Se ha dicho que Marx y Engels no dejaron una obra en la que expusieran de manera acabada su concepción de la nueva sociedad a construirse a partir de la crítica del capitalismo.
No obstante, pueden rastrearse rasgos esenciales de su planteamiento.
Señala este que del seno de dicha sociedad, mediante la lucha revolucionaria de las clases trabajadoras encabezadas por el proletariado, y tras destruir el Estado de dictadura de clase de la burguesía, minoritario, y sustituirlo por el del proletariado, mayoritario, saldrá una primera fase de formación social de transición.
Fase (generalmente llamada “socialismo” y en la que se retribuirá “a cada quien según su trabajo”) que “presenta todavía en todos sus aspectos (…) el sello de la vieja sociedad”, por lo que el orden nuevo mantendrá rasgos del derecho burgués.
Desarrollándose desde esa fase socialista, es decir, desde su propia base, surgirá, sin plazo definido, una fase superior, el comunismo propiamente dicho.
Se trata de un proceso que implica el advenimiento de un ser humano de elevada moral y cultura (el “hombre nuevo”), forjador de una organización social de iguales, sin divisiones ni antagonismos de clases y por ello sin Estado, que se extinguirá en la medida en que se vaya haciendo innecesario.
Será una sociedad autogobernada, donde “crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva” (solo así podrá realizarse la consigna esenia).
Donde “el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos”; donde se habrá dado “el salto del reino de la necesidad al reino de la libertad” y “de la prehistoria a la historia” de la sociedad humana.