Análisis de Lula sobre el presente y el futuro brasileño: «No están gobernando Brasil, están vendiendo Brasil»

“Voy a cumplir 73 años pero tengo la energía de un pibe de 20”, dijo el ex presidente Lula Da Silva durante la primera entrevista que le dio a un medio argentino desde que fue detenido hace ya 526 días. Sentado detrás de un pequeño escritorio, escoltado por un policía y a cuatro metros de distancia de los periodistas, Lula confesó que tiene previsto vivir “hasta los 120 años” y que para eso, agregó, necesita tener “mucha fuerza” porque sino “la vida se transforma en algo aburrido”.

Lula está en la cárcel de Curitiba que, paradojas de la vida, él mismo inauguró en el 2007 con el objetivo de mejorar la calidad del servicio penitenciario brasileño y solamente para detenidos en tránsito, de hecho, en ese moderno bloque de cemento se alojan 20 presos pero el ex presidente es el único que está en forma permanente y aislado, y que pasa en soledad 22 de las 24 horas del día.

Los preparativos para la entrevista arrancaron cinco meses atrás cuando comenzó el primer intercambio de mensajes con los abogados defensores del ex presidente y después de muchas idas y venidas y frustrados intentos, sorpresivamente la semana pasada llegó la confirmación: Lula esperaba a PáginaI12 el miércoles 11 de septiembre a las 9.30 de la mañana en la cárcel de Curitiba, estado de Paraná, para un reportaje de 60 minutos.

Después de una hora de preparativos en la sala asignada para la entrevista, donde había un pequeño escritorio ubicado exactamente en el medio de la habitación y a su vez rodeado de una especie de candado que formaban otros escritorios y detrás del que estaban los camarógrafos, fotógrafos y PáginaI12, comenzaron a desplegarse las medias de seguridad para que ingresara el ex presidente.

A las 9.30 policías con pasamontañas y biombos que aislaban a Lula de cualquier contacto con el exterior escoltaron al ex presidente durante todo el recorrido desde su celda hasta el tercer piso del bloque de cemento, donde estaba la sala donde se realizó el reportaje.

De impecable traje oscuro y corbata bordó, ingresó con paso firme, íntegro y saludó alegremente a cada uno de los presentes y la emoción invadió cada milímetro de ese espacio frío, opresivo e impersonal, pero que con su presencia se cargó de energía y de dignidad.

Antes de sentarse y mientras acomodaba los papeles y un libro atlas que llevaba en sus manos para graficar algunas cuestiones durante la nota, preguntó: “¿Hay algún hincha de Racing en la sala?”, como para distender y seguramente para hacerlo presente a Néstor Kirchner.

“El día que deje de creer en la justicia, me pregunto qué es lo que voy a hacer. No porque un juez haya sido un canalla, no porque un fiscal haya sido un canalla, vos tenés que juzgar a toda la justicia por causa de ese error. El problema es que espero, con mucha tranquilidad, que la Suprema Corte tome una decisión. Tengo dos Habeas Corpus que se tienen que votar”, respondió cuando Página 12 le consultó sobre su libertad.

Su equipo de abogados, encabezado por Cristiano Zanin Martin, es optimista y espera que pronto haya noticias favorables para el ex presidente y que en los próximos meses recupere la libertad o que al menos le concedan arresto domiciliario.

Durante la entrevista, Lula recorrió varios temas, desde la actualidad brasileña que la comparó con los peores años económicos del menemismo. Le agradeció públicamente la vista al candidato presidencial del Frente de Todos Alberto Fernandez y le aconsejó que cuando asuma el próximo 10 de diciembre gobierne “para el pueblo pobre” y “no” le mienta “nunca”.

“No aceptar el terrorismo que el mercado crea. Al mercado no le interesa el pueblo argentino, el mercado tiene interés en ganar dinero. Al mercado no le preocupa si las personas pasan hambre, si las personas viven en las calles. El mercado quiere saber si hay rentabilidad. Y Fernández tiene que tener un compromiso con Dios y con el pueblo: no mentirle nunca al pueblo y gobernar prioritariamente para el pueblo trabajador y para el pueblo pobre argentino. Ese es el consejo que podría darle al compañero Fernández y a la compañera Cristina”, enfatizó Lula.

.- ¿Qué le da fuerza para empezar cada día?

.- Primero tengo ganas de vivir mucho. No sé por qué, pero creo que voy a vivir 120 años, entonces alguien que va a vivir mucho necesita tener mucha fuerza porque sino la vida se transforma en algo aburrido. Y sé porque estoy acá. Estoy acá condenado por un ex juez mentiroso (Sergio Moro); por un fiscal mentiroso y canalla (Dealtan Dallagnol) y por algunos comisarios que me armaron causas mentirosas en mi contra. Podría no estar acá, podría haberme ido de Brasil. Pero vine acá porque tengo a cuatro personas que saben la verdad sobre estos juicios en mi contra: yo, Dios, el juez y los fiscales. Ellos saben que mienten. Y Dios y yo sabemos que estoy con la verdad. Es por eso que estoy acá. Estoy acá para probar mi inocencia. Es más, ya probé mi inocencia, lo que quiero es que ellos prueben mi culpabilidad. Quiero y continúo esperando que me señalen alguna culpa de algo. Estoy esperando que me señalen un dólar mal habido en mi vida. Es decir, en verdad, el delito que cometí en este país, fue probarle a una elite brasileña políticamente canalla, que es posible que el pueblo coma lomo y bife de chorizo, que es posible que el pueblo pobre viaje a Bariloche, a Buenos Aires, a Miami en avión, que es posible que una persona tenga una casa, que es posible que una persona entre en una universidad, que es posible que una persona vaya a una escuela técnica y que es posible que una persona tenga acceso a la cultura, al esparcimiento, al teatro, al cine, a un restaurante. Ese fue el delito que cometí. Generar 22 millones de empleos en blanco. Aumentar en un 75% el salario mínimo. Poner a disposición 52 millones de hectáreas de tierra para hacer la reforma agraria. Hacer el mayor programa nacional de historia de Brasil y de entablar amistad con todos los países de América del Sur. Fue el momento de la cordialidad. Fue el momento en que nosotros no teníamos contiendas. Fue el momento en que soñamos: Kirchner, Lula, Chávez, Rafael Correa, Tabaré, Pepe Mujica soñábamos en construir un bloque económico fuerte, desarrollado tecnológicamente para que nosotros pudiéramos disputar la exportación de productos con valor agregado y no solo commodities.

.- ¿Y qué pasó con ese sueño?

.- Y todavía sigo con este sueño y es por eso que tengo fuerza. Porque todavía quiero estar vivo y quiero ayudar a derrotar a todas estas personas malvadas, a quienes no les gustan los pobres, que solo gobiernan para el mercado. Acá en Brasil hace un año que no se habla de empleo, que no se habla de sueldos, que no se habla de ganancias. Sólo se habla de privatización y reducción de la máquina pública. Entonces, mi voluntad para la lucha es como si tuviera 20 años. Acá y fuera del país. Y creo que ellos tienen miedo de soltarme, porque saben que cuando me suelten, voy a la calle. Voy a la calle. Tengo ganas de ir a la puerta de la Rede Globo de Televisión y desmentirla. Hace diez años que cuenta mentiras sobre mí. Tengo ganas de hacer un debate con el canalla del juez que me juzgó y con el fiscal que me acusó. Entonces, es por eso que tengo fuerza, porque quien tiene la verdad, no tiene que tener miedo.

.- Su libertad depende de la justicia ¿confía en la justicia brasileña y en las instituciones en general?

.- Podría hacerles una pregunta y es una pregunta que me hago todos los días. El día que deje de creer en la justicia, me pregunto qué es lo que voy a hacer. No porque un juez haya sido un canalla, no porque un fiscal haya sido un canalla, vos tenés que juzgar a toda la justicia por causa de ese error. El problema es que espero, con mucha tranquilidad, que la Suprema Corte tome una decisión. Tengo dos habeas corpus que se tienen que votar. Hay una presión muy grande de la prensa brasileña, sobretodo de la Rede Globo de televisión para que Lula no salga de prisión. Porque el gran problema de la operación Lavajato es que dejó de ser una operación de investigación de la corrupción y se transformó en un partido político. Es decir, hay un pacto entre los medios de comunicación y la operación Lava-Jato. Todas las mentiras que la Lava-jato cuenta, se transforman en verdad en la prensa brasileña. En las tres revistas nacionales, en los grandes diarios, la Lava-Jato tenía a un periodista en cada diario, en cada revista que recibía preferencialmente la información antes que los abogados de la defensa. Y esto todavía continúa. Estarán siguiendo en la Argentina la divulgación del blog Intercept que descubrió todo lo podrido de la Lava jato. Para la gran prensa brasileña, no existe Intercept. Ninguna denuncia hecha por Glenn (Greendwayld, periodista de Intercept) se divulga en la gran prensa. Ahora, el domingo, hubo una denuncia muy seria de mentiras de los fiscales, del comisario de policía, del juez Moro con relación al hecho que yo acepté ser ministro de Dilma. La mentira es la cosa más grave hasta ahora y la Rede Globo de televisión no dijo nada. La emisora Record no dijo nada. La emisora SBT no dijo nada. Es decir, la prensa no consigue desvincularse de la Lava-Jato porque cuando se libere a Lula, una parte de la Lava-Jato habrá perdido credibilidad. Porque hasta ahora solo contaron mentiras. Y estoy con mucha sed, con ganas de, en libertad, cuestionar la credibilidad de estas personas. Por eso es que creo en la justicia.

.-¿En qué siente que se equivocó si tuviera que hacer una autocrítica de su gestión? ¿y qué repararía de eso?

.-Acá en Brasil hay algo que está de moda, todos quieren que el PT haga una autocrítica. Es impresionante. Ellos gobernaron durante 500 años, el PT solamente 13 años, solo el PT hizo más que ellos. Para que tengas una idea, en ocho años de gobierno, fui el Presidente que creo más universidades en la historia de Brasil. Pusimos más alumnos en la universidad, en 12 años, más alumnos que ellos pusieron en un siglo. Entonces, si tuviera que hacer una autocrítica, me iba a mirar al espejo y decirme: “Lula, ¿por qué no hiciste más? ¿Por qué no mejoraste más el sueldo del pueblo? ¿Por qué no hiciste más universidades? ¿Por qué no generaste más empleos? ¿Por qué no hiciste más por la reforma agraria?” Era esta la autocrítica que haría. Hacer más, cada vez más, porque solamente así es que vamos a hacer crear un pueblo con un estándar de vida decente.

.- ¿Cómo se puede desarticular esa connivencia entre los medios y la justicia para generar ese tipo de golpes institucionales?

.- Nunca fui a almorzar o desayunar con el dueño de un periódico, de una emisora de televisión para pedir un favor. La única cosa que quiero y exijo es que ellos existan para informar bien a la sociedad, no para mentirle, no para construir mentiras. Y en Brasil se construyeron muchas mentiras. Si tenés en cuenta que el principal noticiero de Brasil de la televisión, según una encuesta hecha por una profesora de la Universidad Federal de Minas Gerais, en tan solo un poco más de un año, hay 80 horas, en el principal noticiero de esta televisora, hablando mal de Lula. Y al mismo tiempo tiene más de 100 horas, transformando un juez mentiroso en héroe. O sea, ellos pensaban que la mentira iba a vencer. Y estoy aquí para decirles a ustedes: la verdad vencerá, cueste lo que cueste, tarde lo que tarde, pero el pueblo brasileño va a saber la verdad y que esas personas que me acusaron no tienen moral. Hicieron uso de la justicia para hacer política y el principal objetivo era impedir que Lula volviera a ser presidente de la República de este país. Y que el PT ya no pueda ganar más las elecciones. Es eso, el mismo odio que ellos tenían a Kirchner y que tenían a Cristina.

.- ¿Se ve nuevamente Presidente?

.- Tengo conciencia que mi rol ahora es contribuir para que otras personas, más jóvenes que yo, con más energía que yo, con más ganas que yo… Con más ganas no creo. Pero otras personas, Brasil tiene muy buenas personas. Hay varios gobernantes interesantes, hay gente nueva en la política. Yo espero que Brasil no me necesite. Espero que tengamos nuevos cuadros, nuevas mujeres, nuevos hombres para poder participar de un proceso electoral.

–¿Hasta dónde puede llegar la degradación institucional y política de Brasil?

–Estoy asustado porque ellos transformaron el desmantelamiento de los derechos laborales y de la seguridad social, en conquistas. Tenemos hoy en Brasil más de 40 millones de personas trabajando en la informalidad. Tenemos un 12% de desempleado. Ellos dicen en la televisión que va a mejorar. Es como si el pueblo brasileño estuviera anestesiado. Por eso quiero salir de acá. Porque necesito ir a la calle para hablar con este pueblo y decirles la verdad sobre este gobierno y sobre estas personas que están gobernando Brasil. El proceso de privatización es peor de lo que Menem hizo en Argentina. Estas personas no están gobernando Brasil, están vendiendo Brasil.

El futuro es incierto y está en disputa. La oleada conservadora pierde fuerza. Octubre, mes de revoluciones, se presenta como crucial en el despliegue de fuerzas para la próxima década. Argentina se encamina hacia un gobierno peronista y el Frente Amplio y el MAS buscan apoyo popular para darle continuidad a sus gobiernos en Uruguay y Bolivia. El cielo se aclara y una nueva oportunidad emerge. Poner en valor las experiencias y los limitantes del pasado es una obligación de estos tiempos.

–¿Cómo recuerda los años de los gobiernos de cambio?

–Fueron momentos de la cordialidad. Nosotros no teníamos contiendas. Fue el momento en que soñamos: Kirchner, Lula, Chávez, Rafael Correa, Tabaré, Pepe Mujica soñábamos en construir un bloque económico fuerte, desarrollado tecnológicamente para que nosotros pudiéramos disputar la exportación de productos con valor agregado y no solo commodities.

–¿En qué se debería haber avanzado más?

–Muchas cosas, muchas cosas ¿Saben lo que pasa? somos resultado de nuestra formación política y formación cultural. Hubo siglos de desconfianza entre nosotros y uno no consigue en pocos años cambiar la cabeza de las personas. No creamos el Banco del Sur que queríamos crear. Podríamos haber creado más instituciones multilaterales para hacer difícil que cualquier gobierno pudiera cambiar las cosas como se están cambiando ahora. La relación entre los Estados no tiene que depender de los gobiernos. La relación del Estado es algo muy sólido, puede ser un gobierno de derecha, de centro, de izquierda, la relación entre dos Estados tiene que ser perenne, duradera. Pienso que nosotros no conseguimos hacer eso. Construimos una bellísima amistad. No me olvido nunca: Chávez me decía que cuando él era profesor en la academia militar, su clase era para hablar mal de Brasil, que Brasil era el enemigo de Venezuela, que era necesario tener cuidado con Brasil ¿Quién lo orientaba? Era orientación norteamericana. Y eso valió para todos los países de América Latina. Creo que si nosotros pudiéramos volver en el tiempo, y no es posible, creo que haríamos mucho más de lo que hicimos. Muchos más. No ceder a presiones mezquinas de grupos económicos. Ceder sólo a la presión de los intereses populares de cada ciudadano de la Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador.

–¿Cuál es la mirada del gobierno de Bolsonaro hacia América Latina?

–Tienen odio contra América Latina, odio contra África y solo le lamen las botas al gobierno norteamericano. Nuestro gobierno decidió no despreciar a Estados Unidos, tratar con respeto a Estados Unidos, pero tratar con mucho más respeto y con prioridad a nuestros socios. Para que Brasil esté bien, Argentina tiene que estar bien, Uruguay tiene que estar bien, Paraguay tiene que estar bien, Ecuador, Colombia, Perú, Chile. Todos los países tienen que estar bien, porque la pobreza no permite la distribución. Lo que permite la distribución es la riqueza. Es el conocimiento. Y es por eso que tratamos con mucho cariño nuestra integración con América del Sur y América Latina.

FyF/Pagina12