Cuando hablamos de la “oligarquía parasitaria” queremos dejar claro que nos referimos a los parásitos con dinero.
Nos referimos a los “apellidos”, grupos familiares que vivieron y viven de la “economía de puertos” -dependientes del dólar petrolero- esas familias que controlaban el poder y que jamás invirtieron en el desarrollo del país.
Los parásitos con dinero -“oligarquía parasitaria”- vienen desde la colonia importando barato y vendiendo y comercializando caro; nunca utilizaron sus enormes ganancias –riquezas- para crear fábricas, producir o transformar nuestras materias primas.
Con la aparición del petróleo, se les creó un paraíso a los parásitos con dinero -clase social impactada culturalmente por el modo de vida de Europa, y luego por el de Estados Unidos- se les abrió un gran mercado y obtuvieron con la corrupción, mayor control de los gobiernos.
Con el petróleo, Venezuela cimentaba su dependencia económica, e indefensa ante los centros económicos, abrió las compuertas para que los parásitos se hicieran más ricos, poderosos y más vasallos del imperialismo.
Domingo Alberto Rangel los llamó: los “agentes consulares” del imperialismo.
Los parásitos con dinero –“oligarquía parasitaria”- son una clase social esencialmente violenta, sienten un gran desprecio hacia la gente del pueblo, a quienes consideran individuos inferiores.
Son una clase sin ética y sin moral, ese complejo de superioridad los hace corruptos; para la oligarquía parasitaria: “todos los hombres tienen un precio”.
De allí su odio contra el comandante Hugo Chávez y ahora contra el presidente Nicolás Maduro; por eso la guerra económica y sanguinaria contra el pueblo.
¡Es una lucha de clases!