Colectivo La Araña Feminista|Somos mujeres (Opinión)

La invención de los anticonceptivos nos creo la ilusión de que por fin íbamos a tener la libertad de disponer o no de nuestra capacidad reproductiva y usarla para tener una mayor autonomía. Por fin podíamos liberarnos de la tiranía de una naturaleza que nos predestinaba a ser madres. Hasta ese momento toda mujer era más pronto que tarde madre. Era nuestro sino. Y nuestra condena. Nadie decidía. Menos nosotras. Era la Providencia.

Ciertamente la “naturaleza” nunca había sido nuestra aliada. Solo la ciencia podía dotarnos de instrumentos para planificar con cierto grado de conciencia nuestra vida. Y ciencia, aunque incipiente, era lo que hacían las curanderas al recopilar el conocimiento milenario que los pueblos tenían del uso de las plantas como anticonceptivos o abortivos. Pero la ciencia iba contra la “ley natural” mistificada con la idea de Dios y muchas de esas primeras científicas que se atrevieron a desafiar nuestra naturaleza terminaron en la hoguera.

Para colmo, cuando el desarrollo de las fuerzas productivas hizo imperioso que la sociedad tuviera un cierto control racional de su población, ya la ciencia estaba copada y controlada por los hombres. Y es que si toda sociedad en un determinado grado de su desarrollo social tiene la necesidad de planificar conscientemente su demografía, las sociedades patriarcales lo hacen a costa de negarnos a las mujeres la autonomía sobre nuestros cuerpos.

Solo a costa de mucha lucha y organización es que las mujeres hemos avanzado en materia de obtener cierta autonomía sobre nuestra vida y nuestro cuerpo. Sin embargo, con la influencia del posmodernismo, hemos pasado de la amenaza de “temblad que como decidamos no parir, a ver cómo se las arregla vuestra sociedad patriarcal” a subliminar la maternidad como la máxima forma de realización personal. Qué poco originales.

El mismo cuento gestado por ahí por el mesolítico para someternos, pero ahora reescrito en clave de “liberación”.

No nos equivoquemos: para las feministas socialistas la maternidad es, como cualquier otra relación humana, un producto social. El hecho de ser o no ser madres no tiene que ver con ninguna “esencia” femenina, ni con un supuesto instinto natural que condenaría para siempre las elecciones racionales de las mujeres al nivel del resto de las hembras mamíferas sino que es enteramente una construcción social.

Por eso, a pesar de que suene como un trabalenguas, creemos que para despatriarcalizar la sociedad, también debemos proceder a desmaternalizarla y corregir los discursos políticos que caracterizan en primera instancia a las mujeres como madres, porque la consecuencia lógica de ellos es que si no somos madres, no somos. ¡Y claro que somos!

T/ Susana Gómez R.
(Colectivo Insumisas)
Edo. Carabobo