Toda política comunicacional sin una estrategia política está condenada al fracaso. No se trata de “hierros” (tecnología, equipos, programas, etc.) el peso está en los contenidos, en la visión crítica y reflexiva, o en todo caso el peso estará en la relación tecnopolítica.
Y aquí la política no es tal sin la crítica y la autocrítica con el propósito de corregir, transformar y construir; en un proceso de reflexión y confrontación de ideas para lograr la eficacia, la viabilidad de la estrategia.
Así entendemos el Estado Mayor (cualquiera sea su área de trabajo), como equipos ad hoc, transdisciplinarios y de saberes para la asesoría y la acción.
El ataque mediático mundial contra Venezuela y el pobierno del presidente Nicolás Maduro se ha incrementado y los medios nacionales han asumido el papel que jugaron antes, durante y después del golpe de Estado de abril de 2002.
La guerra mediática es la principal “arma” de los enemigos de Venezuela, además han fortalecido el imaginario capitalista en el que el imaginario socialista, solidario, humanista, anticapitalista queda en minusvalía en una confrontación desigual.
Nos preocupa oír sentencias como: “en comunicación los análisis y diagnósticos ya están hechos”, “ya basta de tanta habladera y pasemos a la acción”, y mientras tanto se le hace publicidad a Twitter y Facebook, corporaciones que se cotizan en la Bolsa.
En estos momentos duros para la Nación ante la arremetida nacional e internacional queremos imaginarnos al presidente Maduro reunido con el Estado Mayor de Comunicación (ampliado con otros actores no funcionarios) recibiendo asesoría (como construcción colectiva, política y pedagógica) y tomando decisiones.