El sheij Suhail Assad denunció que hay una campaña mediática para inducir la islamofobia|“El choque de civilizaciones es una creación del imperialismo”

Unos minutos de conversación con el sheij Suhail Assad pueden bastar para borrar de la mente de  cualquier persona la aviesa caricatura que la maquinaria mediática ha hecho de quienes profesan el islam.

Dueño de una jovial elocuencia, expone con serenidad sus puntos de vista, y fulmina una de las tesis que más impacto han tenido en los últimos años con una sola sentencia: “El choque de civilizaciones es una creación del imperio”.

Assad alude al libro que posicionó ese tema: El choque de las civilizaciones, del académico estadounidense Samuel Huntington. Al respecto, destaca un dato que considera clave para comprender el sentido de ese planteamiento: “Esa obra recoge artículos que Huntington publicaba en la revista Relaciones Exteriores (Foreing Affairs), una publicación que servía a la política exterior del Departamento de Estado.

Sabemos muy bien que los planteamientos que allí se sostienen responden a intereses de la propia inteligencia norteamericana, y a los intereses de aquellos que tejen su propia estrategia no solo en contra del islam, sino en contra de toda manifestación espiritual”.

El teólogo no lo menciona, pero Huntington formó parte del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca durante el gobierno de Jimmy Carter (1977-1981). Su libro plantea que terminada la Guerra Fría, por encima de las relaciones entre los estados prevalecerán las tensiones entre grandes bloques civilizatorios. Y en ese contexto, el mundo islámico vendría a ser una amenaza para Occidente, tanto por su peso demográfico como por una supuesta voluntad de imponer sus valores religiosos y morales.

UN FALSO CONFLICTO

Quince años de vida y estudios en Irán -a donde llegó después de residir tres años en el Líbano que vio nacer a su madre y su padre- le permiten afirmar a Assad que en esos países el presunto conflicto entre dos mundos es un tema inexistente: “Nadie piensa en eso, la gente no percibe a Occidente como a un enemigo. Hay algunos centros académicos en los que se estudia el tema y lo escrito por Huntington, pero son contextos muy específicos”.

Lo que sí se plantea el islam es un encuentro entre los pueblos, sostiene Assad, quien se remonta a los albores del siglo que corre: “Con motivo de que el inicio del siglo XXI era también el comienzo de un nuevo milenio, al año 2000 se le llamó el año del diálogo de civilizaciones. Eso partió de la República Islámica de Irán, fue una propuesta del presidente (Mohammad) Jatami.

Jatami planteó su propuesta el 8 de agosto de 2000, en una conferencia de Naciones Unidas sobre el tema. En su discurso abogaba por explorar la perspectiva “no política” de ese diálogo, con especial énfasis en la promoción del encuentro y el reconocimiento cultural. Y citó la propia experiencia de la conformación espiritual de su nación: “El fomento de un cierto sentido cultural constituye el atributo principal del alma persa en el curso de su evolución histórica”, en el contexto de una privilegiada ubicación geográfica.

El territorio persa -subrayó Jatami- se conecta con el Lejano y el Medio Oriente, Asia Central, el subcontinente indio y “muchas otras culturas y civilizaciones”, lo que redundó en “una notable y excepcional capacidad para integrar” las diversas expresiones espirituales que ancestralmente han confluido en la zona.

DIFERENCIAS PARA BUSCARSE

Assad enfatiza que la voluntad de encuentro y reconocimiento que invocó Jatami, se corresponde plenamente con la cosmovisión islámica: “En la filosofía de la creación expresada en el Corán, las diferencias entre los hombres y los pueblos están ahí para propiciar que se conozcan. Dios nos creó diferentes para tender puentes de conocimiento mutuo”.

La referencia al Corán no pretende darle a su argumento una fundamentación religiosa, aclara el teólogo, sino que apunta a una forma de concebir las relaciones humanas en general. En ese sentido, desestima la supuesta enemistad por razones confesionales entre las naciones de la zona: “La realidad es que los pueblos desean conocerse entre sí, mediante un contacto directo, sin importar sus diferencias religiosas. Esa es la verdadera voluntad de los pueblos. Los conflictos que se han producido en ciertas zonas de Asia o África, se deben realmente a razones económicas”.

El sheij no se inmuta ante la réplica de que la percepción que prevalece contradice su planteamiento, ya que la imagen del Medio Oriente es la de una región inestable debido a controversias religiosas y étnicas. “Esa es una percepción impuesta a nivel mediático, que se ha intensificado a partir del 11 de septiembre de 2001”, contesta con la tranquilidad de quien responde una pregunta de rutina.

Sin embargo, no desestima el punto. “Se debe combatir la ignorancia a través de un encuentro y un conocimiento directo entre los pueblos”, advierte. Y asevera que “es importante que la gente tome conciencia de que la idea de una confrontación de un choque de civilizaciones responde a un megaproyecto muy inteligentemente organizado por los enemigos del islam, pero no solo contra el islam, sino contra toda manifestación espiritual”.

-¿Por qué dice que es un ataque contra toda manifestación espiritual?

-Porque es un proyecto que promueve entre la gente el materialismo salvaje, dejando de lado su dimensión espiritual y moral. Y va más allá de un ataque contra la espiritualidad y las religiones, es un proyecto en contra de la humanidad como tal, que busca alejar a los pueblos del humanismo.

-¿Quiénes son esos enemigos de la espiritualidad?

-Los enemigos de la manifestación espiritual de la humanidad son diversos, pero todos están alienados en un frente común que apoya esa política de confrontación, que, en definitiva, es un proyecto imperialista cuyo representante más evidente es Estados Unidos. La política exterior de EEUU, por cierto, ejerce una injerencia directa en otras manifestaciones.

MEDIO ORIENTE PARA EEUU

Cuando se le pregunta al sheij Assad cuáles son esas “otras manifestaciones”, comenta que son de variada índole, pero se enfoca “en una muy concreta”, la geopolítica: “Estados Unidos, quiere un nuevo Medio Oriente, por ejemplo. Ese es un proyecto que no es de ahora y del que Israel forma parte”.

-¿Por qué querría EEUU un nuevo Medio Oriente?

-Por razones económicas, por los recursos de la región y por la necesidad de controlar el territorio. Por eso promueve la desestabilización y la división entre los países y trata de sembrar la enemistad entre los pueblos, porque de esa manera aumenta su influencia en la zona.

-Para una persona que solo maneje las versiones que divulgan las principales agencias de noticias y cadenas de televisión es difícil no concluir que el fondo del problema es de índole religiosa o étnica. ¿Qué le diría usted al respecto?

-Le diría que el Medio Oriente es, en sí, un lugar de interés del imperio por su valor geopolítico y económico, y por su ubicación estratégica a escala mundial. Entonces, el asunto apunta fundamentalmente a intereses económicos. Intereses que para protegerlos, para asegurarlos, hay que controlar el territorio, y para lograr eso, para apoderarse de ello, es necesario generar esas crisis, esas guerras, esas divisiones. Es el viejo “divide y vencerás” del antiguo imperio aplicado ahora por el imperialismo.
-Entonces, la crisis es inducida desde afuera.
-Te lo planteo de esta forma: Si el mundo musulmán, conservando su propia ideología, su propia etnia, su ética, su religión, decidiera entregar todos sus intereses y su territorio al imperio, sin cambiar en nada ninguna de esas cualidades, viviría en paz. Porque lo que el imperio procura es ejercer su dominio sobre esos intereses.

-¿Lo que usted plantea es que a Estados Unidos realmente no le importa si el Medio Oriente es musulmán?

-Desde luego que no les importaría. Para ellos no existe un problema con la ideología, ni con la religión ni con la cultura islámica. Esa visión la tratan de imponer solo para sostener su política de dominio en la región, que ya ha tenido un efecto. Yo te podría citar casos concretos de zonas donde nunca hubo problemas entre musulmanes y no musulmanes, y en las que han surgido conflictos después de eventos políticos específicos.

FABRICA DE ISLAMOFOBIA

El sheij cita el un caso que sigue alimentando los titulares internacionales: los choques en varias zonas de Myanmar (Birmania), que han causado la muerte de cientos de personas: “Estamos hablando de gente que durante cientos de años convivieron en un mismo espacio geográfico sin que nunca hubiera entre ellos ningún tipo de problema. Y ahora los budistas, que supuestamente son los más pacifistas del mundo, han llegado a degollar a familias musulmanas enteras, no estamos hablando de simples agresiones”.

Assad considera que este caso está conectado con situaciones similares que se han suscitado en países como Nigeria y Sudán, este último recientemente divido desde julio de 2011 en dos repúblicas. “No creemos en al causalidad, no creemos que en distintos lugares comienzan a darse conflictos de ese tipo, que siembran la división política, sin que tengan una conexión. Si analizas dónde ocurren, ves que son puntos que tienen interés estratégico o económico, y encuentras una serie de elementos complementarios, que se relacionan entre sí, bajo una administración”.

La “mano oscura que administra” todos esos hechos es la del imperialismo, sostiene, e insiste en que se trata de una estrategia apuntalada mediante “el empleo sistemático de los medios” y que abarca varios frentes: “Nada se da de manera independiente. Son todas manifestaciones de un proyecto que tiene una finalidad clara y específica. Los conflictos en Asia o África, las caricaturas contra Muhammad (Mahoma) en Dinamarca, las películas pornográficas que ofenden a la fe islámica hasta el tema del choque de civilizaciones, todo eso tiene un mismo fin”.

Assad acota que la articulación de todos esos factores se hace evidente en la “islamofobia”, una aversión hacia la comunidad musulmana que “se activó a raíz del 11 de septiembre”. En este sentido, señala que luego del atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, la actitud hacia las musulmanas y los musulmanes cambió ostensiblemente. ¿La causa? “La campaña de los medios occidentales” para posicionar una imagen nefasta del mundo islámico.

“Antes de la activación de ese aparato mediático no existían casos de islamofobia. Yo te puedo hablar, como argentino, que nos críamos en escuelas con judíos y cristianos, y nunca -en toda nuestra infancia y juventud- hubo entre nosotros ningún tipo de hostilidad. Ni fuimos víctimas de discriminación por ser musulmanes”, testimonia.

“Pero después del 11 de septiembre, ves que todo cambió. Ahora, apenas saben que eres musulmán te empiezan a ver raro”, añade, y cuenta que “en los aeropuertos te dan un trato diferente, notas la manera en que te revisan el pasaporte y se demoran, el tono en que hacen preguntas. Y cuando analizas esas reacciones en su contexto, te das cuenta de que todo eso es un proyecto y no un proceso”.

-¿Quiere decir que no se ha dado como una reacción espontánea de las personas?

-Exacto, no es algo que se ha dado naturalmente, como una expresión natural de la voluntad de la gente, es algo impuesto mediante el uso de los medios que posicionan unos supuestos fabricados contra los musulmanes, de modo que cuando alguien mira a un musulmán, lo juzga desde esos supuestos.

RECHAZO AL ANTISEMITISMO

-¿Cuando usted afirma que Israel es parte del proyecto de EEUU en el Medio Oriente, quiere decir que actúa como un agente del Departamento de Estado?

-El Estado de Israel, el sionismo, es otro enemigo del islam, y la verdad es que en muchos casos es difícil saber si es un agente de Estados Unidos o si Estados Unidos o es un agente de Israel. Al fin y al cabo, defienden los mismos intereses, al punto de que a veces sus relaciones son confusas y no se sabe quién es el amo y quién es el siervo.

-Pero también es un Estado con sus propios intereses.
-Israel, para ser un Estado en sentido pleno, tiene que comportarse como tal, y una de las condiciones esenciales de un Estado es que este debe tener un territorio y por tanto, unos límites claros. En el caso de Israel eso no ocurre: tú no sabes qué límites vas a tomar como referencia para entenderte con ellos. Y ellos, la cúpula sionista que gobierna, no reconoce ningún límite. Entonces, se declara como un Estado pero no responde a los criterios para definir un Estado.

Además del problema de la territorialidad, Assad plantea que “un Estado solo es tal si es un estado de justicia y derecho. Pero Israel mantiene confinados a cinco millones de palestinos, a los que les niega sus derechos como pueblo. ¿Hay justicia con Palestina? No la hay. Israel tiene que resolver su problema en cuanto a sus límites y en cuanto a la justicia.

-Las críticas en ese sentido son descalificadas bajo el argumento de que son una expresión de antisemitismo. ¿Cómo respondería a eso?
-Los que gobiernan a Israel han manchado su fe y su religión al mezclarla con sus intereses políticos, y es el pueblo judío el único que puede lavar esa mancha. Solo a ellos les corresponde ese acto de conciencia. El antisemitismo no está en el espíritu de los pueblos; durante siglos, en Palestina convivieron en paz cristianos, judíos y musulmanes. Fueron el imperio y el sionismo los que introdujeron el conflicto donde no lo había. El islam no es enemigo de los judíos, ni de ningún pueblo. En Irán, por ejemplo, no solo hay sinagogas y escuelas judías en las que se enseñan su fe y sus valores, sino que la Constitución obliga a que en el Parlamento haya un representante judío aunque no sea electo. Lo mismo ocurre con los cristianos y los zaraostrianos (religión muy antigua que rinde culto a Zoroastro).

Assad no solo rechaza “cualquier manifestación antisemita”, sino que enfatiza que eso contradice el espíritu del islam, que “algunos la consideran como una de las religiones del Libro, es decir, como una religión revelada a uno de los grandes profetas, Muhammad. Cuando él profesó el islam, no estaba proponiendo algo distinto o superior a lo que habían profesado los profetas anteriores, sino una continuación del mensaje de Dios”.

NO PUEDO SER MUSULMÁN SI NO CREO EN CRISTO

El teólogo Suhail Assad es un sheij, palabra que tradujo como “guía espiritual”. Recordó que el islam es más que una religión, es una cosmovisión que profesa la palabra que Dios reveló a los profetas, como Ismael, Abraham y Cristo, a quien se le rinde el mismo respeto. “Para que te hagas una idea de lo que eso significa, te digo que yo no puedo llamarme musulmán sino puedo creer en Cristo”.

Texto/ Carlos Ortiz
Foto/ Héctor Rattia
Caracas

es muy interesante que los pueblos hablen, cuando no nos conocemos cualquiera te expresa algo sobre alguien y es probable que lo creas, recomiendo leer, analizar y estudiar, para que no nos manipulen. excelente entrevista