La iglesia católica se ha caracterizado desde hace muchos años por ser una institución con pensamientos bastantes retrógradas y muy apegados al espíritu medieval. Ni Juan Pablo II con todo el rol político que jugó contra los pueblos en rebelión, contra la teología de la liberación logró una mirada distinta y renovadora como la que ha logrado el papa Francisco en los meses que lleva de mandato.
El primer Papa latinoamericano ha obligado a transformar la mirada que sobre el Vaticano ha pesado por años. Francisco ha sido un rebelde, un renovador del espíritu de una iglesia que cada día se había alejado más y más de la feligresía, del pueblo.
Ha tocado temas como el de los homosexuales, las miserias del capitalismo, la pobreza, el despilfarro, dando una demostración de que ser Papa no limita la posibilidad de ver en la Iglesia una institución en crisis por las prácticas excluyentes, por la parcialidad política de la mayoría de las cúpulas de las iglesias en cada país, como el caso de la venezolana.
Me imagino a Baltazar Porras santiguándose cuando el Papa habla de las conductas ostentosas, de hacer un ejercicio religioso extramuros, con la gente. Pensará que Francisco es un loco, por eso de celebrar su cumpleaños con tres mendigos y sus perros y no como lo hizo Juan Pablo II, que fue a celebrarlo en la Casablanca con el genocida George Bush.
El cardenal Urosa debe rezar quizás para que Francisco recobre la razón y vuelva a los cánones de un Papa anodino, que deje de regañarlos por creerse dueños de Dios y tan afectos a los bienes terrenales.
Ojalá y el papa Francisco pueda gobernar como ha demostrado hasta ahora, que profundice más el rol de una religión que ayude a las personas que acudan a ella, a una evolución espiritual, que de manera contundente en favor de la paz.
Finalmente, deseamos a quienes leen esta columna, un feliz año 2014, que transitemos en él cargados del compromiso por la vida, por la paz y por la construcción de un mundo justo, solidario y donde prive la buena voluntad, que cesen las traiciones y las conspiraciones. ¡Salud!