Por José Gregorio González|Contra el fascismo (Opinión)

El fascismo en América, como en el resto del mundo, causó innumerables víctimas. Después de 40 años del golpe de Estado contra el compañero presidente Salvador Allende, la herida aún permanece abierta. El horror y la tortura fueron solo el comienzo de una etapa oscura de desolación.

Allende, socialista y hombre del pueblo, accedió al poder con el voto popular y el apoyo mayoritario de los ciudadanos que creían en un Estado democrático e igualitario. Defensor de los derechos humanos y la distribución equitativa de la riqueza, golpeó con su Gobierno las formas miserables de explotación del chileno. Siempre buscó garantizar al pueblo los servicios mínimos para que viviera en paz y armonía.

Sin embargo, la extrema derecha no se quedó tranquila. Accionó los mecanismos golpistas para sacar la Unidad Popular del poder. El cruento golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 fraccionó a Chile. La intervención de Estados Unidos fue crucial, pues el imperio invirtió millones de dólares para desestabilizar el país austral.

El imperio estadounidense jamás ha respetado el principio de autodeterminación de los pueblos. De manera constante y sistemática se inmiscuye en la política interna de todos los países del mundo. Claro está no le interesa el bienestar de sus habitantes, solo busca apoderarse de los recursos naturales y usarlos para su beneficio.

El fascismo persiguió a los opositores de la derecha, asesinó a miles de socialistas y comunistas, practicó la desaparición forzada, secuestró niños y los regaló a militares, condenó a infinidad de inocentes, aplicó la tortura sin contemplación y exilió a mujeres y hombres que militaban en los partidos de izquierda.

Hoy Chile es un país con visos democráticos porque todavía está vigente la legislación de la época pinochetista; aun así intenta reconciliarse de las viejas heridas. La derecha domina los escenarios políticos e impone su criterio de gobierno.

El compañero Salvador Allende se inmoló cumpliendo, como hombre integro luchó por su país. ¡Honor y gloria a los caídos! ¡Allende vive!

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