Una cola de tres horas y media. Es el supermercado Bicentenario. Al final de la cola, habré pagado 1.700 bolívares por seis kilos de carne de res, tres pollos, un kilo de leche en polvo y algo más.
Una cola de 10 minutos. Negocio a la vuelta de casa. Pregunto por el precio del kilo de milanesa de pollo: ¡650 bolívares! (Me pregunto si el pollo habrá salido de la gallina de los huevos de oro).
Vivimos una realidad disociada, en un mercado disociado. Por un lado, el sector privado sube los precios de manera compulsiva, histérica, al ritmo de Dolar Today (pero no los bajan cuando baja el paralelo). Por otro lado, el Gobierno hace un esfuerzo descomunal para mantener los precios accesibles al pueblo.
Cualquiera puede darse cuenta de que la presión sobre la red pública de alimentos sube al mismo ritmo que suben los precios del sector privado. Quien antes podía comprar en el portugués (chino, venezolano o lo que sea) de la vuelta de su casa, ahora se cala su cola.
En medio, mucha gente tratando de medrar en los intersticios sacando productos de esta dimensión para vender en la otra. La mayoría padece, pero gracias a los sistemas públicos puede acceder a los alimentos. La minoría lucra, por un lado y por el otro.
La lectura lineal podría indicar que las personas agradecen al Gobierno los precios baratos y repudian al privado. Pues no es así. Se responsabiliza al Gobierno por las colas, por los precios, por lo que no se consigue, por lo que se consigue caro.
Si el Gobierno revolucionario carga con la responsabilidad del problema (y debe hacerlo porque para eso el pueblo le ha otorgado el poder político), debe tomar las medidas para disponer de los resortes principales del poder económico, de la importación y distribución de los bienes esenciales.
Insisto con la idea de medir, describir y comprender cuánto nos cuesta mantener a la burguesía parásita, con la propuesta de calcular el costo patronal, ya mencionado en anteriores notas. ¿Por qué tenemos que pagar de nuestro salario (tiempo y fuerza de trabajo) el costo de mantener esos parásitos?.
Nacionalizar la banca, las cadenas de distribución y las importaciones, es sacarse a los parásitos de encima. Así podríamos tener buenos precios y sin colas.