Las eliminaciones cada vez le duelen más. La despedida del Masters de Shanghái representó un punto de inflexión, un quiebre necesario para cambiar la muy mala imagen que dejó está temporada.
El tenista suizo Roger Federer no es el mismo que ganó 17 torneos del Grand Slam. Quizás esa sea una de las razones por las que se ha desvinculado de su entrenador, el estadounidense Paul Annacone, con quien ha trabajado los tres últimos años.
«Después de tres años y medio estupendos trabajando juntos, Paul y yo hemos decidido dar un paso hacia el próximo capítulo de nuestras carreras profesionales», explica Federer en su página web.
El anuncio de la ruptura se produce días después de que Roger dijera adiós en octavos de final del torneo chino ante el francés Gael Monfils. No fue una derrota más, por que quedó con pocas posibilidades de acceder al Torneo de Maestros de Londres.
En un año atípico, el suizo podría quedar afuera del prestigioso certamen luego de once años consecutivos diciendo presente. En esta temporada, por primera vez desde 2002, Federer no ha conseguido alcanzar la final en ningún grande.
Su único trofeo este año fue un ATP 250, el de Halle. Por eso, Federer necesita nuevas perspectivas si quiere seguir la senda de Rafael Nadal, Novak Djokovic, Andy Murray o Juan Martín del Potro. Cortar con su entrenador parece el primer paso.