Señaló que pese a los avances aún “hay marcas de desempleo y desescolarización”|Andrés Antillano: Persisten condiciones de exclusión y desigualdad que propician la violencia

Andrés Antillano, docente e investigador de la Universidad Central de Venezuela, el fenómeno de la violencia surgió a finales de los años 80 y principios de los 90: “En el marco de los cambios que impuso el neoliberalismo, lo que implicó serios problemas de exclusión para las grandes mayorías y una profundización de las brechas sociales, de la desigualdad”.

“La problemática de la violencia en los jóvenes está centrado fundamentalmente en dos grandes realidades como son la exclusión y la desigualdad”, reiteró.

En ese sentido, reconoció que “si bien es cierto que ha mejorado las condiciones de vida de las grandes mayorías, persisten problemas de exclusión, sobre todo de los jóvenes en los sectores populares. Todavía hay marcas de desempleo y desescolarización”.

La aseveración la hizo Antillano el pasado miércoles en la Sala de Usos Múltiples de la Estación Metrocable San Agustín, durante su participación el foro Ecología humana y violencia. La ruptura del ghetto desde una cartografía viva.

La actividad se efectuó en el contexto de la exposición Oficina de Turismo San Agustín, de la artista plástica Natalya Critchley, que es una muestra de la que se exhibe en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas.

PROBLEMA DE RECONOCIMIENTO

Antillano planteó que la exclusión propicia entre los jóvenes un sentimiento de anonimato, de desconocimiento. Esto incide en una necesidad de obtener reconocimiento que puede llevar a la violencia.

“La exclusión plantea una condición de indiferenciación: “Ese no ser nadie, ser negado socialmente, como no tener trabajo, no disponer de educación. No entrar en los circuitos y mecanismos que nos hacen alguien. Que nos individualizan, nos singularizan”, reflexionó.

Sostuvo que “se trata de sentirse desestimado, sentirse desconocido por otro que se ve superior”, por lo que la desigualdad toca la problemática del reconocimiento.

Al respecto comentó que en sus investigaciones con jóvenes ha surgido el tema del rostro, que está vinculado fundamentalmente con dos factores: “Con el lograr ser alguien -con individualizarse- y con el reconocimiento”.

Comentó “el hecho de dar la cara” está asociado a esa visión, según lo ha detectado en su trabajo de investigación con jóvenes violentos en las cárceles y en barrio populares.

EXPERIENCIA EXITOSA

En el foro también participó el psicólogo del Parque Social de la Universidad Católica Andrés Bello, John Souto, quien en su intervención se refirió a las comisiones de convivencia creadas en la comunidad de Catuche, La Pastora, conocido como Proyecto Catuche: “Con el proyecto se logró generar una tregua por la violencia que durante décadas ocurría entre dos sectores (bandas delincuenciales), afectando la paz del sector por el enfrentamiento de las bandas”.

El proyecto, explicó, estuvo a cargo de un grupo de madres de ese sector: “La madres de la comunidad se organizaron a partir del año 2007, crearon unas comisiones con la ayuda de Fe y Alegría”.

Souto manifestó que el proyecto da testimonio de cómo “estas mujeres construyeron este espacio y como ese espacio generó unos beneficios importantes para esta comunidad, en cuanto que se detuvo las muertes que estaba ocasionando el enfrentamiento entre los dos sectores”.

Subrayó que la experiencia está contextualizada en “toda una historia de activismo comunitario en Catuche, la creación de alianzas”, por lo que la iniciativa se ha vuelto un referente, “quizás no como para trasladarlo a otras comunidades, sino como un referente para pensar en crear espacios similares, a fin de combatir la violencia desde las comunidades populares”.

En cuanto a los elementos centrales que propiciaron el éxito del Proyecto Catuche, el especialista mencionó que se trata de un espacio en el que impera el diálogo entre los integrantes de la comunidad para llegar a acuerdos, fundamentalmente entre las madres y los jóvenes involucrados en la violencia.

Añadió que además de combatir la violencia, “también se han creado espacios de seguridad y un mejor vivir dentro de la comunidad, como intervenciones en el alumbrado, actividades comunitarias. Es un espacio de trabajo colectivo”.

MAYOR CONEXIÓN CON EL ENTORNO

El activista urbano José Carvajal, en representación del grupo de activistas urbanos y de los derechos humanos, responsable de organizar la actividad, comentó que la exposición busca impulsar una mayor conexión de las comunidades con su entorno.

Añadió que la actividad “busca llamar la atención sobre las presuntas desintegraciones espaciales, sociales, la falta de vínculos, de construir una ciudad desde la participación de la gente. Se trata del derecho que tenemos todos a los espacios de la ciudad”.

T/ Leida Medina
F/ María Isabel Batista