Su siembra fue 18 de septiembre de 1954|Armando Reverón, el pintor de la luz, sigue más vigente que nunca

A pesar de que Armando Reverón, el pintor de la luz, como también se le conoce por el predominio de este aspecto en sus obras, falleció hace 62 años. Su partida física no ha dado fin a su nombre. Su impronta artística sigue intacta, trayendo hasta nosotros una obra brillante, de alto significado para la pintura nacional, siendo el primer artista cuya búsqueda estética se dedicó exclusivamente al entorno venezolano, específicamente a la incidencia de la luz en la costa caribeña de Macuto, estado Vargas.

“Es el primer artista verdaderamente venezolano que existió, porque él estudió afuera, como todos los artistas, que tenían la costumbre es estudiar afuera y venían para acá a hacer lo que se hacía allá. Él vino y empezó a hacer las cosas que se hacían en Europa, pero después fue a Macuto, construyó su Castillete y empezó a hacer un arte venezolano. Se fue a vivir con Juanita, a crear a partir de lo que sentía y vivía en Vargas”, explicó la artista Sol Rococuchi.

Creador prolijo, si bien sus primeros pasos fueron algo dubitativos, con turbulencias familiares, siendo criado en Valencia desde 1896 por los Rodríguez-Zucca (un matrimonio amigo de sus padres), apenas pudo decidir sobre su futuro se inscribió en la Academia de Bellas Artes en 1908, siguiendo el sabio consejo de su tío materno, Ricardo Montilla.

Sus profesores Emilio Mauri, Pedro Zerpa o Antonio Herrera Toro, entre otros, encontraron en él un talento innegable, y gracias a su trabajo y a la recomendación de estos, pudo ahondar en sus estudios fuera de nuestras fronteras. La carrera del joven artista iba en ascenso y se podría decir que estaba cumpliendo el modelo aspiracional de su época.

SU MACUTO

Poco a poco se alejó del impresionismo y la influencia europea, buscando algo más. Dueño de un fuerte carácter y una personalidad un tanto díscola, el joven Reverón tiene una relación especial con el pintor ruso Nicolás Ferdinandov, quien se alojaba en Vargas. El comentario no es anecdótico pues son los consejos del ruso los que lo animan a continuar sus estudios cromáticos, pero esta vez, de una manera más decidida. Fue Ferdinandov quien convenció al artista de que se radicara en Macuto a partir de 1921, decisión que le dará un empuje definitivo a la preocupación de Reverón por acceder de manera más pura a la comprensión de su contexto territorial, de cuyas características destaca una por encima de las demás: la luz.

Son los estudios y obras sobre la influencia de la luz en la obra pictórica, los que colocan a Reverón en el panorama pictórico mundial, pues la preocupación y el ahínco con el que ahondó en el tema le llevó a postular toda una teoría que aún hoy sigue vigente y de la que son pruebas sus obras, sobre todo las de las etapas blanca y sepia.

“Con cuatro o cinco pinceladas el hacía aparecer el mar, palmeras; él usaba mucho el fondo, la tela que utilizaba y tenía una maestría sin igual”, recordó la artista Lidoska Peralta, directora del Museo Caracas.

EL CASTILLETE

El Castillete es también parte del misticismo que envuelve al artista, pues fue una invención suya, adaptado a sus necesidades y a las de su inseparable Juanita, compañera de vida desde 1918.

La casa taller fue visitada por muchos periodistas y artistas de la época, como Vicente Gerbasi, Victoriano de los Ríos, Alfredo Boulton, Oscar Yánez, entre otros, quienes iban a corroborar que la genialidad de Reverón era tan grande como se decía. Todos colmaron sus expectativas por el exuberante creador y su mundo.

A pesar de lo trágico del final de su vida, recluido en el Sanatorio San Jorge, víctima de una embolia, ante la probable displicencia de sus responsables aquél 18 de septiembre de 1954, no se ha ennegrecido el esplendor maravilloso de su legado.

Hoy en día como un merecido reconocimiento, la Revolución Bolivariana ha reivindicando su legado artístico que enaltece la memoria y la cultura de la nación Así, sumando a la declaración del día de su nacimiento como Día del Artista Plástico en 1983, en esa fecha en el año 2014, el Estado venezolano declaró la obra del artista -junto a todos los artefactos que diseñó, como Bien de Interés Cultural.

En 2015, comenzó la restauración de su morada querida: El Castillete. Asimismo y como parte de una política hermanada entre los ministerios para la Cultura y el de Educación, se llevó a cabo la recuperación del Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón, que pasó a formar parte de la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte) a partir de 2008.

“Es un hombre emblemático en las páginas culturales del país y nos permite reivindicar nuestra memoria histórica y nuestra identidad cultural”, expresó el presidente de la Asociación Bolivariana de Artistas Plásticos, Roger Bastardo.

Este mismo año, el día de su 127 aniversario, los restos mortales del artista, junto a los del también pintor y dramaturgo César Rengifo ingresaron al Panteón Nacional. Es por ello que conmemorar su aniversario luctuoso no es un formalismo, sino parte orgánica del realce que se le ha dado a su genio y su figura.

T/Redacción CO
F/Cortesía Mincultura