Columna Grano de Mostaza de William Fariñas|Para el pelotón de traidores (Opinión)

El Código Penal Venezolano, en su libro segundo que refiere las  diversas especies de delitos, específicamente contra la independencia y seguridad de la Nación, en los atinentes a la traición a la Patria,  expresa lo siguiente en su Art. 128: “Cualquiera que, de acuerdo con país o República extranjera, enemigos exteriores, grupos o asociaciones terroristas, paramilitares, insurgentes o subversivos, conspire contra la integridad del territorio de la patria o contra sus instituciones republicanas, o las hostilice por cualquier medio para algunos de estos fines, será castigado con la pena de presidio de veinte a treinta años. Parágrafo único: Quienes resulten implicados en cualquiera de los supuestos expresados, no tendrán derecho a gozar de los beneficios procesales de ley ni a la aplicación de medidas alternativas del cumplimiento de la pena”.

El delito de  traición a la patria es uno de los más detestables, en virtud  de que compromete la paz de la Nación, la convivencia social   y  la independencia del Estado. Los traidores a la patria se creen tener las razones intelectuales suficientes y libre albedrio necesario para justificar sus juicios y confabulaciones. Normalmente estos insidiosos personajes que reniegan de los suyos, ocupan cargos importantes en la vida de la sociedad de su tiempo; tienen vocería y grandilocuencias en sus exposiciones y no pasan desapercibidos.

En este sentido,  no dudo en calificar que Lorenzo Mendoza, Ricardo Hausmann y Franklin Nieves son operadores de estos desmanes criminales  que tienen tipología de conductas anómicas y sociopáticas, de traidores a la patria, de malinches y lacayos; que tienen como finalidad principal potencial los conflictos sociales para la desestabilización del sistema político y económico de la Nación venezolana.

El imperio estadounidense y su potencial mediático requiere y alimenta a estos interlocutores inicuos en sus desequilibradas pretensiones. En Venezuela cohabitan algunos mal nacidos en esta tierra de gracia, que abiertamente expresan su lealtad a esa potencias poderosa. No dudamos en afirmar que en el oposicionismo mas rancio de la ultraderecha y la burguesía cohabitan estos conspicuos lacayos y cachorros del imperio gringo. No solo son posturas racionalmente políticas y crematísticas, se percibe en estos farsantes que les mueven emociones de envidia y encono en la profundidad de sus almas.

Nadie duda de que estos traidores hayan sido perniciosamente inteligentes para saltear los borrascosos caminos de la conspiración internacional  buscando mantenerse en las esferas del poder público, económico  y político de la República. No se percatan que son indignamente utilizados como capataces palaciegos de la nueva esclavitud y abominación imperial que desean implantar a favor de las potencias extranjeras.

La actitud traidora de estos personajes no es nada nueva en la historia sagrada de los pueblos de América en su lucha por su liberación, soberanía y redención; simplemente esta actitud es la vil condición humana y lúgubre carga infame, de la ingratitud y el egoísmo. La traición a los coterráneos en la guerra es un elemento clave y vital que se utiliza en todo proceso de conquista y dominación, y que lamentablemente se repite como constante de la apostasía y deserción de los intrigantes y fementidos.

Tozudamente siempre han existidos estos pelotones de insensatos en la vida pública, que complotan y traicionan a los suyos para escalar siniestramente su estatus político y social ante una eventual aniquilación de la Nación. En la patria de Bolívar y Chávez sabemos de estas amenazas y quiénes son estos viles personajes; vamos por ellos con toda la fuerza moral de la soberanía de la República y del poder del Estado venezolano, antes de que sea muy tarde para vivenciar las terribles consecuencias de este germen satánico de la traición a los pueblos. ¡Venceremos!

T/ William Fariñas
Porlamar / Edo. Nueva Esparta