahora me parece que fue toda la vida.

-¿Recuerda las primeras fotos que sacó?

-Sí, las tomé en el aire. Estaba realizando el curso de paracaidismo.Siempre me han llamado la atención los paisajes, la fauna, la flora, la gente. Esos son mis motivos.

-¿Qué lo motivó? ¿Afición, curiosidad o pasión?

-Fue una pasión desde el primer momento. Me acuerdo que ahorré unos realitos para comprarme la primera cámara 110. De esas que usaban rollos pequeños que tenían una especie de barriga. Estaba yo en la Academia Militar.

-¿Por qué esa pasión?

-Por el color que le proporciona la luz. Me deslumbran sus posibilidades de impacto en una fotografía. El blanco y negro ya tuvo su momento. Este es el momento del color y de las posibilidades de comunicación que ofrece.

-¿Le parece pertinente la polémica que se ha dado a lo largo de los años en los círculos artísticos sobre si la fotografía es un arte?

-Claro que sí. La fotografía es un arte. Una foto es un momento irrepetible. Es un instante único: no se repite nunca más en la vida.

-¿Qué prefiere: estar en el cuarto oscuro o en la oficina de la presidencia del Banco del Venezuela?

-No, no, en ninguna de las dos. En un paraje muy apartado tomado fotos (agregó de inmediato, soltando una carcajada).

-¿Cuáles deben ser los atributos de un fotógrafo?

-Se necesita mucha disciplina, estudio y aprendizaje. Aunque yo nunca hice un curso de fotografía. He sido autodidacta. Aprendí en el campo. Si alguien tiene algo que le apasiona, debe seguir esa pasión que lo motiva y no dejarse imponer un marco, eso lo que hace es cambiarte el modo de ver las cosas.

TIRADOR EXPERTO

-¿Tiene la fotografía un color político?

-Claro que sí. En el transcurso de la vida diaria, muchas de las tomas cotidianas son parte de la actividad política. Ahora, depende de la gente cómo las vea.

-¿Cuánto pesa la imagen en la Revolución Bolivariana?

-Una foto puede expresar mucho más que todo el texto de un libro. Por eso la fotografía siempre tendrá un espacio como propuesta estética. Hay imágenes que no se olvidan, como ese instante del presidente Chávez llamando a la calma por televisión. Tengo una foto de una cotúa (ave pescadora) comiéndose a una morena (pez con forma de serpiente) impresionante. Es una imagen con la cual se podría escribir un libro.

-¿En qué momentos dispara usted?

-Le llevo ventaja a los fotógrafos porque era tirador experto en la Fuerza Armada (lo dice en voz baja, ruborizado por esa revelación). Para aprender a disparar, me entrenaron para poner en posición la mano, el cuerpo y en la técnica de la respiración. La mirada se va educando para sacar la foto en ese preciso momento. No preparo el plano; lo dejo tal cual sale, sin alteración de luz, sin filtro.

Atenta a la conversación, la colega Narela Acosta increpa: “¿Capitán, siempre está armado?”. “Sí”, responde de inmediato Ortega Díaz. “Mi hijo siempre me lo reclama al salir de casa, lo primero que agarro es la cámara”.

UN 4 DE FEBRERO

El parentesco que se le pudiera atribuir con la fiscal Luisa Ortega Díaz es pura coincidencia. “No somos familia”, confiesa el titular de la Banca Pública.

Antes de su nombramiento como presidente del Banco de Venezuela y ministro de Estado para la Banca Pública, venía de ejercer la presidencia de Fogade y el Banco del Pueblo Soberano. También se desempeñó como director de Cadivi y Tesorero de Pdvsa.

Ortega Díaz es capitán de navío retirado, uno “de los muchachos del 4 de febrero” de 1992, tal como lo presentara el presidente Hugo Chávez Frías al condecorarlo años atrás.

Ante los retos de la transformación de la banca pública al modelo socialista, y el esfuerzo que implica seguirle el paso al “látigo Chávez”, Ortega no deja de tener la fotografía como su punto de referencia. “Prefiero la fotografía que estar al frente de tan altas responsabilidades: el ministerio y el banco”.

T/ Manuel López
F/ Miguel Romero
Caracas