El drone de Ramos Allup no levantó vuelo.
La marcha del millón quedó reducida a 30 mil desperdigadas almas.
Las cinco avenidas terminaron en el tramo más angosto de una sola, la Libertador.
Solo ondeaban las banderas de PJ, evidencia de los choques intestinos.
Pero más que todas esas falencias, lo que encogió a la derecha fue el rugir que le llegó desde el otro lado de Caracas, el grito de la multitud que colmó toda la avenida Bolívar y pinto de rojo rojito el 1 de septiembre.