Por Marcelo Barros|La cruz, entre el desfile gay y la Iglesia (Opinión)

En un reciente desfile del orgullo LGBT en São Paulo, una actriz transexual desfiló como si estuviera clavada en una cruz. Ella afirmó que hacía eso como forma de protesta por lo que los gay, lesbianas y transexuales sufren como prejuicios y exclusión social. Una nota firmada por obispos católicos de São Paulo condena lo que ocurrió y protesta. Pide que la autoridad pública intervenga en contra de ese tipo de evento.

Según dicen, el desfile gay ofendió la religión católica, por la falta de respecto a su símbolo más importante: la cruz. Después de la divulgación del mensaje de los obispos, en la internet han circulado amenazas de muerte a la actriz. En la misma Iglesia, otros ministros y agentes de pastoral no están de acuerdo con la nota de los obispos. Un cura que trabaja con gente de la calle se declaró conmovido al ver por la televisión la escena del transexual clavado en la cruz. Allí, el contempló el Cristo crucificado.

Sin duda, los obispos que han firmado la nota quieren defender la fe y los símbolos del Cristianismo, pero ellos no son dueños de los símbolos de la fe. La cruz es usada por muchas Iglesias y no solo por católicos y un símbolo de la fe no es una marca comercial patentada por el mercado. Si así fuera, una persona para usar una cruz en el cuello, tendría que pedir permiso al obispo. Ellos y algunos grupos cristianos se han escandalizado porque un transexual se identificó con Jesús en la cruz para expresar la opresión que sufre.

En estos días hubo quien criticara que, en Bolivia, el presidente Evo Morales dio de regalo al papa Francisco un crucifijo en lo cual la cruz que era formada por una hoz y un martillo. Ninguno de ellos se manifestó cuando en los tiempos de dictadura militar, los generales hacían juramento de toma de posesión frente a una cruz. Hasta hace poco tiempo, la cruz estaba en las salas de gobiernos que oprimen a los pobres y, en Brasil, hay bancos que ganan 400% de interés por año y siguen utilizando una cruz en sus salones. Nadie protesta. Ese tipo de conflicto nos hace comprender porqué Jesús fue condenado por los políticos y los religiosos de su tiempo.

Según el Evangelio, el fue acusado de blasfemar contra el templo, el símbolo más importante del Judaísmo. Jesús dijo: “pueden destruir este templo que yo hago otro, no hecho por la mano del hombre”. Y el decía eso sobre el templo vivo que es su persona (Juan 2, 13 – 21). Sin duda esos obispos son discípulos de Jesús y deben estar de acuerdo con el Evangelio que, de hecho, aquel transexual en cuestión es como persona, un símbolo más sagrado para la Iglesia que la cruz.

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