La tradición del pesebre data en la América católica desde el inicio de la mal llamada conquista, donde las denominadas misiones religiosas empezaron a colocarlos con piezas de cerámica provenientes de España, pero a la larga también se sumaron las tallas de madera, sobre todo en los hogares humildes.
Sin embargo, esa tradición de hacer pesebres, también llamados nacimientos, la comenzó San Francisco de Asís quien, en la Navidad de 1223 y con el permiso del Papa de la época, colocó en una cueva en Greccio al norte de Italia, un pesebre con paja y organizó con algunos campesinos del lugar un nacimiento viviente para recrear la escena descrita en los Evangelios, y en ese escenario celebrar la misa de Nochebuena. Surgió así el primer pesebre de la historia.
La palabra latina praesepe o praesepis significa cercado o lugar cerrado en donde se recoge el ganado, establo o cuadra. En castellano se denomina así a esa especie de cajón, generalmente de madera, en el que se les echa la comida a los animales tales como vacas, caballos o mulas. En uno de esos cajones fue donde, según la tradición cristiana, puso la Virgen María a su hijo recién nacido, porque al no tener
sitio en alguna posada de Belén, tuvieron que resguardarse María y José en una cueva de la montaña que los pastores de la zona aprovechaban como cobijo para ellos y sus animales.
Desde entonces, este evento se transformó en una costumbre de la Orden Franciscana y la de Santa Clara. Lo interesante es que poco a poco se fueron sustituyendo las personas por figuras elaboradas con variados materiales como madera, cerámica o piedra. Hoy en día encontramos en Venezuela joyas de pesebres, hechas por las mismas familias, o compradas, pero siempre con ese toque tan lleno de amor y paz que debe prevalecer en esta época de Navidad. En Caracas hermosos nacimientos adornan instituciones, plazas y hogares como los de la Galería de Arte Nacional y el Ministerio del Poder Popular para Agricultura Productiva y Tierras.
