Hoy es 7 de octubre. Hace tres años salimos a votar en la última elección en la que el comandante Hugo Chávez fue candidato. Ese día nos movía una energía mística. Impregnados de ella, hemos resistido los embates más duros, el primero fue el desarrollo de su enfermedad y el doloroso final de marzo de 2013. El tiempo pasa, inexorable, con su tránsito vienen infinitas cosas. Los recuerdos fluyen y todos evocamos nuestros momentos vividos, la añoranza de poder volver a estar ahí, en un lugar que ya no será más. Especialmente cuando ese lugar está ocupado por los seres queridos. Pero ellos vienen, nos levantan y abrazan en el tiempo, de manera permanente.
El abrazo de un padre amoroso no se extingue con su ausencia física. El amor que estuvo ahí y ocupó un lugar no se desaparece; al contrario, nos reafirmamos en él y crecemos. Ese debe ser nuestro cotidiano vivir con el amor inmenso que Chávez y nosotros sellamos y construimos por más de 20 años, desde su rebelión en 1992.
Ahora, que sin duda estamos en un momento de crisis profunda, es cuando más debemos apelar a ese sentimiento que construyó a pulso y entrega día tras día. Las dificultades solamente las superaremos con «unidad, lucha, batalla y victoria». Es el pueblo el que salva al pueblo, no pretenda usted creer ni por un segundo que la oligarquía, la burguesía hará algo jamás por el pueblo. Bolívar fue el hombre de las dificultades, si somos sus hijos, si somos bolivarianos, somos entonces el pueblo de las dificultades. La única vía posible para avanzar, para salir de la crisis es profundizar el bolivarianismo y, en consecuencia, el chavismo.
El pueblo venezolano ha sido heroico para superar momentos críticos, pero ahora tenemos muchas más herramientas, porque Chávez nos enseñó que en nosotros reside la fuerza para hacer temblar los huesos de los opresores. Sí, se han cometido errores, sí tenemos y hemos tenido ministros y funcionarios desatinados, anodinos, nefastos, corruptos y quintacolumnas, pero la Revolución no está en ellos. La Revolución está en la gente, en su conciencia, en la capacidad para crear y soñar. Solo la Revolución es el camino. ¡Seguiremos venciendo!