Por Manuel Abrizo|Inflación al por mayor (Opinión)

El lunes en la mañana, el árabe dueño de la panadería, un hombre honesto, andaba agitado, dando mas vueltas que un ventilador. Su rostro era el de un hombre acorralado con ganas de “tirar la toalla”, salida que usan los entrenadores cuando su pupilo no aguanta un asalto mas en el ring de boxeo. En el costado de la máquina expendedora de café, ya no estaba el papelito con la lista de precios de los diferentes envases, es decir, el pequeño, el mediano, el grande.

“Mañana pongo nuevos precios ; esto no se aguanta”, dijo. Le dirigí una mirada compasiva y le pregunté el motivo.

Me explicó que el vendedor que lo suple del producto lo obliga a recibir una factura al costo regulado, pero debe cancelarla a un precio exorbitante ¿Y cómo así?, pues, te colocan 60 mil bolívares en la factura y debes pagar 800 mil constantes y sonantes; o sea, te facturo el café a precio Sundee y cancelas a Dólar Today. Sin quejas. Sin aviso y sin protesto. Ese es uno de los modos de inducir alzas indiscriminadas sin dejar huellas.

Para colmo, el pobre hombre estaba a punto de quedarse sin harina de trigo, cuyo surtidor integra otra mafia.

Aquel lunes el pueblo amaneció alborotado. El comentario de cada esquina desmenuzaba el mazazo propinado por el presidente Nicolás Maduro, ordenando retirar de circulación los billetes de 100 bolívares, como medida para neutralizar a las mafias colombianas que en Cúcuta y Maicao atentan contra la moneda venezolana; lo calificaron de “gancho al hígado”.

Por las redes sociales chavistas, sobre todo en Whatsapp, los mensajes celebrando la medida entraban y salían en una línea caliente. Uno de estos mensajes se refería al desconcierto y desespero que reinaba en Cúcuta en donde “están como locos” y que “el mas loco debe ser Uribe”. A las nueve de la mañana del lunes pasado, los billetes venezolanos de 100 bolívares se estaban rematando a 30. “Abajo la mafia narco-paraco colombo-venezolana”, rezaba uno de los escritos.

Ese lunes, día de feriado bancario, los chinos , luego de dos semanas de paralizar el lucrativo negocio de vender bolívares a tazas de 12 por ciento, activaron los puntos de venta. Milagrosamente, y como por arte de magia, aparecieron los marroncitos. Intuí que ahora no los estaban vendiendo sino que los estaban depositando electrónicamente, sin cola y sin moverse, mediante el chip de la tarjeta de débito o de crédito; así le traspasan al comprador la diligencia de llevar al banco los billetes de 100.

En la casa de la tía Petra reinaba una atmósfera de desconcierto con el caso de los billetes. Pobrecita, ella a estas alturas no ha llegado a comprender lo que ocurre a su alrededor ni se explica por qué todo está tan caro. La tía, una anciana semianalfabeta, nunca ha logrado diferenciar una transmisión televisiva en vivo de un video; desconoce lo que es la manipulación mediática y otros menjurjes comunicacionales que nos ponen a comer “chogüí” y admirar a los cantantes colombianos Shakira o a Maluma. Afirma que todo lo que ocurre “es culpa del Gobierno, que es el que debe arreglar esto”. Cree que cuando recojan la moneda, no va a poder cobrar la pensión. “Yo nunca había visto algo así ¡Ave María Purísima!”, dice.

Al mediodía me topé con “Carne Molida”, el “patriota cooperante”. Lucía un estado de ánimo impreciso, como navegando entre dos aguas.

“El golpismo ha recibido tres duros puñetazos en las últimas semanas: el caso Credicard, el de la juguetera Kreisel y lo de los billetes. La MUD y el imperio andan desesperados; no encuentra qué hacer: si tirarse por el barranco agitando un levantamiento social y generar violencia o esperar hasta el 2018”, dijo.

manuelabrizo@hotmail.com