Por Walter Ortiz |Al Comandante (Opinión)

Aún retumba en el cielo caraqueño ese “Cordonazo de San Francisco”, preludio de una victoria heroica y de un ¡hasta siempre! que quedó anidado en el pecho de cada venezolana y cada venezolano; la tristeza, sin duda, se hace latente al ver cuánto hemos perdido con tu ausencia y tus orientaciones gracias a esa sabiduría con la cual, junto a tu pueblo, supiste saldar positivamente momentos clave de tu vida y de la vida de la República Bolivariana de Venezuela.

Imposible no ahogarse en llanto al ver cómo el destino, y quién sabe qué mano desgraciada pudo aguardar ese momento fatal del 5 de marzo, luego de tanta batalla y tanta plenitud con la que, nuevamente victorioso, se avizoraba el futuro de la Patria venezolana, contigo al frente y como líder invicto de esta Revolución socialista, forjada en la “Casa de los sueños azules” y en la muchachada militar del Bicentenario del nacimiento del gran Simón Bolívar.

Desde este rincón, frente a este teclado y esta pantalla que esgrime estas pequeñas palabras, te saludo Comandante, dónde quiera que estés, pero al mismo tiempo, como millones de mujeres y hombres, en su silencio o su grito, en su batalla diaria y en su lucha histórica por legar a sus hijas e hijos un futuro promisorio, manifiesto este pesar, hondo pesar por tu partida; por la partida del hombre, del ser humano, más allá del político, más allá del estadista o del hombre que logró muchas cosas para su pueblo.

Extrañamos a quien supo elevarse en las alturas de la clase política de su momento histórico, para tratar de construir ese puente entre quienes, fatalistamente, creen que el cielo no puede hacerse realidad en la Tierra, y quienes, como tú, se empeñan en trabajar laboriosamente por hacer de la Tierra el paraíso para todas y todos.

Hace un año remataste de manera espléndida una campaña llena de incertidumbres y lograste con ese esfuerzo cuyo factura fue tu propia vida en esta Tierra abrir de nuevo el sendero de la posibilidad de construir el socialismo, alejado de la simple teoría y los diálogos de cafetín; hoy queda seguir luchando y prepararnos para momentos más difíciles, pero prestos a nunca olvidar tu legado.

Tenemos el reto de avanzar, sin olvidar ni tus enseñanzas ni tu lealtad al pueblo; hacerlo sería traicionarnos a nosotros mismos, nos está prohibido. ¡Gracias comandante Chávez! Ha sido un privilegio vivir todo este sueño construido por tu liderazgo, donde antes había un lúgubre e inmenso desierto. ¡Un abrazo! Nos vemos luego.

walter1982@gmail.com