En varios artículos publicados este año en el Correo del Orinoco he hecho referencia a un asunto que me ha llamado la atención este año, como consecuencia del fallecimiento del comandante Hugo Chávez y de su extraña personalidad. El asunto puede enunciarse como la relación entre la determinada intuición originaria de la vida que todos los seres humanos tenemos, y la vida que hacemos a partir de aquella. La intuición será siempre una conjetura hecha a partir de las acciones de todo tipo de quien queremos comprender su vida.
He hecho cuatro hipótesis:
a) Simón Bolívar se intuía en oposición y rebeldía contra el mundo social y político, contra sus formas de convivencia, sus jerarquías, en fin, contra el sistema institucional, y de vida convencional de obligada observancia en tiempos coloniales; todo ello lo percibía como violencia en su vida, y como una imposición igualmente violenta e ilegítima ejecutada contra su patria. Esta heteronomía impuesta y ejercida por España, ejerció efectos en dos direcciones: rebeldía existencial y luego política, confluyendo ambas, en la lucha por la independencia de España y en su transformación en héroe insatisfecho de su obra.
b) Federico Nietzsche se intuía, e intuía la vida en clave aristocrática. Mostró la consumación de Occidente y su fin, o sea, la entronización de la nada. Hizo genealogía de los valores de Occidente, pero no la hizo de su hallazgo, es decir, no comprendió el porqué de la nada: no pudo relacionar el capitalismo con la nada que encontró. En Así habló Zaratustra, resuelve el problema de la moral y de la decadencia, con el Superhombre, el epítome de su sentido aristocrático de la vida. No era apto para enunciar una filosofía de la liberación porque en su mente aristocrática solo había el culto a los mejores y el desprecio a las masas, era nuevamente el egoísmo de pocos.
c) Hugo Chávez intuyó desde su infancia una totalidad amorosa y amó ese todo. Amó su gente y su paisaje, los misterios de la sabana y el pasado heroico de los llaneros; se hizo militar y es el primer político que transforma su intuición amorosa de la vida en política de Estado. Su grandeza le viene de su originaria intuición amorosa de la vida y de su inmensa inteligencia.
d) Henrique Capriles aprendió desde niño, en familia, el desprecio a los que considera inferiores: todo el pueblo venezolano, fuente de todo odio. Capriles odia lo que no entiende, odia si ve peligro en el populacho, desprecia al pueblo. Capriles es un ser insignificante, no es un político, su mente no le da sino para ser un matón con riquezas.