Por Fernando Bossi|Bajas británicas (Opinión)

Corría el año 1982 y las hostilidades ya estaban declaradas. El ejército había recuperado las Islas del Atlántico Sur y la flota imperialista inglesa, apoyada por Estados Unidos, atacaba territorio argentino.

El 2 de mayo, Margaret Thatcher había dado la criminal orden de atacar el crucero “Manuel Belgrano”. El buque escuela estaba fuera del área de exclusión militar de 200 millas, y su hundimiento costó la vida de 323 jóvenes cadetes.

La indignación del pueblo argentino fue general. Dos días después, el 4 de mayo, dos aviones Súper Etendard argentinos, armados con un misil Exocet cada uno y orientados por un avión explorador Neptune, atacaron tres navíos británicos. Uno de ellos impactó en la fragata “Sheffield”, que a los pocos días se hundió. El otro Exocet dio en el portaaviones “Hermes” (ataque nunca reconocido por Inglaterra), que obligó a la evacuación del Estado Mayor hacia el otro portaviones inglés, el “Invencible”.

El golpe, para la flota inglesa fue duro. Uno de los pilotos argentinos se lamentó de no haber podido cumplir con el objetivo, que era destruir el “Hermes”, hecho que hubiera cambiado el curso de la guerra.

Lamentablemente, la guerra se perdió. Pero no fue a causa de que los soldados y oficiales patriotas argentinos hubieran combatido mal. Tampoco se debe atribuir a la superioridad de las armas británicas, si bien esto incidió. La responsabilidad directa de la derrota fue de la plana mayor argentina que condujo la guerra, un grupo de generales, brigadieres y almirantes cobardes, genocidas, dictatoriales y genuflexos al imperialismo anglosajón. Ellos, junto a la oligarquía argentina, fueron quienes condujeron la guerra, y fueron los culpables de la derrota.

El 4 de mayo, con el hundimiento del “Sheffield” y los daños provocados al portaviones “Hermes”, Argentina demostró que podía haber derrotado a los imperialistas. Los propios oficiales británicos, con el pasar de los años, lo tuvieron que reconocer.

La batalla del 4 de mayo debe ser recordada por todos los latinoamericanos caribeños, que seguimos luchando por la expulsión del imperialismo inglés de las islas del Atlántico Sur.

fernando.bossi.rojas@gmail.com

Los F16 venezolanos estuvieron a punto de despegar, pero parece que a Luis Herrera lo pararon desde el norte, y no dio la tan ansiada orden esperada por los pilotos venezolanos. El resultado de la guerra hubiera sido diferente.