Las inundaciones fertilizan la tierra|En las islas del Orinoco se siembra sin necesidad de usar abono

Las islas del Orinoco poseen tierras de una calidad prodigiosa

A partir de septiembre, con el fin de las lluvias y el descenso de las aguas, las y los habitantes de Mapire y de muchos otros pueblos ribereños, inician el éxodo desde tierra firme hacia las islas y vegas que el Orinoco fertiliza al cubrirlas con su creciente. Este ciclo natural se viene repitiendo por siglos.

Ana Zamora y su marido, José Adail Medina, de 64 años de edad, se cuentan entre quienes hicieron del trabajo en las islas su modo de vida y su fuente alimentos. Allá, entre el disperso vecindario que se levantaba todos los años, tenían un rancho de cinc. Se alumbraban con lámparas.  Sembraban cinco hectáreas con algodón, frijol, caraota, maíz, auyama, patilla y melón. En esos tiempos, recuerda Zamora, había de todo, y todo era barato.

Ella, que ya cumplió los 74 años, asegura que perdió los dientes trabajando en esas islas, donde creció y envejeció.

En los meses de cosecha, llegaba gente desde Guárico para recoger algodón, maíz y caraota. Las mujeres se encargaban de la cocina.

“Cuando uno tenía gente trabajando, se bajaba una paila y se montaba otra, para que nadie pasara hambre. Antes era rico estar en esas islas; no había zancudos”, señala Ana Zamora. Ella habla sentada en un chinchorro colgado entre dos palos, en el patio trasero de su rancho en Mapire, en el estado Anzoátegui.

el río alberga abundante carne en sus aguas. Peces de escamas como la curvina, la cachama, el morocoto, el coporo, el caribe.

José Adail Medina coincide con su compañera en cuanto a que era placentera la vida en las islas: “Se ponían unos fiestones. Se bailaba con un picó de batería”.

Para Medina, este verano ha sido uno de los más duros que se recuerde. En el año, si llovieron cuatro aguaceros por aquí, fue mucho, dice. Leandro Castro Requena, otro curtido agricultor, señala que ésta (las del 2009) ha sido la menor creciente del río Orinoco.
Desde el 1 de marzo, indica Castro, suelen comenzar los movimientos del río.

“Ya el río se movió; no sabemos si recula otra vez, o si sigue. El año pasado quedó hondo, y pasó el invierno subiendo y bajando y no subió nada. Desde 1943, esta ha sido de las crecientes más pequeñas. Se quedó abajo; no subió”, dice.

Generalmente, el caudal del río inicia un crecimiento sostenido entre finales de abril y principios de mayo. Cuando la creciente es alta, las islas quedan cubiertas por las aguas entre julio y agosto. A partir del 1 de septiembre, comienza un descenso progresivo hasta culminar en diciembre. El ciclo de siembra y la llegada de los agricultores a las islas dependen del retiro paulatino de las aguas. Así, la cosecha de los diferentes rubros, tomando cuatro meses entre siembra, crecimiento y maduración de la planta, se inicia en febrero y concluye en junio. Es en el sexto mes del año cuando parten de las islas -rumbo a tierra firme- las últimas curiaras y los botes, repletos de frutos y alimentos.

TIERRA FÉRTIL

A pesar de las alteraciones climáticas, el río nunca le ha fallado a las pobladoras y los pobladores de su ribera, quienes encuentran en él una fuente prodigiosa, proveedora de alimentos en sus dos vertientes: carne y vegetales. Ha estado allí durante siglos, al lado de las y los pobres, ayudándolos a soportar y combatir los dolores del hambre y las penurias de la miseria engendradas por el capitalismo. En Mapire dan fe de ello, al igual que en Santa Cruz del Orinoco, Boca del Pao, Parmana, Puerto Requena, Cabruta y Barrancas del Orinoco.

Las tierras son de una fertilidad prodigiosa. La pira, o planta Caracas, alcanza una altura de casi dos metros. El maíz, la auyama, el melón, la patilla, los frijoles, la yuca y el algodón se cultivan sin necesidad de abonar la tierra, ya que el Orinoco la fertiliza cuando la inunda. Entre los granos, son famosas las caraotas, cosechadas en sus diversas variedades y colores: negras, rojas, blancas, pintadas.

Además, el río alberga abundante carne en sus aguas. Peces de escamas como la curvina, la cachama, el morocoto, el coporo, el caribe. Y peces de cuero, como el laulau o valentón, el cajaro, el bagre amarillo, el rayao, el bagre tigre y el garbanzo.

La campesina y el campesino siembran entre 1 y 20 hectáreas en promedio. El proceso de cultivo se efectúa con los implementos tradicionales, como machete, escardilla y coa (instrumento de corte en forma de signo de interrogación). La plaga y las malezas se combaten con productos químicos. Se siembra y se cosecha a mano. La labor generalmente involucra a la familia.

Ángel Ramírez, ingeniero agrónomo y coordinador del programa de siembra de algodón de la única empresa desmotadora que opera en la zona, señala que “el Orinoco produce de todo; lo que tú quieras. A medida que el río inunda las tierras, va dejando sedimentos que contribuyen a abonar el terreno. Es una fertilización natural, que el río hace cada año. La mayoría de las tierras no necesitan abono. Según los textileros, aquí se produce un algodón de muy buena calidad, que puede competir con los extranjeros”.

Ramírez estima que hay entre 30  y 40 mil hectáreas aprovechables para el cultivo en islas y vegas del Orinoco.

En tiempos de buena producción, con la siembra de cinco mil hectáreas, se cosecharon hasta 10 millones de kilos de algodón en rama, con lo que se benefició a unas mil familias.

Este año, por la sequía, se espera una disminución sustancial con respecto a los años anteriores.

En tiempos de buena producción se cosechan hasta 10 millones de kilos de algodón

TIEMPO DE COSECHA

Por estos días, los puertos de Santa Cruz del Orinoco y Mapire, ubicados en el Orinoco medio, presentan desde el amanecer un constante movimiento de botes y curiaras que van y vienen de las islas. Los viajes son para llevar a los agricultores, transportar provisiones y combustibles, o traer la carga de maíz, granos y algodón. En los quioscos y restaurantes de los alrededores se ofrece pescado frito, o un revoltillo de chigüire con caraotas guisadas, tajada y jugo.

José Gregorio Hernández Álvarez, un locuaz motorista y patrón de la curiara motorizada que parte a cargar algodón, le advierte a uno de los caleteros : “Al que le gusta beber café, que cargue con su termito”.

Frente a Mapire, pueblo de unos cinco mil habitantes, ubicado a unos 150 kilómetros al sur de Pariaguán, estado Anzoátegui, se encuentran tres islas, bautizadas por el ingenio popular como La Gallina, Los Pollos y Los Pollitos. La Gallina es una de las más extensas y más trabajadas por las lugareñas y los lugareños. En ella vive Leandro Castro Requena.

Cerca de la costa mapireña se avista el peñasco “carratico”, nombrado jocosamente así porque está muy cerca, y “a cada ratico va uno para allá”.

Luis Germán Pérez, un empleado de la empresa algodonera responsable de pesar el algodón en los sitios de cultivo, nombra las vegas e islas de esta zona del Orinoco: Playa del Medio 2, El Cuchillo, El Chorro, La Rueda, El Sastre, Playa del Medio 1, Zarzapranal, San Bartolo y San Bartolito, El Islote, Los Perritos, Manteca, El Chigüire, Cadenera, El Palmero, Hamaca, Isla Gallina, Los Pollos y Los Pollitos.

Wendysmart Sevilla, presidenta de la cooperativa Los Amigos Tierra Santa, con 40 asociadas y asociados, señalan que este año sembraron apenas 180 hectáreas de algodón con crédito de la compañía desmotadora, y que para colmo les cayó una mancha negra y sufrieron los estragos de una plaga llamada picudo.

Se queja Sevilla de la política crediticia por parte de algunos organismos oficiales, ya que las ayudas no son aprobadas a tiempo.

“A mediados de septiembre se comienza a sembrar. No puede ser que el crédito llegue en diciembre, cuando la tierra ya está dura”, afirma. “Se va sembrando a medida que el río va bajando. Con la tardanza en la entrega del crédito, hasta se pierde la cosecha. Otro asunto es el subsidio al algodón, que en los últimos años no ha sido cancelado a los productores”.

T Y F/ Manuel Abrizo
Mapire

81,91.Precio spot promedio en centavos de dólar por libra para el algodón
Upland (color 41, 4 hojas, grapado 34)
A partir del: martes, 12 de marzo de 2013
Fuente: USDA Market News
El aceite de algodon y la pasta que queda.
Es lo que le pagan al productor.
A la industria se le regala la fibra.
Tronco de negocio.
Eso debemos C L A R E A R L O

  • Para sembrar algodon en cualquier lugar del mundo es obligatorio tener una prensa y una accion en la desmotadora.
    Caso contrario nunca cuadran los numeros.Y los dueños de las desmotadoras y los que se benefician con la semilla viven gordos en Caracas.

  • Hay que abaratar el transporte en curiaras y peñeros ,utilizando adaptadores para motores estaticos.Como en Brasil,Vietnam y China.