Los movimientos telúricos recientemente acaecidos en la hermana República de Haití vienen a agravar aún mas la compleja situación de derechos humanos de ese país caribeño.
Esa nación, ubicada entre las más pobres del planeta, verá afectada su posibilidad de garantizar derechos sociales básicos, tales como educación, salud, y alimentación, como resultado de la destrucción de las ya escasas infraestructuras destinadas para ello.
Sin embargo, en estos momentos en Haití confluye otro factor que complica más la situación y la convierte en un caldo de cultivo para masivas violaciones a los derechos humanos. Nos referimos a la injustificada e ilegal ocupación militar de ese país por parte del Gobierno de Estados Unidos.
Cuando las tropas estadounidenses se atribuyen la competencia para velar por la seguridad y el orden público, sin estar autorizados, preparados ni dotados para ello, están contrariando normas y principios internacionales sobre la materia, y dando pasos hacia masivas violaciones de los derechos a la vida e integridad personal, que deberán ser investigadas y sancionadas nacional e internacionalmente.
De la misma forma, las prácticas de adopción irregular y secuestro de niños, niñas y adolescentes, favorecidas e impulsadas por la ocupación militar, atentan contra principios fundamentales de la doctrina de protección integral, y constituyen una clara violación a normas internacionales, tal como lo ha señalado la Unicef.
Por estas y otras razones, las organizaciones e individualidades defensoras de derechos humanos debemos condenar de manera categórica la ocupación militar estadounidense, exigiendo su retiro inmediato y el establecimiento de las responsabilidades por los desmanes cometidos. Ojalá el temor a perder la visa gringa no sea obstáculo para ello.