A propósito de la algarabía gringa ante el triunfo de Donald Trump, recordamos la visita a Hanoi del ahora presidente saliente -y derrotado- Barack Obama, quien entre «serpentinas y papelillos» aseguró a los vietnamitas (22 de mayo pasado) que el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, siglas en inglés), era algo así como «un tiro al piso».
El casi exinquilino de la Casa Blanca prometió que antes de finalizar su mandato todo quedaría OK para darle «play» al fulano TPP, que sería para Vietnam una suerte de milagro comercial, cuando en realidad la bancada republicana no aseguraba nada sobre tema.
Con el mismo cuento, Obama llegó a Japón y a los pocos meses el recién estrenado premier vietnamita Nguyen Xuan Phuc sorprendió con el resumen de su visita a Beijing. Resulta que en la capital china tocaron temas vitales: seguridad y distensión regional para “fortalecer la confianza política”; ampliación de nueve acuerdos; cooperación económica y comercial, cooperación económica y técnica, aumento de capacidad productiva, y de colaboración educativa.
Todo indicaba que la mentira de Obama había quedado al desnudo ante los vietnamitas respecto al TPP. Y para rematar, la presidenta de la Asamblea Nacional, Nguyen Thi Kim Ngan, dejó bien claro que Vietnam no se precipitaría en cuanto al TPP, porque preferían esperar las elecciones en Estados Unidos. Y para no dejar dudas, adelantó que ese tema no figura en la agenda del segundo periodo de sesiones parlamentarias.
Habíamos dicho que la guinda sobre el fracaso del TPP en Asia la había colocado el presidente de Filipinas Rodrigo Duterte al distanciarse de EEUU y anunciar su viaje a China, pero en realidad la verdadera guinda estuvo a cargo del trumpazo: el nuevo Presidente dijo «claro y raspao» que «…el TPP sería un golpe mortal para industria manufacturera de Estados Unidos».