“…la entidad sionista impide que ninguno de estos niños salga a recibir tratamiento fuera de Gaza, ya que sus afecciones son evidencia del uso deliberado de armas prohibidas, como el fósforo blanco y el uranio empobrecido, contra población civil por parte de Israel.
El número de personas con discapacidad psíquica en la Franja de Gaza ha aumentado terriblemente en los últimos años.
Se da la circunstancia de que el 70% de los casos proviene de poblaciones cercanas a la valla que separa Gaza de los territorios palestinos ocupados en 1948, lo que hoy se conoce como Israel. Datos que llaman la atención, ya que la mayor parte de la población de la Franja se acumula a orillas del Mediterráneo, relativamente lejos de dicha valla.
Esta circunstancia se debe a que esas poblaciones han sido las más atacadas en las sucesivas agresiones sionistas contra Gaza. Masacres en las que la colonia sionista ha utilizado armas de destrucción masiva, bombas de fragmentación y armas químicas en zonas residenciales densamente pobladas.
Encerrados en Gaza, el primer obstáculo que se encuentran las familias de estos niños es que ni Israel, como entidad ocupante, ni la UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para Refugiados Palestinos), como responsable de los refugiados palestinos, se hace responsable del bienestar y los cuidados médicos de estos niños, ignorando así sus obligaciones legales.
A esto hay que sumarle el bloqueo impuesto por Israel, Egipto y la Autoridad Palestina contra la Franja de Gaza, que impide la entrada de medicamentos necesarios para su tratamiento.
Además la entidad sionista impide que ninguno de estos niños salga a recibir tratamiento fuera de Gaza, ya que sus afecciones son evidencia del uso deliberado de armas prohibidas, como el fósforo blanco y el uranio empobrecido, contra población civil por parte de Israel.
Tanto estos niños como sus familias sufren las consecuencias de la ocupación en cada uno de los aspectos de su vida.
Shadi Abu Habed, por ejemplo, tiene a tres de sus hijos con algún tipo de discapacidad psíquica, todos ellos menores de cinco años.
Shadi, herrero de profesión, lleva años desempleado, ya que el bloqueo impide la entrada de hierro a Gaza. Su casa fue destruida por la entidad sionista durante la última masacre y desde hace meses sufre problemas de corazón.
En una situación parecida se encuentra Ziad Habu, taxista, vivía en Beit Lahia junto a su esposa y siete hijos hasta que Israel bombardeo su hogar durante la última agresión.
Ziad se encuentra desempleado desde 2009, cuando fue gravemente herido en una pierna durante la masacre bautizada como “Plomo Fundido”. Desde entonces tiene una placa de metal que le mantiene la pierna completamente rígida, lo que le impide conducir.
El bloqueo que sufre la Franja de Gaza ha provocado que el desempleo alcance el 60%, lo que está destruyendo la autoestima de miles de padres de familia que se ven incapacitados para ofrecer una vida digna a su esposa e hijos.
Como le sucede a Hassan Azebda, quien tiene a su cuidado a ocho personas; su madre, su esposa y sus seis hijos. Y sin embargo, desde que empezó el bloqueo en 2007 no ha podido trabajar de forma regular, ya que al ser pintor su trabajo depende de la entrada de materiales de construcción. Tres de sus hijos también sufren algún tipo de discapacidad psíquica.
Como dice Ziad “el bloqueo es un asesino silencioso, destruye cada aspecto de nuestras vidas. Al menos cuando bombardean Gaza el mundo se entera… “