Río Teatro Caribe suelta sobre las tablas uno de sus tanques de guerra |Bajo Tierra mete el dedo en la llaga de la explotación petrolera (+Fotos)

No es Teatro Río Caribe, ni Río Caribe Teatro, sino Río Teatro Caribe. Esto lo aclara entre sonrisas el director del grupo, Francisco Denis. “Nadie lo escribe como es”, admite, “porque piensa que está mal escrito”. ¿Qué juego quisieron hacer con el nombre? “Que a la gente se le quedara ‘pegado’ como algo especial en la manera de decirlo”, pero “nadie lo dice como es”. ¿Se han replanteado el nombre del grupo? “Sí y no. A veces ponemos solo Río Teatro”, comenta. Así empieza a disparar sus ideas, sus misiles del pensamiento que lo han convertido en uno de los directores teatrales más respetados del país.

Con el grupo “empezamos en 1994, Son casi 20 años” de trabajo, refiere Denis. Trabajo suyo y de su exesposa, la bailarina Thalía Falconi. “Comenzamos en Río Caribe a partir de una invitación que nos hicieron para dar unos talleres de cinco días, y nos quedamos seis años” porque se dieron las condiciones para hacer un trabajo que el director no duda en calificar de interesante. “Nos dieron un espacio” en un teatro que nunca fue culminado. “Había un empuje muy grande por parte de toda la población”, por lo que se hicieron talleres con la población y talleres profesionales con actrices, actores, bailarinas y bailarines.

Tras cinco años en Río Caribe decidieron retornar a Caracas. En San Bernardino había una casa abandonada “que pudimos comprar a muy buen precio”, resume. El grupo hizo un proyecto para el extinto Consejo Nacional de la Cultura y convirtió el lugar en Caracas como “un espacio alternativo para teatro y danza, nuevas tendencias, teatro de vanguardia”.

A partir de 2002 “ha sido un viaje por diferentes tendencias teatrales y dancísticas”, con un teatro “que quizá no se hacía antes, de danza-teatro o teatro-danza”. Era “un teatro necesario para nosotros”, con un lenguaje “que ahora es propio, un lenguaje que es de Río Teatro”. Denis acota que tal vez, más que un lenguaje, es una actitud ante lo que se hace: “Cada vez que enfrentamos un trabajo partimos de cero”, y esto finalmente “nos ha llevado a un teatro de riesgo”, que confronta al público. “No es un teatro fácil para la gente; la gente tiene que reconstruir la obra a medida que la va viendo. Es casi una especie de segundo director, la va armando según sus referentes”. Mas al mismo tiempo alega que el teatro que hacen es popular, en cuanto a que registra el sarcasmo y la rosa sobre una y uno mismo.

Bajo Tierra es su último experimento. La pieza -de 135 minutos de duración- es el resultado de la fusión de cuatro obras del maestro César Rengifo: Las Mariposas de la Oscuridad (1951-1956), El Vendaval Amarillo (1952), El Raudal de los Muertos Cansados (1969) y Las Torres y el Viento (1969). La adaptación estuvo a cargo de la dramaturga Karin Valecillos. Es una coproducción entre Auyan Tepui Producciones y Río Teatro Caribe, con la producción general de Jorge Rengifo y el apoyo de Pdvsa La Estancia.

Antes de Bajo Tierra Río Teatro Caribe había montado Sexo, del dramaturgo alemán René Pollesch, obra que no tiene nada que ver con el teatro comercial sino con la relación entre el sexo y el dinero. Es algo cómico e irónico, porque “la gente venía por el título, y esto se llenaba” pero “se enfrentaban a esa cosa dura” que relataban tres actrices. Denis recuerda, entre risas, que los hombres “salían disgustados” de la sala.

Previo a Sexo el grupo montó Machete caníbal, pieza escrita a tres manos -Edgar Moreno, Arved Schultze y Francisco Denis- con las historias sobre El Dorado y también la de Fordlandia (pueblo creado por Henry Ford en Brasil para surtir de caucho sus vehículos). “Ese pueblo existió, y fuimos hasta allá”, cuenta el director. Hoy es un sitio perdido en Amazonas. El proyecto original de Río Teatro Caribe consistía en llevar Machete Caníbal a todo el Alto Orinoco con un bongo, pero no fue posible por las dificultades de acceso: “Es casi una ópera rock, con una banda en vivo de casi 20 personas”, puntualiza.

CON RENGIFO, BAJO TIERRA

Si el petróleo es una maldición o una bendición lo deben decidir las espectadoras y los espectadores de Bajo Tierra. Pero basta observar la escenografía (hecha con guacales, paletas y mucha imaginación) para entender que la pieza muestra la cruda realidad de la explotación de crudo en Venezuela, con sus pueblos elaborados con materiales de desecho y la pobreza y la miseria campeando a sus anchas.

En la obra participan seis actrices y actores, además del equipo de dirección. “En total somos como 10 personas”, señala Denis, quien dicta clases de actuación y dirección en la Unearte. Gladys Prince, Verónica Arellano, Zair Mora, Luis Domingo González, Jesús Carreño y Anthony Castillo tienen la tarea de dar vida a quienes Rengifo dibujó como víctimas del petróleo.

La idea nació entre septiembre y octubre de 2011, relata Jorge Rengifo. Es Rengifo “uno de los dramaturgos más importantes que tiene Venezuela, porque prácticamente la obra de Rengifo es la historia de Venezuela, narrada desde su visión”, precisa el productor. El joven se proponía montar las cuatro obras por separado, pero finalmente se ordenaron las piezas en una sola. “Es un pueblo fantasma; como que Venezuela deja de ser petrolera y pasan años y años, y alguien se encuentra metido en la selva un pueblo petrolero”, agrega Denis.

El estreno de Bajo tierra se llevó a cabo el 15 de mayo en Unearte, un día después de un nuevo aniversario del nacimiento de César Rengifo. Después se montó dos fines de semana en el Teatro Principal, recuperado por la Alcaldía de Caracas y el Gobierno del Distrito Capital. Esta tercera temporada comenzó el 19 de octubre en la sede de Río Teatro Caribe, y se mantendrá hasta el domingo 17 de noviembre.

CRÍTICAS PETROLERAS

Luis Domingo González -actor, director y docente de la Unearte- es uno de los protagonistas. Nació en un pueblo petrolero llamado San Tomé (Anzoátegui) y sabe de lo que habla cuando se refiere a la huella del petróleo en el oriente del país. Pero su narración es la misma que podría exponer un zuliano, porque más que la geografía, era una política de expoliación la que guiaba la relación con el petróleo.

“Muchas de las cosas que dice Rengifo criticando a los ingenieros petroleros” se repiten “en el discurso oficial”, dice Denis. Aclara que no se trata de ser o no chavista, sino de que “la historia se repite”. A pesar de que el petróleo “ya tiene casi 100 años con nosotros seguimos repitiendo el esquema de explotación”, critica.

El director aclara, no obstante, que “por supuesto que no es lo mismo. Estoy claro en que no vivimos lo mismo que vivieron las compañías explotadoras” que “les importaba dos pepinos el país donde llegaban, porque les importaba solo sacar petróleo y más nada. Esa no es para nada la realidad nuestra ahora”. En el presente “se trata de invertir ese dinero en una política social”, apunta, pero “igual seguimos en un país en el que el día que se acabe el chorro petrolero se nos acabó Venezuela, porque no somos productores de otras fuentes de riqueza”.

González musita las estrofas que cantan los personajes sobre las tablas en Bajo Tierra: “Por fin llegó el petróleo/ y esta tierra cambiará/ en vez de tener tristeza/ tendremos felicidad/ siempre los indios murmuran/ que mierda del diablo es/ pero las viudas aseguran/ que se vuelve oro después”.

“Mucha gente sale de la obra y dice ‘me reí en la obra pero después no sabía de qué me estaba riendo y terminé llorando’. Ese es un punto a favor, porque de alguna manera” es importante que cada quien tome conciencia sobre lo que hace por Venezuela, reflexiona González. Bajo tierra “es una reflexión sobre el país”.

El actor explica que antes el petróleo “se lo llevaban las compañías gringas” y “ahora lo tenemos nosotros. Para Denis es “la cosa trágica, ya que gracias al petróleo tenemos una cantidad de cosas pero también gracias al petróleo somos el país que somos. El petróleo es nuestra tragedia”.

BIEN RECIBIDA

Bajo Tierra ha sido vista, en cada función, por 50 personas en promedio. La sede del grupo está ubicada en la Sala Río Teatro, avenida Adolfo Ernst, número 16, a dos cuadras de Crema Paraíso, subiendo hacia la Cota Mil, en San Bernardino. Denis pide el apoyo de Metrobús para garantizar el traslado de las usuarias y los usuarios.

El público es variopinto. “Hay días en los que viene gente mayor y hay días en los que vienen puros jóvenes”, indica González.

En noviembre Bajo Tierra viajará al festival de teatro de occidente, y en diciembre se presentará en Cantaura (Anzoátegui) y Cumaná (Sucre). Para el año próximo están invitados a Ecuador y posiblemente a otros festivales. En 2013 debían viajar a territorio ecuatoriano, “conseguimos los pasajes con Unearte y el Banco Central y finalmente no pudimos irnos por el asunto de los raspatarjetas. Están full los aviones y no había cupo”, expuso Denis.

SOSTENER EL TEATRO

A sus 50 años el director tiene unas cuantas cosas claras. Una de ellas es que el teatro no puede abastecerse a sí mismo. Río Teatro Caribe “no se sostiene”, confía Denis. “Ese es el gran problema. Por ejemplo, los actores ahorita supuestamente vamos a taquilla, y la taquilla nos da nada. Después de cinco fines de semana cada actor tendrá mil bolívares a lo sumo. Es muy duro”.

Anteriormente el grupo tuvo un subsidio del Estado, “pero yo decidí retirarlo, porque eso me permitía funcionar y pagar sueldos medianamente, pero la contraprestación nunca se ha logrado en Venezuela, ni antes ni ahora”. Se cansó de montar obras que, en el mejor de los casos, las venían niñas y niños -aunque no eran para público infantil- porque nadie se ocupaba de convocar, de motivar.

No obstante, Denis evalúa que esa decisión “fue machete contra uno mismo, porque ahora no hay subsidio y el teatro tiene que ser subsidiado. No hay forma de que no sea. Y estoy convencido de que no debe ser de otra forma”.

-¿Por qué?

-Porque si no, caes en el teatro comercial para poder subsistir, y eso es un engaño, porque ni siquiera comercialmente puedes sostenerte.

Denis formula una pregunta demoledora: “¿Los tanques de guerra son comerciales o son subsidiados? Porque los tanques no son rentables”.

-¿Compararía el teatro con un tanque de guerra?

-Claro que sí. Es tan importante un tanque de guerra para defenderse, como un teatro. Tiene la misma importancia. Una escuela no es comercial, un hospital no debe ser comercial. Es un servicio público, y como servicio público no tiene por qué ser comercial, no tiene por qué ser rentable para existir.

El director propone, por ende, otorgar subsidios que “no implica tomar un dinero y hacer lo que te dé la gana”, sino difundir las actividades que hacen los grupos. “Lo que no podemos es no tener plata para publicidad” ni para facilitar el acceso, como sucede ahora. Es “luchar contra muchas cosas”, pero “el Estado sí puede hacer eso. No es entregarnos dinero, sino dar las condiciones para que el público pueda asistir”, o en otras palabras, “un subsidio al público”.

Igual “que se hacen casas de interés social, el teatro debe ser de interés social también”, asevera Denis, quien celebra el movimiento de teatro infantil y juvenil César Rengifo que lanzó el presidente Nicolás Maduro y recuerda que mucha gente está “haciendo teatro con las uñas”.

Ahora “se está levantando una generación de gente de teatro extraordinaria, que está trabajando muchísimo, que está haciendo grupos”, reivindica González. Es gente muy joven que ama las tablas, que -a su juicio- tiene más formación y que trabaja para hacerse escuchar. ¿El gran riesgo? “El teatro comercial”, porque actrices y actores dirigen su mirada hacia allá para sobrevivir.

“Estamos compitiendo ideológicamente con la tercera o cuarta industria que genera más dinero en el mundo”, resalta Jorge Rengifo. Y lo hacen sin amilanarse. Son tanques de ideas, tanques de pensamiento que Río Teatro Caribe, aunque sea con los tocones de las uñas, no cesa de disparar.

Horario de Bajo Tierra

Sábados a las 7:00 pm

Domingos a las 6:00 pm

ALGO MÁS DE RENGIFO Y TAMBIÉN UBÚ REY

Auyan Tepui Producciones planifica dos montajes más con piezas de César Rengifo. Una de ellas es La fiesta de los moribundos, y la otra, Esa espiga sembrada en Carabobo. “Estamos viendo cuál de las dos podemos preparar para el próximo año”, explica Jorge Rengifo.

Francisco Denis, con el apoyo de Auyan Tepui, trabaja en Ubú Rey, obra de Alfred Jarry. “Es un tipo que se las quiere comer, que se quiere tragar Venezuela, y se vuelve un gran corrupto, un gran manejador de negocios”, describe. “No le tiembla la mano si tiene que matar a alguien, y al mismo tiempo es un cobarde. Es un personaje fascinante”.

El rol protagónico de Ubú Rey está en manos de Jesús Carreño; el de la madre de Ubú recaerá en Luis Domingo González. “La idea es estrenar en Caracas” y luego salir hacia el interior del país, aseveró Denis.

Y después de Ubú Rey se preparan para llevar sobre las tablas a Carmen, que será protagonizado por la sobrina del director: Yanis Denis.

T/ Vanessa Davies
F/ Héctor Lozano