Por Julio Chávez|Del rentismo a la producción (Opinión)

Cuando todo parecía indicar que el avance en el hemisferio de los procesos emancipatorios –que tuvieron en un primer momento en Cuba y luego a Venezuela como referentes políticos– iban camino a la consolidación con el surgimiento de la visión multipolar del comandante Hugo Chávez el fantasma del neoliberalismo se cierne sobre América Latina.

Nunca antes sobre un país y su economía, a excepción de la siempre sitiada Cuba, se habían desatado en santas jaurías, descomunales ataques para derrocar su gobierno y apropiarse de las mayores reservas energéticas del planeta.

Una reducción del coeficiente energético mundial a partir del decrecimiento económico con decisiones y situaciones extraterritoriales para atacar el mercado petrolero, debilitar el Bolívar como signo monetario y la extracción por vía del contrabando y bachaqueo de productos y divisas preferenciales son -entre otras- las causas de históricos niveles de desabastecimiento e inflación inducida que hoy castigan inclementemente al pueblo venezolano.

Para 1998, cuando el pueblo hizo presidente al comandante Hugo Chávez, el parque tecnológico del país presentaba un deterioro del 60%; es decir, las empresas que sobrevivieron al “Viernes negro” y a la antipolítica económica de la IV República tenían poca vida útil, tanto así que la Revolución, dentro de una estrategia de protección a la masa trabajadora, se vio obligada a ocupar o expropiar muchas empresas que eran abandonadas por sus dueños, entre ellas las agroindustriales.

Muchos de estos “empresarios” migraron al ámbito financiero especulativo, aprovechándose de los precios de transferencia, que consiste entre otras cosas en abrir empresas en el extranjero para sobrefacturar los productos y finalmente poner unos precios exorbitantes; creando una fuga criminal de capitales que desangran la economía nacional.

Las élites industriales han pretendido mostrarse como exitosos empresarios, pero no producen si el Estado no les asigna los dólares. Estudios econométricos muy serios demuestran que la mayoría de las empresas solicitaron divisas y no todas eran gastadas o se equipara con lo importado. Tampoco tuvieron la menor intención de fortalecer la cadena productiva primaria, por ejemplo ¿cuánto maíz o sorgo siembra el Grupo Polar?

Particular responsabilidad tiene en este latrocinio el sector bancario al asignar créditos para el desarrollo de empresas cuya materia prima en altos porcentajes es importada, donde en contubernio con el “empresario” se apropian de miles de millones de dólares del erario público.

Si algo debemos aprender de la actual coyuntura es que para superar el agotado modelo rentista petrolero aun está pendiente la tarea de construir una vigorosa economía que desarrolle las fuerzas productivas desde la Agenda Económica de los 15 Motores que convocó nuestro presidente obrero Nicolás Maduro, a través de nuevas formas de propiedad sobre los medios de producción y arrancándole a la burguesía parasitaria el control de la distribución y comercialización de bienes y servicios para ponerlos a disposición de la familia venezolana tal como se materializó en el año 2002 cuando con el heroico pueblo y su eterno Comandante le arrebatamos la FANB y Pdvsa.

Con esta nueva victoria estratégica nos colocaríamos en el tránsito de hacer irreversible la Revolución nuestroamericana.

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