Columna Memorias de la insurgencias|Alberto Lovera y la memoria (Opinión)

Le pregunté a varios jóvenes trabajadores de una radio pública si sabían quién era Alberto Lovera, y la respuesta fue negativa: solo uno respondió positivamente; fue solo una breve encuesta aleatoria que me permitió comprender cómo todavía una gran porción de población venezolana, especialmente jóvenes, no conocen lo ocurrido durante las décadas de los años 60, 70, 80 y 90 sobre lo que fue el terrorismo de Estado del cual fue víctima ese insigne dirigente del Partido Comunista de Venezuela (PCV) en 1965.

Alberto Lovera fue detenido y secuestrado en Caracas por una comisión de la Dirección General de Policía (Digepol) al mando de Carlos Vegas Delgado, hecho ocurrido el 18 de octubre de 1965.

Luego fue “ruleteado” a torturas hasta ser llevado al campamento antiguerrillero de Cocollar en el estado Sucre, donde la comisión fue rechazada por los cuerpos militares debido al estado deplorable en que se encontraba Lovera; posteriormente muere en el tránsito de retorno a Caracas y es lanzado al mar en Lecherías, estado Anzoátegui, que lo devuelve a tierra y su cuerpo inerte es rescatado por un pescador para iniciar un escándalo que destapó la pútrida situación de la policía política de entonces.

La crisis que originó el asesinato de Lovera dentro de esa institución derivó en la destitución del director general del Ministerio de Relaciones Interiores, Luís Vera Gómez; de J.J Patiño González, director de la Digepol y de Carlos Vegas Delgado, inspector general de la Digepol (Marzo 1966).

Los diputados Salom Meza Espinoza y José Vicente Rangel estuvieron en la Comisión del Congreso que investigó el caso e hicieron públicos detalles de ese abominable hecho, pero además descubrieron la responsabilidad política de Carlos Andrés Pérez y del gobierno de Raúl Leoni.

Esa policía del terror la convirtieron en la Disip en 1969, pero las políticas del terrorismo siguieron siendo las mismas hasta 1998, cuando el pueblo eligió al comandante Hugo Chávez y mandó a parar aquello.

La memoria de Alberto Lovera, como la de miles de víctimas, deben ser recordadas para que tengamos una percepción comparativa entre el ayer oprobioso y el hoy de justicia y verdad.

T/ Aldemaro Barrios R.
venezuelared@gmail.com

Cierto que la mayoría de los jóvenes hoy en en día poco conocen la historia venezolana del siglo pasado. Tambíen es cierto que muchos que vivieron en la Venezuela de los años de la Cuarta República tiene un gran desconocimiento de lo que realmente ocurría, especialmente por el manejo mediático y las conculcadas libertades de información y comunicación de la época. Yo recomiendo la lectura de un excelente libro del Profesor José Sant Roz titulado «El procónsul Romulo Betancourt: Memorias de la Degeneración de un País», el cual es una muy bien documentada reseña de nuestra historia reciente.